Prólogo

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Ya era septiembre mi vientre estaba inflado y tenía miedo de que la causa de ese repentino hinchamiento sea por lo que estoy pensando. Me miré por última vez en el espejo y no sabía si sentirme triste, molesta o tranquila. Descarté la última opción y comencé a preocuparme. Miré el objeto blanco que había sobre mi escritorio de madera de fresno y suspiré para después tomar la prueba de embarazo entre mis manos.

Es ahora o nunca Eleanor, me dije a mí misma mentalmente.

Luego de unos minutos salí del baño con el rostro palidecido y con lágrimas en mis ojos, no podía determinar de qué eran aquellas lágrimas, si de depresión, felicidad o miedo. Estaba confundida y muy asustada. Me senté en mi cama y miré nuevamente aquel aparato. Dos rayas. Dos malditas rayas. Esto debe ser una pesadilla.

Esto verdaderamente va a cambiar mi vida.

*                              *                                   *

Todos estaban en la sala de mi casa, iniciando por mis “padres” –Si es que a eso se le puede llamar así–, y mi novio Scott. Suspiré pesadamente y lo miré a todos, uno por uno.

—  Debo… decirles algo —  Retorcí mis dedos con nerviosismo. Tomé un poco de aire para luego hablar; — Estoy… embarazada — Murmuré sin aliento y con mis manos húmedas por el sudor.

—  ¡¿Qué?! — Scott se levantó del sillón y se acercó a mí con su ceño fruncido — Dime que no es cierto — Me agarró del brazo con fuerza — Esto tiene que ser una broma de mal gusto.

—  No, no lo es — Comencé a temblar y sentía que en cualquier momento mi voz se quebraría del miedo.

—  Quiero pruebas — Scott tensó su mandíbula y apretó su agarre.

—  Estoy diciendo la verdad — Me defendí.

—  No, esa cosa no puede ser mía — Señaló en dirección a mi estómago — ¡Eres una maldita zorra! — Dijo luego de un incómodo silencio. Mis ojos se llenaron de lágrimas, sabía que esto pasaría. Yo lo sabía.

—  ¿Eleanor, cómo es que fuiste tan estúpida y descuidada? — Esta vez fue mi mamá la que se levantó del sillón y habló.

—  Mamá…

—  ¿No sabes lo que nos afectará a mí y a tu madre cuando todos sepan que nuestra “perfecta hija” está embarazada? — Mi padre se levantó también e hizo las comillas con sus dedos. A ellos sólo les importaba su estatus social — Vamos a ser el hazmerreír del vecindario. ¡Qué torpe fue lo que hiciste! Tú solo piensas en ti, eres una egoísta.

—  No puedo creer que te la hayas pasado de zorra — Mi madre me fulminó con la mirada y aquello fue la gota que derramó el bajo.

—  ¡Zorra! ¡Pero qué inmoral eres mamá! ¡¿Crees que no te vi hace una semana con el vecino?! — Grité y una cachetada fue lo que sentí sobre mi mejilla para luego sentir cómo el dolor se acumulaba en esa zona.

—  ¡No vuelvas a hablar así de mí! — Me señaló con su dedo índice acusadoramente — ¡La única zorra aquí se llama Eleanor Townsend! — Debo admitir que aquello había dolido en alguna pequeña parte de mi corazón pero el resto de este ya era inmune a sus insultos. Scott me agarró del brazo y me llevó al patio trasero de mi casa –Si es que a eso se le puede llamar casa u hogar–

—  Te propongo algo linda — Una vez en el patio trasero Scott me colocó delante de él y acarició mi mejilla izquierda — Puedes abortar a… eso, y fingir que nada de esto pasó. O puedes dejar que esa cosa nazca y arruinar nuestra perfecta relación de hace tres años — Miró mi estómago con desagrado para luego volver su mirada a la mía. Agarró mi mejilla y se acercó a mi rostro para besarme.

Contra el mundo©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora