•Latidos del Corazón• [RivaMika]

Capitulo 2: Tomate

Late fuertemente mi corazón cada vez que me topo contigo, cada vez que nuestros ojos se cruzan y cada vez que nuestros cuerpos chocan accidentalmente.
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Observó tu reflejo en la ventana del autobús en la que ambos vamos, yo voy un asiento adelante de ti, y tu detrás, tengo puestos mis audífonos pero no escucho nada...

Mas que tu hermosa voz

Estas platicando con un viejo amigo tuyo. Te escuchas demasiado feliz, tanto así que hasta a mí me sacas una sonrisa.

Con tan solo escucharte.

Sin darme cuenta, ya hemos llegado a nuestro destino. Te despides de tu amigo y te pones frente a la puerta de salida esperando a que el bus abra sus puertas.

Me ves que me acerco, y me dejas pasar primero.

Mi corazón vuelve a latir con rapidez, me duele.

Baje temerosa, sin decir nada.

Ambos íbamos tarde, íbamos a la par caminado, nuestros caminos cruzando. Subimos al mismo tiempo las escaleras, hubo un pequeño roce en nuestros brazos, no sentí aquella aquella conexión que un día sentí hace mucho tiempo.

Giramos al pasillo, vamos por la misma dirección pero en diferentes salones, tú irás a darles clases al otro salón y yo a mi salón.

Al momento de girar, sin darme cuenta me quedé sin espacio, sin querer choque con su cuerpo, sentí esa conexión.

Ni uno de los dos dijo nada, solamente nos miramos y nos quedamos callados, te mire con desprecio.

Tú seguiste el camino, yo me quedé parada estupefacta por lo que pasó, varias estudiantes observaron el momento.

Me quedé mirándote como te ibas, muy lejos de mí.
Eso me entristeció.

Volví a retomar mi camino, entre a mi salón de clases, y me senté en mi butaca. Mis amigas me observaron con un ceja levantada cada una de ellas.

–Estas roja como un tomate, Mikasa– Se atrevió a decir Sasha esbozando una sonrisa picarona, mi única cómplice que sabía la verdad de mis sentimientos, ella quien escuchaba todo lo que pienso de ti, absolutamente todo.

–Hmp– Salió de la nada ese sonido de mi boca, no quería hablar sobre el incidente de hace unos momentos estando todas mis compañeras y amigas de clase, no mientras ellas no sepan que esa persona me gusta.

Sasha supo lo que realmente significó ese sonido, dejando atrás el tema de mi rojo rostro, empezó a decir uno que otro chiste, haciendo reír a mis compañeras. Me sentí agradecida.

La única que podía ponerme al hilo de la muerte pero también protegerme.

Después de un rato, ya que se había calmado el pequeño alboroto que se hizo por mi estúpida cara rojiza, tratando de que olviden todo es como si el destino jugará conmigo.

–¡Hey, Mikasa!– Habló llamando la atención Eren –¿Porque llegaste tarde? No te espere porque creí que ya venías en camino pero cuando llegue aquí no estabas– Miradas furtivas pasaron por mi, estaba apunto de responder cuando, Eren volvió a hablar. –¡Oh, vi como chocaste con ese profesor tan enano!– salió una gran carcajada de él llamando la atención de todos.

–Eren, baja la voz– Trate de sonar calmada pero me es imposible y más con saber que Eren me vio chocando con él.

¿Porque de todas las personas Eren?

–¿Oh?, ¡Mikasa!, ¡Que suerte tienes!– escuche los gritos de mis compañeras, me avergoncé como nunca antes.

Cerré mis ojos, respire profundamente, me calme. Ya no escuché ningún ruido, solo así podía llenarme de paz, ignorando a los demás. No es novedad que lo haga así que deberían de estar acostumbrados.

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–Sin duda ese día me puse como tomate.–

Sentada a un lado del ventanal observando como la tormenta caía, el cielo cada vez más oscuro se ponía y mis lágrimas no dejan de correr por mis mejillas al recordar los bellos recuerdos de mis días de primer año de preparatoria, en donde era una chica débil cada vez que veía esa persona que hacía latir su corazón al rosar sus cuerpos.

Pero...

Sigo siendo esa chica débil que llora cada vez que recuerda los pequeños momentos que tuvo con su crush.

No.

El hombre de mis sueños, el amor de mi vida.

Y ahora llevaría el plan que tengo desde primer año, no se detendría, ya no ocultaría más sus sentimientos, por fin mandaría a todos al diablo y sería libre aunque fuese rechazada.