Fantasmas

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A veces crezco
En los días taciturnos.
En las nubes de diciembre,
En sus fríos cantos diurnos.

Me susurran
Espíritus y guitarras.
Mi alma se engrandece, o acaso lo intenta,
Cuando acordes sombríos
Al abismo me preparan.

La muerte me ha observado
Con sus ojos azabache.
Su pálida tez
Se distingue por las noches.

Mi añoranza más íntima
Ha sido reposar en su regazo.
Y descansar lo que dura
El temor del desarmado.

¡No ha llegado mi tiempo!
Grita el silencio, entusiasmado. 
Equivocado me temo,
Pues mi cuerpo ahora mismo
Está frío y corrompido,
Como el corazón de quien no ha amado.

En una roca olvidada
Rezará un epitafio aburrido.
Sólo las páginas sabrán
Si fui lo que había querido.

No estés triste, querido amigo,
Hay una vela opacada
Que consumida parece
Más contenta yace
De emanar tenue luz propia,
En este plano mundo
Que ya de brillo carece.

La luz se extingue;
Pero los ojos, que testigos se hayasen
de su existencia,
Vivirán para siempre iluminados
Por el fulgor de su recuerdo,
Por las perpetuadas tinieblas de su ausencia.

Un poeta es un lobo
Que aulla en soledad.
Yo canto solo,
Pero mi verso está muy lejos
De a un poema llegar.

Algunos escriben para que los lean;
Como un caprichoso,
que miente para que le crean.
Yo no soy mentiroso ni soy poeta
Pero siempre soy uno de los dos,
Para el que me vea.

Me voy apagando,
Entre la noche y sus laureles.
Y aunque hoy
mi alma creció un poco más,
Te pido un favor, querida,
No me mires que me duele
Y nunca digas que me quieres.

Remarco que no estoy triste,
Apreciado lector.
No es triste quien no vive
No es triste quien no conoce el amor.

FantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora