Capítulo único

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En mi frustración por escribir algo para mi santa pliroy surgió esto. Obviamente no es digno de ser un regalo, ops. Pero tenía que sacarlo de mi sistema^^

Soy tan miserable para escoger títulos :c

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Yuri escondió las manos enguantadas en los bolsillos del abrigo, buscando mantenerlas calientes. El clima parecía estar más frío en Canadá, o quizás se debía a que a su edad no podía soportar el frío como antes. Arrugó las cejas ante esa idea. El paso del tiempo era inevitable, aún para el tigre de hielo de Rusia.

Apuró el paso, apremiado por la tarde que ya caía sobre la ciudad. Necesitaba apurarse.

Tropezó con una pareja que salía discutiendo de una tienda. Vio a la chica gritarle a su compañero, aventándole las bolsas que llevaba encima. Los miró con curiosidad, tragándose las ganas de interrumpir. No podía ir inmiscuyéndose en vidas ajenas. El joven recogió las bolsas antes de echar a correr tras ella, alcanzándola antes de que doblara la esquina. Cruzaron palabras, se abrazaron... Yuri desvió los ojos, aliviado y celoso a partes iguales. Su mente retrocedió, una vez más, veinte años en el pasado, hasta esa misma fecha, en su lejana Rusia.

Vísperas de Navidad, se suponía que todos estaban celebrando en sus casas, felices con sus familias. Pero no él no Yuri Plisetsky, el iracundo medallista ruso. ¿Por qué se había enojado? Ya ni siquiera lo recordaba, solo sabía que había explotado, como solía suceder en esos casos, aventando un sinfín de malas palabras hacia su compañero. El motivo había parecido insignificante a los minutos siguientes, pero en ese instante él estaba seguro de que era importante y, más aún, que él tenía la razón. Jean siempre trataba de bajarle el perfil a sus discusiones, como si estas no fueran importantes y como si Yuri estuviese siendo un dramático. Odiaba eso. Él tenía el maldito derecho de hacer todo el drama que quisiera.

—Tal vez no deberías estar aquí conmigo —había escupido, con verdadero rencor—. Si tantos dramas hago, búscate alguien que sea más sumiso. Vuelve con Isabella, ustedes parecían llevarse muy bien, ¿no? Apuesto que ella estaría feliz de abrirte las piernas de nuevo.

Jean lo había mirado estupefacto. Isabella era un tema superado entre ellos, pero Yuri solía sacarla en sus peores peleas, cuando realmente estaba cabreado, pero no tenía argumentos para discutir.

—No sabes de qué estás hablando...

—¡Claro que lo sé! Es más, podrías pasar la navidad con ella. No quiero ver tu estúpida cara aquí.

El silencio colgaba espeso entre ambos luego de que esas palabras dejaran su boca. Yuri casi se arrepintió al ver la mirada dolida de JJ, pero su orgullo era más fuerte y no le permitió retractarse. Eso le enseñaría al canadiense a no burlarse de él ni mentirle. Una navidad separados no sería tan malo. En ese mismo momento incluso parecía ser una gran idea: podría visitar a Mila y emborracharse mientras le contaba, a trompicones, los devenires de su relación. Ella le daría buenos consejos... y si no, bueno, bien podía quedarse en su casa, junto a su gata, bebiendo ponche y viendo películas ridículas por la tv.

Jean tomó su chaqueta, girando a mirarlo antes de abrir la puerta.

—Yuri —lo ignoró—. Nos vemos mañana.

La puerta se cerró y Yuri dejó escapar un bufido de rencor. No se despidió, seguro que estaba en su derecho. De todas maneras, Jean volvería a buscarlo al día siguiente.

Pero él no regresó. Nunca.

Exhalando bocanadas de oxígeno escarchado, finalmente llegó a la parte más alta de su destino. El invierno cubría de un halo extrañamente nostálgico el lugar. Había cierta belleza en esa soledad tranquila, sin nadie caminando por las inmediaciones. Supuso que todo el mundo estaría en sus casas, disfrutando de la cena navideña.

Suspiró, sacando su regalo de la bolsa.

Solo en casa acababa de terminar en el cable cuando su teléfono vibró en su mesa de noche. Mila. Lo ignoró, no quería hablar con nadie. La llamada acabó e inmediatamente volvió a entrar. Yuri rodó los ojos, pensando en apagar el maldito aparato si eso significaba que lo dejarían tranquilo. No quería saber de nadie. Silenció el móvil y lo abandonó en medio del cobertor mientras se levantaba para ir por más palomitas de maíz. Nadie interrumpiría su maratón de películas y su malhumor esa noche. Ni siquiera Mila. Probablemente Jean le habría ido con el chisme y ahora la pelirroja trataba de ponerse en contacto con él para darle una charla acerca de no pelear con el novio en vísperas de Navidad y blablá. Cambió de canal y se olvidó del asunto. Estaban dando la película de Schwarzenegger.

Quince minutos después, golpes furiosos sonaron contra la puerta del departamento. Por un segundo, Yuri se asustó. Sus cejas se fruncieron poco después, pensando que el idiota de JJ regresaba para suplicarle hablar. Pero JJ nunca aporreaba así. Solo restaba una opción.

—¡Yuri! ¡Abre, es importante! —la voz estridente de Mila sonó fuerte desde el otro lado. Había un matiz de angustia imposible de ignorar, y Yuri se apresuró a regañadientes por la sala. La cara de Mila estaba pálida, y no se debía al frío de la noche. Lo supo cuando vio esa mirada asustada pintada en sus ojos. Al día de hoy, aún puede recordar cómo latía su corazón cuando le echó los brazos al cuello y lo apretó contra su pecho de una manera casi sofocante.

—¡Lo siento, Yuri, lo siento! —el tartamudeo cortado con sollozos disuadió el plan de empujarla lejos. Yuri se quedó perplejo, con las manos a medio alzar.

—¿Qué?

—Jean... tuvo un accidente.

Yuri miró el ramo de rosas rojas. A Jean siempre le habían gustado. Eran fuertes, hermosas, apasionadas como él. Sonrió de medio lado mientras se inclinaba para dejarlas sobre la loza. Frente a él, la sonrisa radiante de su antiguo novio le dio la bienvenida desde la fotografía tras el cristal. Los veinte años no habían pasado por ese rostro estancado para siempre en la memoria del tiempo.

—Feliz navidad, JJ. Aún espero a que sea mañana.

Vísperas de navidad, y la figura solitaria de un hombre adulto arrodillado en el cementerio se desdibuja a la lejanía, cuando la nieve comienza a caer sobre las calles frías de Toronto.

No todo el mundo tiene una feliz navidad. 

Mañana... ||Pliroy||Where stories live. Discover now