Capítulo 3- La Búsqueda del Maldito

9 0 0
                                    

El sudor caía poco a poco de su frente, las guardias se habían hecho una rutina para el hombre de cuarenta y ocho años, una rutina que había durado lo suficiente para ser alguien respetado y reconocido por sus compañeros y subordinados. Una tarde un poco más calurosa de lo normal, El General Teutanes no escatimaba esfuerzos a pesar de su edad, saludaba amablemente a las damiselas que circulaban por el palacio, eso sí, siempre concentrado en custodiar la puerta del lugar, observaba los jardines mientras que los niños se divertían jugando con los perros de la emperatriz, un Mastín Napolitano de tres años de edad, y el consentido de la monarca, un Mastín Tibetano que había nacido de una casta de perros que por más de doscientos años ha acompañado a toda la familia real.

-Ven aquí Ribet- le hablaba con cariño uno de los pequeños al gran Mastín Tibetano.

Las grandes patas del perro se movían en dirección del niño mientras que este virtuosamente lo esperaba. Uno de los chicos era hijo de la emperatriz, un niño bastante hiperactivo que gozaba de una buena educación y dos ejemplos que admiraba profundamente, su padre y el general Teutanes. Su padre antes de engendrarlo fue un ferviente soldado que gracias a un favor del Rey, pudo casarse con su hija mayor, la sangre de guerra corría por el chico de diez años. El ex soldado había inculcado posiciones básicas de pelea en su hijo, lo había empapado de códigos militares y sobre todo de valores que creía oportunos mencionar en caso de que el chico fuera militar.

Teutanes en cambio, le relataba historias de cómo empezó en la milicia y sobretodo las aventuras que había vivido en la tarea de proteger a la madre del niño. La cara cortada del general le daba una agresividad mayor, sus heridas de guerra le recordaba que no era fácil la vida y que a diferencia de muchas personas, él lo disfrutaba magníficamente.

De pronto, un fuerte sonido empezó a retumbar el castillo, un gemido agitado constante interrumpía el tranquilo mediodía del palacio, una bestia cuadrúpeda hacía sonar el hierro que se había fusionado con sus patas, la cara de cansancio de un hombre que parecía que había recorrido todo el infierno para llegar a su lugar.

-Mi señor, ocupó hablar con la emperatriz de forma inmediata- habló entrecortado aquel soldado.

- ¿Lo encontraste?- preguntó Teutanes con cierta sorpresa.

-Al parecer, hay indicios de que está más cerca que nunca- contestó emocionado el hombre

Rápido, los dos militares se adentraron al castillo mientras pensaban en el descubrimiento que acababan de hacer, la exploración había durado más de cinco años y no había llevado a la emperatriz a ningún lugar, cosa que le había costado la cabeza a más de algún general que por distintas razones no encontraban el rastro que la mujer más pudiente del continente anhelaba

-Mi Señora, tengo noticias urgentes- Exclamó imponente Teutanes.

-Pasa General, sea breve que ya nos tenemos que retirar- contestó la emperatriz con viveza.

Ese mismo veintidós de noviembre se cumplían quince años del asesinato del padre de la soberana, había pasado bastante tiempo para la familia, un regicidio no se olvida tan fácilmente, tanto para la familia que se sentía abrumada ante la lucha de poderes que estaba ocurriendo en ese momento, la perdida de privilegios y el enfrentamiento directo con familiares lejanos que se dicen ser acreedores del poder que el puesto de emperador conlleva. Francesca pudo conservar la dignidad de la familia y el trono con tan sólo veintisiete años, una decisión que fue tomada para mal por la otra cara de la moneda, el pueblo, que no veían una razón de peso por la cual una mujer podría llevar a buen puerto su legado, y no es que ella fuera perfecta, pero su forma tan testaruda de ser le ayudó en los malos ratos que pasó durante la transición.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 07, 2019 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El Exilio del PríncipeWhere stories live. Discover now