Incredulidad absoluta.

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Días después de la tensa charla entre las hermanas, Belle se dirigió a los jardines reales del palacio. Al llegar a ese mágico lugar, según ella, se sintió verdaderamente en casa. Se recostó bajo el antiguo sauce para hacer lo que más necesitaba: pensar en paz.

Supo en ese momento que debía poner un punto final a los asuntos relacionados con los recientes sucesos. Felipe era, sin duda alguna, una persona demasiado importante en su vida y siempre lo querría, a pesar de haberla dejado y estar comprometido con su hermana. Sin embargo, jamás podría acabar las tensiones desagradables que experimentaba si no hablaba con él.

Sintió los últimos rayos del atardecer, cálidos y suaves, en la pálida piel de su rostro. Era su sitio favorito del palacio, especialmente porque nadie lo frecuentaba.

O eso creía.

Oyó de pronto unos pasos cerca de donde estaba. Abrió los ojos lentamente y con gran pesar al ser interrumpida. Lamentablemente, el deseo de soledad y un ambiente de reflexión pacífico no le sería concedido.

—Lo siento. Creí que no había nadie.— dijo la misteriosa voz dubitativa y sorprendida a la vez.

—¿Jamás se puede estar sola?

—Perdón. No te había visto. Sigues frecuentando este lugar.— respondió nuevamente disculpándose.

Al escuchar la referencia de la voz dando a entender que la conocía, finalmente Belle giró la cabeza y miró por un segundo sobre su hombro. Luego de procesar la cara del supuesto desconocido repitió la acción y sin dejar de observarlo se puso de pie.

Justo al que quería ver.

—Tenemos que hablar.— habló seria y directa.

—Woah. Esto me conduce a un par de meses atrás.— comentó con un aire de indiferencia que obviamente molestó a la chica.

—Cinco. Cinco meses, en realidad. Veo que ni eso te importa.— contestó sin poder creer la persona que tenía en frente.

—No quise decir eso.— complementó al ver que se venía un drama por, desde su punto de vista, un simple comentario.

—Como sea. No es lo más importante ahora. Lo que me interesa discutir contigo es tu compromiso. Y no con cualquiera sino con mi hermana.— dijo acercándose a él.

—Lo sé. Tarde o temprano tendría que pasar.

—¿Qué, pensabas decírmelo en el altar?—preguntó irónica.

Hubo un tenso silencio en el cual solamente se oyeron los suspiros del Duque y las miradas desafiantes de la Princesa.

—Lo único que quiero saber es la razón por la cual terminaste conmigo. Fundamentalmente si esa razón fue mi hermana.— la calma y la tranquilidad se adueñaron de su cuerpo, aunque su mente maquinaba centenares de posibles respuestas que podrían llegar a salir de los labios que solía besar.

—No es importante la causa.— continuó él evadiendo la esperada pregunta.

—Sí, lo es para mí. Me dejaste a punto de irme por cinco meses. El día anterior estaba todo en orden y al siguiente...no sé qué pasó y eso me frustra.— contestó reflejando aires de impotencia y duda absoluta.

—Sólo estás consiguiendo que esta situación empeore.— agregó él quitando la mirada de los ojos que lo observaban con decepción e incredulidad.

—Merezco una explicación.— sostuvo su postura firmemente.

El apuesto caballero suspiró otra vez profundamente.

—Sí. Al enterarme de la propuesta de Ellie acepté y terminé contigo.— respondió al fin bajando la vista al verde pasto, componente del jardín de antaño que solían utilizar para sus infinitos encuentros.

Bueno, ahora no tan infinitos.

—Preferiste el trono.— aseguró la joven sacando conclusiones.

—¿Tú no harías lo mismo?— cuestionó levantando los brazos evidenciando la obviedad del asunto.

—¡No!— contestó realizando el mismo gesto, con la misma finalidad.

—Eso es porque jamás serás Reina.— habló el atractivo hombre, eligiendo sus palabras con torpeza.

—¿Así que ahora sólo quieres mantener una relación por conveniencia?

—Siempre fue así, Belle. De eso se trata la vida. Títulos y estatus social.— dijo negando con la cabeza.

—No es cierto. Te conozco, jamás me hubieras contado tantas cosas si no sintieras algo por mí de verdad.

—¿Cómo puedes saber mis sentimientos? ¿Cómo puedes saber si siento algo por Ellie?— desafió rápidamente.

—¡Porque esto es nuevo!— levantó la voz.—Eso fue justamente lo que más me sorprendió. Jamás había notado algo entre ustedes. A duras penas eran cordiales.— la frustración fue notable en sus palabras.

—Jamás lo hubo.— susurró y Belle fue capaz de oírlo.—En esta era se necesita a una monarquía como referente. Los ciudadanos dependen de la monarquía. Siempre estaré dispuesto a cooperar con mi país y mucho más cuando hay títulos en juego.— explicó con la intención de aclarar la borrosa situación que los oprimía a ambos.

—No te reconozco. Tú no eres así. Hace cinco meses tus opiniones eran diametralmente opuestas al absolutismo, los títulos y las conductas superficiales de una parte de la sociedad. ¡Y ahora te conviertes en uno de ellos!

—Muchas cosas se aclararon durante este tiempo.— continuó sabiendo que no lograría que la Princesa cambiara de parecer.

—Yo pienso que se oscurecieron.

Luego de ese incómodo e impetuoso diálogo se dedicaron a mirarse a los ojos directamente. Acción que no realizaban hacía meses.

Ella sentía decepción por la persona que tenía en frente. Ese no era el Felipe que conocía, el que luchaba por sus creencias, el que presentaba opiniones constructivas y enriquecedoras para llegar a una solución razonable.

Pero ya no existía nada que cumpliera con las cualidades del Felipe de hacía cinco meses atrás. Este nuevo hombre transmitía en sus propias palabras las características de la hipocresía y la superficialidad. Rasgos que en otros tiempos habría criticado terminantemente.

Belle Windsor no lograba comprender cómo los ideales de una persona podrían dar un giro tan drástico y otorgar una imagen tan diferente a la de sus orígenes.

Indudablemente, había algo detrás de toda esa confusa y desilusionante cuestión. O Felipe la había estado engañando todo ese tiempo para alcanzar determinados títulos y, de esta forma, poder. Ó alguna influencia, seguramente Real, estaba en juego y detrás de todas las vacías palabras que el Duque de York le comunicaba a la mujer que en otras circunstancias lo habría apoyado en sus decisiones.

Lost Royalty.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora