Capítulo único

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Dedicado a @Aneliz3107
No sabía cómo hacerlo así que...simplemente salió esto. Espero que sea de tu agrado.

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Albert desde muy joven había sido diferente.

Naciendo con unos grandes ojos violetas y un cabello casi blanco; era ya una celebridad.
Donde iba llamaba la atención; después de todo su belleza solo era comparada con las leyendas de las sirenas.

Leyendas que escucho desde pequeño;  criaturas mitad hombre y mitad pez; que aprovechaban su belleza para ahogar a los navegantes, hechizarlos con sus cantos o lo que mas le gustaba al oji-violeta, nadar en el océano.

Recuerda a su abuela contarle esas historias con un nivel no apto para menores de edad; con la clara intención de intimidarlo y evitar que se escapara de la casa, para poder ir a chapotear a orillas del mar.

Albert no comprendía el motivo de esto, pero como su abuela lo dejaba quedarse todo el día en la tina a cambio, no se quejaba.

Aunque para ser sinceros el no era muy obediente. Muchas veces su abuela lo encontraba a orillas del mar, mirando el azul profundo; chapoteando entre las piedras o simplemente nadando de manera instintivas entre el oleaje.

Su abuela se asustaba y lo alejaba; lo alejaba de algo que el sentía propio, algo que lo hacia sentir libre.

Porque después de todo, lo único que tenia para no sentirse solo era el mar, el agua.

Ya que al final, los niños de su establecimiento no hablaban con el, no lo incluían en los juegos y mucho menos compartían sus juguetes. Después de todo Albert era raro, y no por su cabello o sus ojos, tampoco por su fanatismo a la natación; sino por como aprendía.

-No es humano, los niños normales no aprende así de rápido- Era la frase de todos los días.

¿Era malo aprender rápido? Parece que si, o por lo menos eso dicen los niños de su edad; los adultos lo felicitan y le entregan cosas complejas para hacer, pero el solo quiere nadar, sumergirse en el agua y si es posible convertirse en un tritón.
Ese deseo se mantuvo durante los largos y solitarios años de su infancia, hasta que a sus 13 años lo vio por primera vez, un tritón de verdad, cumpliendo de alguna forma su deseo.

Recuerda con lujo de detalles la primera vez que vio aquella criatura en el agua. Estaba sentado junto a su entrenador, observando a diferentes personas en la pantalla. Todos ellos eran posibles rivales a futuro, o eso decía su entrenador, después de todo él estaba mas atento a jugar con su delfín de peluche que escuchar a su entrenador.
A fin de cuentas, todos ellos nadaban horrible, completamente vacíos dentro del agua o eso creía; hasta que un par de ojos atrajeron a los suyos.

Eran de un azul tan profundo que el joven de cabellos claros, sentía que podría nadar en ellos, que podría hundirse tan profundo en ese bello azul que no le importaría perder todo rastro de oxigeno; pero mas importante, en esos ojos vio el reflejo del amor al mar, del amor al agua y del amor a la libertad.

Quería verlo nadar, verificar si ese delicado cuerpo podría hechizar como las sirenas y si era capaz de asombrarlo con un nado lleno de vida; pero antes de que se metiera al agua su entrenador apago la pantalla.

Intento quejarse, preguntar el motivo de aquello; simplemente le respondieron: "Le dije a mi camarada que me enviara vídeos de chicos semi-profesionales,no de niños jugando en la piscina de su club. Olvídate, ese ultimo chico, no es importante."

Pero por alguna razón, no pudo sacar de su mente. aquellos ojos azules. 

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