El chico dio una última inhalación antes de abrir la puerta del restaurante y soltar todo el aire en sus pulmones de golpe.
Ese día, el frío se estaba comportando con una violencia abrumadora, casi destructiva. Mashiho llevaba al menos dos camisas enzima de su pijama que ni quiera tuvo el valor de quitarse por temor a congelarse mientras se cambiaba. He ahí el porqué de su retraso a la supuesta reunión que tendría con sus amigos. Una reunión que, irónicamente, terminó no sucediendo porque los tremendos valientes con lo que entabló amistad la cancelaron diciendo que hacía mucho frío y temían enfermarse. Lo que hace aun mas cruel el asunto es que Keita decidió infórmale a Mashiho sobre la cancelación cuando ya estaba a mas de tres cuartos de camino de llegar.
De cualquier forma Mashiho intento ver el lado bueno de las cosas y siguió caminado hasta completar su camino para al menos disfrutar de un buen café y calentar su terriblemente congelado trasero, mas el plus de que en esa ocasión no estaría Haruto para pedirle cosas a Mashiho y que este termine accediendo porque jamás podra negarle algo al menor.
En un principio el chico pensó que sería mejor idea llevar su bebida a casa y disfrutarla mientras se envuelve en una montaña de cobijas y mira cualquier película en la televisión, sin embargo, también es consciente de que no todos los días puede ser apreciada una vista como la de aquel día. La nieve cayendo sobre las calles ya cubiertas de blanco, mas algunas luces navideñas adornando las casas de al rededor se vuele en cierto punto algo mágico de ver. Además de que el café, y mas específicamente su olor hacer que el chico entre en una especie de espacio donde no exite nada mas que el bello paisaje.
—¿Mashiho?
El chico detuvo sus pensamientos en cuanto escuchó la voz, o mas bien detuvo hasta su respiración de tan solo haber reconocido al dueño de aquella voz.
