El chico en la estación

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Cada mañana comenzaba con un viaje de más o menos ciento cuarenta kilómetros. No era fácil, pero que su lugar de trabajo quedara en Daejeon tampoco era tan malo. Después de todo, eso lo había enseñado a levantarse temprano; tenía la oportunidad de desayunar algo decente y salía de su apartamento con calma, no sintiendo que debía correr como si algún monstruo lo estuviera persiguiendo con la intención de devorarlo.

Sin embargo, lo que más le gustaba de trabajar en Daejeon era que debía abordar al KTX* para llegar. Sí, el tren era una maravilla, pero su atención la tenía un alto y delgado chico de piel pálida, corto cabello castaño lacio y una mirada preciosa que le hacía sentir mil mariposas en el estómago.

Lu Han podía verlo todos los días, por lo que tenía problemas para perdonarse si no llegaba a la estación al mismo tiempo que él. El castaño siempre subía al KTX en Seúl y bajaba del mismo en Cheonan. Eso quería decir que Lu Han podía verlo por lo menos durante una hora antes de que él tuviera que bajar en Daejeon.

—Ahí está. Es tan atractivo... —Susurró, mordiéndose levemente el labio inferior apenas vio al chico que lo hacía sentirse perdido en las nubes—. Parece un modelo, como siempre. Me gustaría preguntarle a qué se dedica... Bueno, en realidad me gustaría preguntarle un montón de cosas, pero ni siquiera puedo saludarlo —suspiró un tanto desanimado.

Intentando no hacer tan obvio el hecho de que no podía dejar de mirarlo, Lu Han se acercó a esperar la llegada del tren a unos pocos metros del contrario.

—¿Hola?

¡No podía ser! ¡Su voz también era hermosa! Era la primera vez que la escuchaba, pero... ¿Acaso estaba soñando? ¿En verdad le estaba dirigiendo la palabra a él? O tal vez... ¡Oh, no! ¡¿Se había dado cuenta de que lo miraba a diario y ahora pensaba que lo estaba acosando o algo así?! ¿Lo amenazaría con denunciarlo con la policía o...?

—Espera, puedo explicarlo —dijo en voz baja, volteando hacia donde estaba el más alto y notando por fin que éste sólo había atendido una llamada telefónica; no le estaba hablando a él.

—Sí, habla Se Hun.

—Se Hun... —Repitió aquel nombre en un susurro, dando media vuelta inmediatamente, con cierto temor de haber sido escuchado.

—Ah, sí. Estoy esperando el tren.

Después de casi dos meses, el nombre del castaño había dejado de ser un misterio para él. ¡Esa mañana estaba siendo grandiosa!

El tren llegó a la hora indicada y todos subieron en orden. Tal y como hacía todos los días, Lu Han se acomodó en un sitio desde el cual pudiera observar a Se Hun durante el viaje sin parecer un acosador o una persona con malas intenciones. No se animaba a sentarse o pararse junto a él, incluso si varias veces había tenido la oportunidad, pues le preocupaba poder hacerlo sentir incómodo.

Además de ser atractivo, Se Hun a simple vista parecía ser un chico un poco más joven que él, educado, leal y muy inteligente... Un sueño hecho realidad.

Lu Han no creía tener ni una sola cosa en común con él. No era feo, pero claramente no se sentía tan atractivo como el castaño. Su cabello era negro y no parecía poder quedarse bien peinado por más de diez minutos, su piel no era tan suave como imaginaba la de Se Hun con sólo verla, y tenía unas ojeras que no podía esconder con nada por más que se fuera a dormir temprano. Mientras Se Hun parecía haber salido de alguna revista de modas, él era como un simple anuncio que recordaba a los demás la importancia de lavarse el rostro todas las noches. Además, su estilo para vestir no era muy bueno. En cambio, Se Hun siempre se veía bien con cualquier atuendo que llevara.

Cuando el tren se detuvo en Cheonan, el pelinegro resistió un suspiro cuando vio cómo el joven más alto bajó y se marchó. A veces no podía evitar preguntarse hacia dónde iba exactamente o qué hacía en Cheonan, pero tenía que deshacerse de cualquier distracción tan pronto como llegara a su trabajo.

El chico en la estación [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora