Presioné por quinta vez el botón del ascensor, en un año ya debería saber que no funcionaba de esa forma y que aunque lo presionara mil veces más se tardaría exactamente lo mismo; pero no me daba por vencida.
El ascensor se detuvo, abriendo sus puertas frente a mi, pero hubiera preferido que no hubiese llegado nunca.
Mi corazón empezó a latir con fuerza, incluso temía que pudiera escuchar el fuerte latido de este
-Buenos días TN- me saludo con una sonrisa
¿Sabia mi nombre? Siempre nos habíamos saludado como cualquier otro par de vecinos cuando se topaban en los pasillos del edificio, pero nunca nos habíamos detenido a tener una charla
-Buenos días Nathan- devolví el saludo de la misma forma, intentando ocultar el nerviosismo de mi voz
Su hermosa sonrisa se ensanchó, pero esta vez parecía más una sonrisa triunfante que una amable
Los segundos transcurrieron en silencio, tal vez el no tenía ningún tema en específico del que hablar y yo no quería que pudiese notar lo nerviosa que estaba
Las puertas del elevador se abrieron y salí disparada de este, apenas moviendo las manos en un gesto de despedida
Afuera al fin pude respirar con tranquilidad, lo único que me inquietaba era el pequeño grito que estaba apunto de salir por mis labios
¡Sabia mi nombre!