Cap 2. Estrellas.

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10 días antes de Nochevieja.

El viernes había pasado tranquilo, sin ningún tipo de emoción más allá de comprobar que todos los regalos estaban a punto y si alguno no le convencía, buscar alguna cosita más de última hora. Muchas veces el mismo Raoul se quejaba de su capacidad de dejar las cosas para el último momento, pero jamás con los regalos. Ponía el árbol los primeros días de diciembre y los regalos muchas veces los preparaba durante el mes de noviembre. Le encantaba regalar y currarse incluso el envoltorio que era lo primero que se rompía.

Jamás dejó un regalo para el último momento, él buscaba y rebuscaba por todos lados ideas y posibilidades para regalar. Lo quería todo perfecto, y así era. Siempre sus regalos eran los mejores de entre todos, ya que él se fijaba mucho en lo que decía la gente, en lo que se paraba a mirar más rato de lo normal, se fijaba en los detalles que nadie solía ver.
Raoul era el típico amigo que te regalaría una caja de los sentidos, o te prepararía la mejor fiesta sorpresa.
En cambio a él, le regalaban calcetines que nunca llegaba a ponerse y guardaba en el primer cajón que veía. Calcetines que nunca volvían a ver la luz. Había recibido regalos buenos, de eso no podía quejarse, pero esos regalos habían sido comprados por lo mucho que los pedía el rubio, igual que aquellos patines que pidió con 15 años. Todo era muy material, con poco sentimiento dentro.
De ahí nació esa leve obsesión con la perfección en los regalos.

Abrió su armario y volvió a organizar los regalos ya envueltos. Dos para mamá, dos para papá y dos para Álvaro, dos para la abuela y otros dos para Sam. Uno para Xavi y tres para Belén. Siguió contando y sonrió al ver, que todo estaba perfecto y en completo orden.
En cuanto cerró la puerta de su armario el timbre sonó y fue a abrir a Xavi, que esperaba que lo abriese con pizza, preparado para la noche de viernes con pizza y peli.

Poco después entró por la puerta con una gran sonrisa y Raoul no pudo evitar aspirar con fuerza el olor que llegaba de la caja con la pizza en su interior.

-Hola enano. -saludó el castaño con una gran sonrisa.

-Hey. -respondió el chico, dejando paso al muchacho que entró no sin dejar un beso en la mejilla del rubio.

Raoul y Xavi se llevaban dos años de diferencia, para sorpresa de muchos, era Raoul el mayor. Aunque físicamente aparentase todo lo contrario. Se conocieron a través de Belén que lo conoció por ser el -ahora ex- de un amigo.

Se sentaron en el sofá tras dejar lista la película y la mesa y empezaron a verla acompañados con el delicioso sabor de la pizza. Con una distancia normal, una distancia que tendrían dos amigos y no una -casi- pareja.

En cuanto la película acabó Raoul se sonó con fuerza la nariz, debido al haber llorado durante prácticamente todo el final de la película.
Xavi en cambio, seguía igual a como había llegado, solo que sin pizza y sin abrigo.

-Eres un moñas Raoul. -soltó el castaño, llevándose un golpe en el hombro.

-No jodas. -se retiró parte de las lágrimas y tras hipar unas veces continuó.- No me había dado ni cuenta.

Su acompañante rio y se rascó la nuca en un leve gesto de nerviosismo.

-Oye Raoul -llamó Xavi, recibiendo la mirada del catalán esperando a que siguiese.- ¿qué somos?

A Raoul no le pilló por sorpresa su pregunta, no era la primera vez que tenían esa conversación.

-¿Necesitamos etiquetas Xavi?

El hilo rojo del destino. RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora