2. Dolor y empatía.

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         Siempre he considerado que soy un actor, o más bien, que nací para vivir siendo uno. Desde pequeño mamá siempre me sacaba en cara lo frío e indiferente que me mostraba con las personas, y no era mi culpa, simplemente no tenía la capacidad de sentir afecto. Tampoco es que ella fuera mala madre y me haya llevado a tener alguna clase de resistencia a las emociones por un trauma, sólo no las tengo y ya. Al igual que no podía sentir dolor emocional, tampoco podía sentir el físico, una gran ventaja considerando que me permitía hacer muchas cosas sin aquel límite humano de sufrimiento. Con el paso del tiempo comencé a fingir que me emocionaba, amaba u odiaba algo sólo con el fin de que ella dejara de regañarme y pudiera librarme de ella, pero como dije, no sentía nada con que me castigara o dijera algo hiriente, solo que me hacía perder tiempo que podía usar para aprender algo nuevo.

       A medida que crecía iba mejorando mis habilidades actorales llevaron a que todos creyeran que era perfectamente normal, aunque en el fondo sólo yo conocía mi verdadera situación, la de un ser humano sin anhelos ni sensaciones profundas. Tendría unos 14 años cuando me llegó la primera sospecha de que podría ser un psicópata, al investigar un poco me di cuenta de que compartía muchas de las similitudes con aquellos criminales que no tenían un pizca de empatía, pero también que me faltaban otras tantas para poderme clasificar completamente como uno, así que comencé a experimentar.

        En Internet existen muchas páginas que contienen imágenes y vídeos que alimentarían a la mente más morbosa en la faz de la tierra, desmembramientos, decapitaciones, accidentes, violaciones, entre otras cosas aparentemente repulsivas para las personas, las miraba cada día, en teoría iba subiendo la escala de violencia con cada nueva cosa que descubrían mis ojos, pero nada, entre ver un episodio de una serie infantil a ver una ejecución a sangre fría me daban exactamente la misma sensación de profunda indiferencia. ¿Eso dictaminó que yo fuera un psicópata? No exactamente, conocía muchos chicos que parecían pasarla en grande viendo estas cosas, en efecto, eran la gran mayoría, y si no eran psicópatas no tengo ni la más mínima idea de que trastorno tienen... ¿Será acaso que cada persona tiene un trastorno mental distinto? ¿Con sus propias características y especificaciones?... Quien sabe...

        El dolor físico también fue puesto a prueba muchas veces por mi. Siempre veía que para los demás bastaba solamente con que una diminuta astilla les rozara la piel para que diera gritos de dolor tan fuertes como para dejarte sordo toda la vida. En una ocasión cuando tuve que freír un par de huevos vi la perfecta oportunidad, se me ocurrió depositar mis dedos en el aceite hirviendo para ver cuanto aguantaba, mi madre cuando vio lo que estaba haciendo se llenó de pánico y en menos de 10 segundos puso mis manos en agua fría, tuve que hacerle creer que estaba llorando, pero realmente no había sentido nada, era una escena sumamente incómoda, siempre que veo las cicatrices que me quedaron recuerdo mi percepción de que era una clase de monstruo que no sentía dolor.

        ¿Qué era? ¿Un psicópata o un monstruo? No había escuchado de psicópatas que no sintieran el dolor físico, pero tampoco de monstruos que no tuvieran los deseos de asesinar personas. Sabía que si comentaba lo que me pasaba a los demás me verían extraño, aunque tampoco era para mí una necesidad para mi ser aceptado, tan sólo me daba mucha curiosidad conocer mi verdadera naturaleza y lograr saber más cosas sobre mi persona.

        Sólo una vez creí sentir algo parecido a la empatía. Era pequeño y no podía dormir, pronto descubrí que se debía a que mi madre lloraba en la habitación de al lado y el ruido había interrumpido mi sueño, me acerque hasta su cama y la mire, estaba sentada en el suelo mirando una carta, nunca supe que decía aquella carta pero sospechaba que por la firma tenía algo que ver con papá, no lo veía desde hace años, cuando ella me vio se detuvo y me dijo que volviera a dormir, pero ocurrió algo increíble, no le obedecí y me recosté junto con ella, mamá sonrió y me hizo cariño en el pelo y nos dormimos los dos. Nunca más me ha vuelto a pasar algo semejante.

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