Concierto de ruiseñores

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Antes de que empiecen a leer les tengo que contar dos cositas:

Decidí escribir una historia usando a dos personajes muy queridos de una de mis novelas, Rapsodia entre el cielo y el infierno. Si les provoca darle una mirada, les dejo el enlace en comentarios.

El tìtulo se lo debo a mi papá. Él soltó ese título para una historia que estaba pensando: Concierto de ruiseñores programado para esta semana. Así que su idea inspiró esta pequeña historia.

Espero la disfruten, felices fiestas para todos.


El frío calaba y aunque recién comenzaba el invierno, Anelka lo sentía en sus huesos

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El frío calaba y aunque recién comenzaba el invierno, Anelka lo sentía en sus huesos.

El dolor en sus manos, no evitaba que sostuviera con fuerza un papel donde invitaban a la comunidad a un recital en el Parque Central.

Concierto de ruiseñores programado para esta semana.

La oportunidad de llevar a su pequeño pupilo consigo, primero a misa y luego al recital. A su dushen'ka le caería bien asistir al recital y de paso una cena caliente.

Era víspera de Navidad y la anciana tenía todo planeado. Salvo el dolor en sus rodillas, todo iba saliendo de maravilla.

Tenía preparada una muda de ropa para su nieto postizo. Desde calcetines, que ese niño no usaba, hasta mitones de colores. Todo listo y dispuesto para ser usado por el inquilino de la puerta del lado.

Desde temprano se dedicó a la labor de espiar. Esperaba que la madre del niño se mandara mudar de una buena vez, como hacía siempre.

Podía saber si la mujer esa aún no se marchaba, porque del otro lado de la pared, escuchaba llanto del niño y gritos desaforados. Anelka rezaba todas las oraciones que se sabía, pidiéndole a Dios paciencia, mucha paciencia para aguardar el momento y poder ir a rescatar a su dushen'ka.

No pedía fuerza, porque cruzaría esa puerta, arrancándola de su marco y acabaría con esa mujer a la que no se permitía odiar. Pero June, la madre del niño del lado, hacía tantos méritos.

Por fin, June lanzó un portazo y se fue por el pasillo oscuro del edificio. Anelka acariciaba la idea de empujarla escaleras abajo y si la caída no la... No, no podía pensar en esas cosas. Se persignó contrita y esperó un par de minutos.

Abrió la puerta de su departamento y se asomó a la escalera. Tenía que asegurarse de que June se haya ido, bien ida, pensó. Otro par de minutos pasaron y ya segura de sus movimientos, prosiguió con el plan.

Llegó a la puerta de sus vecinos y a través de la madera, podía escuchar a su querido niño. Con el corazón haciéndosele añicos le pidió que abra la puerta. Dominick intentó hacerlo, pero quedó claro que tenía llave.

Anelka hizo uso de uno de sus recursos más escondidos. Jamás confesaría a quien tuvo que chantajear para conseguir una copia de la llave. Esperaba que todavía sirviera, porque a June intentaban desalojarla cada fin de mes y siempre conseguía evitarlo de algún modo. Le cambiaron la cerradura un par de veces, pero para su fortuna, la llave que tenía abrió la puerta.

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