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 -“Te amo” – dijo el principito…

-“Yo también te quiero” – dijo la rosa.

-“No es lo mismo” – respondió él…

Te voy a explicar la diferencia: “Querer es tomar posesión de algo o de alguien. Es buscar en los demás aquello que llena los intereses personales de afecto, de compañía…Querer es hacer de nuestra propiedad lo que realmente no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para sentirnos completos, porque hemos visto en nosotros puntos donde reconocemos ciertas carencias.

Querer es esperar, es apegarse a las cosas y a las personas desde nuestras necesidades, llegando a convertirse en dependencia y hasta poder comenzar a mostrar cierta obsesión. Entonces, cuando no obtenemos reciprocidad, llega el sufrimiento. Cuando no somos correspondidos por el “bien” querido, nos sentimos frustrados, tristes y decepcionados.

Si quiero a alguien, tengo expectativas, espero algo, espero esa reciprocidad. Si la otra persona no me da lo que esperaba, entonces sufro. La cuestión es que seguramente la otra persona tenga otras motivaciones, otras expectativas, pues cada uno somos un mundo”.

Seguramente te estarás preguntando. ¿Qué tiene que ver esto con la historia de la chica?
Simple.
Ella realmente lo amaba. Así, en pasado, pero que aún sucede.

Dejó de sentir que la quería,
que aún eran pareja,
o lo que sea que fueran
o no fueran
dejó de sentir que quería verlo, que alguna vez lo extrañó,
que aún quería darle cariño.
Dejo de sentir.
Tal vez, por la distancia que sentía. Y no de esa que se mide en kilómetros, sino, la del alma, el corazón y el querer "mutuo".

De a pedazos  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora