¡Claudia, se están besando!

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La manada Hale estaba sentada en el comedor de la casa Stilinski, todos en la mesa oían atentamente a Claudia explicarles la situación de su familia y responder sus preguntas mientras cocinaba unas tortitas. Todos excepto, obviamente, Derek.

Derek estaba más feliz sentado en el sillón del living con Mieczyslaw en su regazo viendo una una película animada. El Hale menor tenía sus brazos alrededor de la cintura del niño con ojos de Bambi, apretando para juntarlos más (si es posible), pegando su pecho con su espalda.

El ojiverde olfateaba el cabello y nuca del más joven, restregaba sus rostros para mezclar sus olores y daba besitos en su cabeza, cuello y mejillas, provocando cosquillas y haciendo reír al receptor de estos, dando algunas mordidas ocasionales en sus orejitas. Mieczyslaw con gusto le devolvía las muestras de afectos dando besitos al pequeño lobo en su mejillas y nariz. La película quedando ya dejada de lado.

Los Hale no sabían si escuchar a la señora Stilinski o ver la tierna escena.

—...Y esa sería la razón por la que vinimos aquí —terminó con una sonrisa Claudia.

Los Hale apartaron sus ojos de los infantes para ver la castaña.

—¿Qué? Disculpe, no estaba escuchando —dijo avergonzada la matriarca Hale.

—Eso creí. —soltó una risita la castaña— Hubiera sido raro que reaccionaran tan normal después de decir que somos extraterrestres de Venus que vinieron porque el planeta estaba en peligro.

—¿Qué? —dijeron todos los Hales. Excepto Derek.

Claudia tapó su boca para no dejar salir una carcajada.

—Lo siento, es que sus caras eran tan graciosas, no pude evitarlo.

La Stilinski seguía soltando unas risitas cuando se oyó una nueva voz.

—Claudia, estoy en casa.

—En el comedor, amor.

Al comedor entró un hombre rubio de rostro serio, ojos verdes y postura cansada. Una vez vio a los lobos y la escena que ocurría en el living, su expresión no tenía precio y Claudia ya no pudo evitar soltar una carcajada que fue seguida de otra.

—Claudia, ¿Por qué nuestro hijo está en las piernas de otro niño que parece querer fusionarse con él? —dio una pequeña mirada a los Hale— ¿Vecinos?

—Hola, amor, ¿Qué tal tu día? Yo lo he pasado muy bien. —señaló a los presentes— Ellos son los Hale, la manada local de la que te hablé, y ese niño es Derek Hale, mate de nuestro bebé.

—Oh, —exclamó Noah, parecía una mezcla de sorpresa y resignación— así que es eso.

Silencio.

Se dirigió hacia Talia y Thomas— ¿Quieren un trago? Yo quiero un trago —y escapó hacia la cocina.

Claudia soltó otra risita— Es tímido con los extraños. Estaba por preparar la cena, quédense si gustan y les contaré con más calma todo, esta vez no hablaré de extraterrestres, —desde la cocina se oyó "¿Por qué estás hablarías de eso?"— y así podremos comer ese pie, se ve delicioso.

Tomó el pie de las manos del Hale mayor, que no lo había soltado en todo este tiempo, y fue a la cocina. Los Hale se quedaron solos en el comedor, viendo que no había nada más que hacer, dirigieron su atención a la dulce escena protagonizada por los dos infantes.

Derek, con Mieczyslaw aún en sus piernas, lo volteó para quedar cara a cara, puso sus manos en su rostro y le pellizcó suavemente las mejillas.

—Mechia, nosotros somos mates, lo que significa que siempre voy a estar contigo y tú siempre estarás conmigo. También significa que no debes dejar que alguien que no sea yo te de besitos y mimos como lo hago yo, tal vez tu mamá y papá o los míos, pero dejes que lo hagan Cora, Laura ni Peter, en especial Peter, Peter es malo.

—Pete mao, ¡Mao, mao! —el más pequeño comenzó a reír.

—Así es, malo. —le dio un beso en la nariz— Pero yo soy bueno, así que puedes darme muchos mimo y abrazos y besos, Mechia, ¿Me das un beso?

—¡Becho! ¡Der becho! —exclamó feliz Mieczyslaw.

Y sin más, el bebé de grandes ojos miel puso sus diminutas manitas a cada lado del rostro del Hale y juntó sus labios con los del lobito en un dulce, corto y casto beso.

El castaño tenía una gran y hermosa sonrisa, el azabache no podía parar de sonreír embobado, casi hipnotizado, los dos con los rostros sonrojados como si florecieran rosas en sus caras y de sus ojos salieran fuegos artificiales. Derek no podía de la emoción, agarró al menor de la parte posterior de su cuello y le plantó un amoroso beso.

En eso salieron los señores Stilinski.

—¡Claudia, está besando a nuestro hijo!

—Que tiernos, ¿Quieren tortitas con chispas o jarabe de cholocate?

—¡Está besando a Mieczyslaw!

—Son mates, cielo.

—¡Lo está besando!

—¿Entonces chispas?

Los Hale sabían qué decir.

—Sí, chispas.

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⏰ Última actualización: Dec 25, 2018 ⏰

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