Cadáver
David Sarabia
La espeluznante sensación regresaba con fuerza, y comenzó a sentir el entumecimiento de sus extremidades, aunado a una piel áspera y deshidratada de la cual comenzaba a emanar un olor fétido. Eran los síntomas del comienzo de su eterna pesadilla. Ya estaba muerto, pero no quería podrirse.
Cadáver ya no sabía en realidad cuántos ataques de alerta había sufrido. Resignado, sabía que el tormento seguiría hasta el día que perdiera totalmente la conciencia para perderse en el oscuro y nauseabundo océano de la muerte.
Con dificultad y como si se fuera un hombre anciano, se levantó de su camastro a la vez que escuchaba con horror como sus articulaciones crujían pretendiendo desprenderse de una carne blanca y hedionda que las cubrían. Se enderezó hasta mantener recta su columna y alcanzar su metro ochenta de estatura.
Cadáver caminó por el pequeño espacio que era su miserable cuarto de renta y se detuvo frente al espejo ovalado fijado en la pared.
Miró su demacrado rostro de joven envejecido. A sus veinticinco años tenía surcos sobre la frente como si todo el estrés del mundo pesara sobre sus hombros; los ojos hundidos dentro de unas cuencas ojerosas, las cuales mostraban una mirada vidriosa con un par de iris negros abiertos como agujeros cósmicos. Mejillas chupadas y dientes marrones. De lo único que se orgullecía era de su larga cabellera rubia, la cual no perdía el brillo a pesar de los periodos de rigor mortis y muerte consciente. Su cabellera era lo único autentico que le quedaba de cuando había sido un guitarrista de Black Metal de pueblo.
¡Que tiempos! Pensó con nostalgia, como si fuera el recuerdo de años dorados olvidados. Pero que en realidad, tales años no habían sucedido, ya que el tiempo transcurría en el presente. Un año atrás, cuando la pesadilla apareció; Cadáver tuvo el primer ataque después de un concierto celebrado en una bodega abandonada a las afueras de la ciudad. Fue en la penúltima canción, en el punto climático cuando ejecutaba el largo solo de guitarra donde homenajeaba a las criaturas de la noche eterna; de súbito, comenzó a sentir un helado hormigueo acompañado de una sensación de rigidez.
El público: chicos de entre quince y veinte años en su mayoría, gritaban y cantaban la canción, al tiempo que agitaban sus cabezas hondeando sus cabelleras y haciendo el saludo heavy con las manos empuñadas al aire, alzando los dedos índice y meñique formando un cuerno diabólico. Algunos estaban de pie al fondo de la bodega y otros frente al templete, mientras que en medio, una masa de cuerpos bailaba empujándose unos a otros, moviéndose en forma concéntrica como si se tratase de un huracán humano.
Las dos canciones restantes fueron un martirio ejecutarlas. Sus dedos comenzaron a engarrotarse y pisaron mal los acordes, dando como resultado unos rifs torpes y carentes de potencia. Cosa que los fans no notaron, pero sí los del grupo.
Ahora frente al espejo, Cadáver comenzaba a maquillarse con Corpse Paint hasta dejar su rostro totalmente blanco, transformándose en un mimo fantasmagórico. Sí, era un muerto, y tenía que verse como tal. Pero lo que le desagradaba era el olor, la fetidez. Eso no lo soportaba y su desesperación aumentaba con la aparición de la rigidez mortuoria.
Recordaba que al finalizar el concierto había dejado caer su guitarra sobre el escenario y huir tambaleándose. Al refugiarse en el backstore comenzó a fumarse por completo un porro de mariguana. Esperó, y la yerba no surtía efecto. Asustado, le dijo a Calavera el vocalista, — ¡Me estoy entiesando, maldita sea! —. Y después reveló lo más espantoso, — ¡Mi corazón se ha detenido!... ¡estoy muerto!
YOU ARE READING
CADÁVER
ParanormalCADÁVER, ES EL NOMBRE DE BATALLA DE UN JOVEN BLACK METALERO QUIEN CREE ESTAR MUERTO EN VIDA, Y PARA NO SENTIR LOS SÍNTOMAS DEL RIGOR MORTIS Y OLER SU PROPIO HEDOR, UTILIZA UN PECULIAR REMEDIO AYUDADO POR SU NOVIA.