Es difícil describir peores situaciones de peligro que encontrarte perdido a las dos de la madrugada con tu hermana de cuatro años, en medio de una lluvia torrencial, caminando sin rumbo, tratando de inventar que sabes un camino.
-Tranquila Sara, estoy seguro de que no estamos lejos- dijo con cierto nerviosismo Jean.
-mfmfmf- replicaba la mocosa nariz de Sara, con ojos de velorio.
Jean, que cumplió el verano pasado once años, era el encargado de ir por su pequeña hermana al jardín de niños sólo que no contaba con la enérgica personalidad de la pequeña, que corrió tras una mariposa y los desvió completamente del camino.
Los ojos de Jean se fijaban completamente en buscar algún detalle que les indicará cómo volver, mientras este sujetaba firmemente la mano de Sara, ella se daba cuenta que su travesura no había sido la más adecuada, pues la cara de desconcertado de Jean no le daba buena pinta.
Mientras más pasos daban, el hombrecillo más nervioso se sentía, los enormes cedros le tapaban lo que había más allá, la fuerte lluvia despeinaba los rubios cabellos de Sara y ya empezaba a resfriarse. Fue entonces cuando a unos escasos quince metros, Jean vio lo que era una cabaña que podía servir cómo un refugio temporal, por lo menos durar ahí hasta el amanecer.
-Sara, vamos a estar bien, sólo que es muy noche para seguir buscando el camino a casa, voy a preguntar si nos podemos quedar aquí por unas horas- le explicó Jean a su hermanita.
-Quiero ir a casa- sollozó la pequeña
Jean golpeó la puerta moderadamente, esperando la respuesta de alguien.
-Buenas noches- gritó el chico en repetidas ocasiones.
Sara, muerta del cansancio después de ocho horas de búsqueda, se recargó a la puerta, abriéndola levemente. Jean, asustado, inspeccionó la pequeña choza desde afuera, percatándose que no había nadie.
Finalmente entraron totalmente agotados, Sara cargada por su hermano mayor, pues está ya se encontraba dormida, Jean por su parte decidió quitarse el suéter para abrigar a la pequeña niña. Se recostó y con todas sus fuerzas cerró los ojos esperando un nuevo amanecer.
Dos horas de sueño frustrado Jean no podía dormir, el estruendo de la lluvia y la ansiedad de que esta casa sea de alguien más lo mantenían en posición de alerta. Prefirió caminar por la pequeña choza y vigilar que la puerta estuviera cerrada. Observó un estante tirado con por lo menos veinte libros desparramados en el suelo.
-Debe de ser alguien muy culto- pensó el chico
Luego, observó una cocina casera, que extrañamente estaba funcionando en ese momento, un olor a guiso llegó a sus fauces, intrigado por este suceso, fue a observar lo que se estaba guisando en el cuarto. A primera impresión parecía el cuerpo de un oso, casi tres metros de largo, la parte de arriba era la única que se estaba cocinando, las patas y el abdomen no se encontraban en ese lugar.
- ¡Qué clase de hombre puede cazar a un oso así de grande! Peor, comérselo...
La escena había asustado un poco a Jean, el pobre niño sólo conocía a los osos por libros de su padre y su imaginación no era tan amplia para pensar que existe algo más grande que un oso negro. Jean más agitado de lo normal, se percató que había una tenue luz de día, casi corriendo fue a despertar a Sara, ella se encontraba en las garras de Morfeo profundamente dormida.
- ¡Sara! ¡Sara! Ya tenemos que irnos- le gritaba mientras le daba pequeños golpecitos en su torso-
Los gritos parecían ser inútiles, Sara no respondía al llamado de su hermano y este se desesperaba cada vez más.
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El Exilio del Príncipe
Mystery / ThrillerInculpado y maldito, un hombre considerado una deidad tendrá que redimir sus pecados y controlar su ira en busca de la verdad. Un viaje en el que tendrá la oportunidad de decidir de una vez por todas lo que nunca pudo decidir.