2.

46 3 1
                                    

La oscuridad era lo único que nos acompañaba en nuestro lindo paseo por el subterráneo, pues como ya mencioné, no era un lugar muy poblado por los alumnos—en verdad no había nadie y jamás lo hubo—ni profesores, por lo tanto, la directiva del instituto no se preocupaba de este sector en cuanto a iluminación y limpieza se refería . En pocas palabras, era una parte abandonada del gran edificio. En Pell teníamos unos focos potentes para la iluminación que robamos a una mecánica vecina. Se enchufaban y también eran recargables en caso de necesitarlo para un corte de luz. El punto es que al menos había electricidad en el sitio, lo cual no es permitía expresar nuestras ideas con mayor claridad. En caso contrario, tal vez lo nuestro parecería una secta satánica en contra del Hogar.

Cuando estábamos a pasos de Pell, me anticipé con desesperación al chico para cruzar la puerta y asegurarme de obtener un sitio cómodo, como el viejo sofá que realmente era como un pase vip. Apenas entré, la oscuridad no dejó de hacer presencia lo cual me extrañó bastante.

—¿Alguien?

No recibí respuesta.

—¿Porqué las luces están apagadas?—preguntó Jungkook por detrás de mi.

Suspiré en medio del profundo silencio del Pell. Supuse que tal vez la gente que debía asistir a la reunión se había atrasado o quizá simplemente Jungkook nuevamente hacía ver su manía de llegar temprano a todo. En tanto, el chico de cabellos castaños se dirigió a uno de los focos para encenderlo mientras que por mi parte, el sofá era mi único objetivo. A paso rápido fui hasta ahí, sentándome como si mi vida dependiera de ello, sin embargo, mi objetivo se vio opacado por una estructura dura haciendo presión en el cachete derecho de mi trasero.

Un grito agudo atacó sin piedad mis oídos—supuse que también los de Jungkook—. Había alguien, y no lo había notado. Caí en cuenta que aquello enterrado en mi trasero, era una rodilla. Me levante tiesa, entre incómoda y disgustada por la sensación. Era una rodilla casi esquelética la que había pasado por mi trasero. Cerré los ojos con fuerza, y en cuanto pude, vi a Hobi con expresión de dolor, afirmándose la rodilla con fuerza.

—Joder... lo siento mucho Hobi.—dije, juntando rápidamente mis dos manos para disculparme con él.

—¡Casi me matas niña! Estaba durmiendo en el maldito sofá.—contestó él con sublevación, aunque no parecía enojado.

—Estaba oscuro. Aún está oscuro.

Como si Jungkook me hubiese escuchado, encendió los focos para iluminar el lugar. Lo miré de reojo para asegurarme, pero la verdad es que el castaño estaba lejísimos del sofá. Se debía a una simple coincidencia.

—Llegan temprano. Recién son las cinco,—bufó Hobi—esperaba poder dormir un poco, ya que nos pasamos de casa en casa robando cosas.—mencionó de manera un tanto despectiva.

Fruncí el ceño al notar esto.

—Si no te agrada, ¿Porqué lo haces?—pregunté, sentándome al lado de él en el sofá.

—¿Dije que no me agrada?

El chico se tiró hacia atrás como si el cuerpo le pesara. Al parecer, despertarlo no había sido una buena idea. Hobi era uno de nuestros amigos, cabe mencionar que entre todos, el más maduro y cuerdo; comúnmente nos hacía entrar en razón sobre las estupideces que hacíamos. Suspiré mirando al techo del Pell. Quedaba un buen rato para que recién comenzara a llegar la gente, y eso me confirmaba que nunca más debía de hacer caso a las molestias de Kookie sobre "Se nos hace tarde". Era una ridiculez sabiendo como era, y en tanto, no había mucho que hacer, así que me levanté como poseída por una figura cuadrada a lo lejos y me dirigí hacia una pared donde se encontraba colgado un cuadro que jamás en mi vida había visto; estaba yo, Hobi, Kookie, Taehyung y Hane, la novia de Tae. Eran todos los integrantes de nuestra pandilla.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 15, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tears Of Blood. [MinYoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora