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Actualidad;

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Actualidad;

El coche estaba listo, los bolsos ya ocupaban el maletero, y cada uno había tomado su asiento correspondiente.

Sebastián sujetó la palanca de cambios y, con un suave movimiento, comenzó a hacer marcha atrás. Tras dar la vuelta, pisó el acelerador y se dirigió hacia las afueras de Manhattan.

Desde los altavoces traseros sonaba una música tranquila que acompañaba su viaje. Los chicos miraban por las ventanas, mientras Enora y Sebastián se concentraban en el camino.

Frente a ellos se extendía una larga carretera decorada por césped y árboles a los lados

—¿En serio no nos van a decir a dónde vamos? —preguntó Kehr, después de unas horas.

—No, es una sorpresa —respondió Enora, girando ligeramente para mirarlo por encima del hombro—. ¡Les va a encantar, ya lo verán! —sonrió con complicidad.

—¿Al menos estamos cerca? —intervino Halsey, su curiosidad palpable en el aire.

—Faltan solo unos minutos más —anunció Sebastián mientras les echaba un vistazo por el retrovisor—. Prepárense para bajar.

—Siempre estoy listo —replicó Kehr con un tono juguetón.

Las risas estallaron en el coche mientras Sebastián giraba el volante con destreza.

De repente, un hermoso e inmenso bosque apareció ante ellos, verde y vibrante. Su tamaño era realmente impresionante.

Condujo un poco más hasta llegar al techado que marcaba la entrada del bosque. Detuvo el coche y apagó el motor con un suspiro de satisfacción.

—Hemos llegado —dijo mientras colocaba las manos sobre sus piernas—. Dejaremos el coche aquí.

Las puertas se abrieron de inmediato y los chicos salieron apresurados hacia la parte trasera para sacar sus bolsos.

—Debemos caminar durante varios minutos —avisó Enora con un brillo de emoción en los ojos.

Sebastián activó la alarma del coche y se acercaron a la entrada del bosque, adentrándose en su frescura envolvente.

Era un lugar muy conocido entre los campistas: un bosque sereno a las afueras de Manhattan, aunque pocos recordaban su historia realmente.

Los chicos comenzaron a moverse con tranquilidad, observando todo lo que les rodeaba con asombro.

—Este bosque es precioso —exclamó Sophia, levantando la vista hacia las copas de los árboles que se movían suavemente.

—Sí, por eso pensamos que sería un buen lugar —respondió Enora, mirándola con complicidad por encima de su hombro.

Tras unos minutos de caminata, Sebastián detuvo su andar. Todos se reunieron a su lado, expectantes.

Delante de ellos se abría un pequeño círculo libre de árboles, perfecto para armar dos carpas y pasar la noche bajo las estrellas.

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⏰ Última actualización: 12 hours ago ⏰

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El Chico Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora