Nochevieja.
Esa semana pasó más rápida de lo que les gustaría.
Raoul abrió los regalos con ilusión, ganándose algún comentario de burla por Xavi sobre que parecía un niño pequeño y, aunque el era consciente de que iban sin maldad, a veces le llegaba a molestar. Muchas veces le habían dicho que durante su infancia fue un niño muy maduro para su edad y en cambio, durante la adolescencia, le decían que era muy maduro pero demasiado crío a la vez.A Raoul esas cosas se le quedaron grabadas y siempre intento ocultar un poco su lado más niño, aunque fuese su favorito.
Con una pequeña sonrisa abrió sus regalos con Xavi a su lado abriendo otro, ese año no pasaron el 25 en casa de los padres de Raoul porque quisieron dejarles pasarlo juntos, aunque el rubio se muriese de ganas de ver a su familia en esa época tan especial.
Rasgando el papel se encontró con el primer regalo de Xavi. Era blandito y suave, lo sacó del envoltorio y se encontró con un pijama de cuerpo entero. Era negro y blanco, cuando vio la capucha supo que era un pingüino.
Abrazó a Xavi, que lo recibió con sus fuertes brazos y sonrieron.
-Muchas gracias, Xavi. Dormiré calentito ahora. -agradeció sonriendo.
Xavi tuvo que hablar con Mireya, su mejor amiga, para saber qué quería y le hizo recordar que quería ese pijama desde hacía tiempo.
Mireya se sintió mal por ayudarle, no por él, si no por Raoul. Se supone que tu "novio" debe saber que cosas deseas, inclusive si son las más tontas. Mireya adoraba a Xavi, era un buen chico, pero no prestaba atención a esos detalles que sabía que a Raoul le fascinaban.
-Termina de abrir el tuyo, venga. -pidió el rubio en cuanto se separó de él, dejando un beso en la mejilla.
Xavi cortó con las manos uno de los últimos trozos de celo y dejó al descubierto una cajita blanca adornada con dorado. Dentro se encontraba una cadena plateada, con un colgante en forma de gota de agua.
Por difícil que pareciese de explicar, para Xavi el agua era su vida. Nadaba desde pequeño, en piscinas o en mar. Disfrutaba hasta del agua de la ducha, bien fría.
Al verlo, los ojos se le humedecieron y no pudo evitar sentirse mal de que Raoul hubiese sabido encontrar un regalo perfecto y el en cambio hubiese tenido que preguntarle a su mejor amiga. Se sintió mal por Raoul y por él mismo, porque el chaval se merecía todas las cosas buenas.
-Raoul... es preciosa. Te has gastado muchísimo en esto seguro, y-yo... -sentía como iba a explotarle el corazón, era uno de los regalos más bonitos que había recibido y supo que, aunque cortase con Raoul en algún momento de su vida, jamás olvidaría a ese rubio.
-Tenía una idea similar, pero esta era mejor y cuando la vi me enamoré de ella.
Xavi se abrazó a él como antes hizo Raoul y una lagrima rebelde calló mejilla abajo, haciéndole reír. Sólo ese chico sacaba su lado más sensible.
-T'estimo petit.
-I jo a tu. -dijeron en sus oídos.
Comieron las sobras de la noche anterior y durmieron toda la tarde, por la noche jugaron a juegas de mesas y rieron muchísimo.
Quizá no estaban enamorados el uno del otro todavía, pero si que se querían mucho y bien.
[...]
-Agoney, abre ya tu regalo. -le suplicó Alfred, entregándole el paquete.
-No puedo ni quiero aceptar un regalo tuyo navideño Alfred.

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El hilo rojo del destino. Ragoney
FanfictionUna leyenda cuenta que dos personas están unidas por el hilo rojo, puede estirarse, tensarse pero jamás romperse. El hilo rojo les unió a ellos dos.