Los siseos y voces de los estudiantes se hacían más fuertes y ansiosos conforme pasaban los minutos. Miraban sus relojes con frecuencia o los que no tenían reloj, sacaban a escondidas sus celulares para mirar la hora.
Un grito se escucho desde alguna parte de la sala, e hizo que muchos de los demás, atraídos por la idea, comenzaran a hacerlo también, ocasionando un barullo aun mayor.
Sin embargo, Gwendolyn Sandler no estaba distraída cuando el profesor, el señor Skinner, pronunció su nombre en voz alta. Sin vacilaciones, se levanto de su asiento dando un brinco. El señor Skinner la miro a través de sus lentes con desaprobación, pero no le dijo nada, ya que sabía que Gwendolyn era una de las chicas que no le importaba la opinión de los profesores sobre ella, ni sus notas, ni el instituto, ni nada.
Gwen sonrió satisfactoriamente mientras avanzaba, a pesar de que sabía que su nota no iba a satisfacer a sus padres. Al pasar por al lado del banco de su amiga, Érica Mawson, sintió una palmadita en la espalda. Giro levemente hacia ella, y leyó sus labios: “Suerte, torpe.”
El señor Skinner estaba cruzado de brazos, se lo veía impaciente y malhumorado, como comúnmente siempre estaba al chocar con una de sus peores alumnas, pero esta vez demostraba en su rostro un enojo inconfundible particularmente con la hoja que sostenía en su mano.
—Buenos días, profesor Skinner. Se ve usted radiante hoy. —le dijo Gwen, con una sonrisa falsa, solo para irritarlo. —¿Es nueva esa corbata?
—Señorita Sandler, temo que usted se ha equivocado, son buenas tardes. —le corrigió él, sonriendo triunfalmente, como si hubiera ganado la pelea.
—Creo que todavía es de día, ¿cierto? —preguntó, mientras se giraba hacia la ventana, y se sorprendía falsamente al ver que el sol todavía estaba en el cielo.
El profesor borro rápidamente la sonrisa en su rostro.
—Como sea. Aquí esta su nota. —le espetó, tendiendo con torpeza el examen corregido hacia ella.
Gwen ahogo un grito y miro sorprendida la nota.
—¡GUAUUUU! —gritó. Le arrebato el examen con fuerza y comenzó a dar brincos en el lugar. —¡UN NUEVE! ¡HE SACADO UN NUEVE!
—¡Bien hecho! —le felicito Chase, desde el primer asiento, que había alcanzado a oír toda la conversación entre profesor y alumna.
Muchos volvieron la vista hacia el espectáculo de Gwen, sorprendidos por la noticia.
“¿Gwendolyn aprobó?”, “Imposible.”, “Me parece que le ha pagado a Skinner.” Murmuraban los chicos de su clase, y ella alcanzo a oírlos, pero los ignoro.
¿Desde cuándo a Gwendolyn Sandler le importaba la opinión de los demás?
—Muchas gracias, señor Skinner. —le dijo. —Creo que debería estar contento por mi gran logro. Después de todo, no soy tan inútil de mente como usted dice.
—Nunca he dicho eso, Sandler. —contestó frunciendo el ceño.
—Pero lo pensó.
Skinner soltó un suspiro exagerado de cansancio y negó con la cabeza, como pensando: “Esta chica no tiene reparo”, y al final repuso:
—Sus palabras, no las mías.
Gwen volvió a su banco, y en el camino muchas manos chocaron con la de ella.
—Apuesto a que Gwendolyn se ha acostado con Skinner para conseguir ese nueve. —bromeo una voz chillona que Gwen reconoció al instante. Otra voz se rió incitando a otras personas también a hacerlo.
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Idas y vueltas de una adolescente.
Teen Fiction¿Cuánto puede costar vivir la secundaria sin peleas, corazones rotos, círculos viciosos, amistades largas y cortas, traiciones y malas notas? Pues la respuesta la tiene Gwendolyn Sandler. "Es imposible."