Aveces recuerdos de mí juventud llegan a mí cabeza, y no voy a negar que algunos son felices, pero mayor mente eran tristes, uno en especial, es agridulce, empezó de la peor manera y se podría decir que terminó mejor de que uno hubiera esperado.
Durante mi infancia a mí joven adultez, mí familia fue de bajos recursos, por lo que el hambre era lo que más abundaba entre nosotros y vecinos, y durante tiempos de frío, teníamos suerte si alguien no moría congelado, ya que nuestros hogares tenían varias aberturas por donde se colaba el aire frío, además nuestra ropa no era más que harapos sucios y rasgados.
Nuestra buena suerte comenzó un día frío, en un crudo invierno, en un bosque muy peligroso, fama dada por las bestias asesinas que allí habitaban, me tope de imprevisto con la mitad de un cuerpo congelado de un hombre, me acerqué y lo reconocí, como Richard Mayer, nuestro alcalde, sentí confusión, miedo y un poco de alegría, ése desgraciado era el responsable de nuestra pobreza, nos quitó nuestro dinero de apoco.
Sin perder tiempo le quite sus pertenencias, tal vez podría venderlos, o repartirlos entre mi familia, como sea, me puse su abrigo,y lo que podía lo metí entre los bolsillos y corrí, tal vez sí vendía sus cosas ganaríamos buen de dinero y podríamos dejar de sentir hambre, hambre, el hambre es lo único en lo que podía pensar, cuando veía a ése maldito llevarse nuestro dinero, tenía hambre, cuando despertaba tenía hambre, antes de dormir tenía hambre, siempre era lo mismo.No fue hasta que sentí los temblores, que me detuve, un terrible escalofrío me invadió por completo, derrepente en medió de la escalofriante paz, sentí que el suelo bajo mis pies se hundia, horrorizado, subí lo más rápido que pude a un árbol cercano, no era mucho pero es lo único que mi mente me permitió pensar en ésos momentos.
Entonces lo vi, unas piedras brillantes que sobresalian de la tierra, giraban donde yo antes me contraba, la nieve de allí se sambullia en un remolino, pero luego fue expulsada, fue entonces que me di cuenta que ésas rocas, en verdad eran dientes, ya que una enorme y viscosa lengua salió de entre los dientes, y se escuchó un gruñido.Yo sin perder tiempo baje del árbol y corrí lo más que pude, no hiba a esperar a que ésa cosa se enterara donde estaba, cuando sentí que estaba lo suficientemente lejos pare cansado, la falta de comida no había hecho más que parecía un costal de carne con huesos, entonces escuché un crujido, miré a todos lados asustado, algo se acercaba de entre las sombras, respire desesperado esperando lo peor, pero para mí alivio, era sólo un venado joven, suspire, al menos el animal se veía tranquilo, se acercó a mí a pasos lentos, pero entonces freno en seco, movió la cabeza de un lado a otro alarmado, algo no estaba bien, y claro que no, los temblores habían regresado, "mierda", fue lo único que alcance a decir cuando el suelo bajo de mí se empezó a mover y un veloz movimiento en la tierra me derribó, el venado retrocedió, la cosa choco contra un árbol, la tierra tembló con más fuerza por unos instantes, y el árbol empezó a caer, yo por supuesto no esperé a ser aplastado y me quite.
El venado sin embargo, no lo logró, y terminó aplastado, dio un respingon, cerré mis ojos unos momentos y los abrió de nuevo, el venado estaba luchando para ponerse de pié y no morir, pero éso era imposible, entonces los dientes aparecieron, se acercaban a su presa lentamente, parecía como sí supiera que el pobre animal estaba inmóvil y sólo quisiera hacer su sufrimiento más largo, el animal me miró, hizo su cabeza hacía enfrente y dio de gritos.
Era como si me rogara por ayuda.