Hey, buenos días, soy Sakura Otaro y vengo a contaros la historia de mi curiosa y entretenida vida.
(Hechos reales ocurridos en una partida de los sims)
Llegué a una nueva ciudad con mi mejor amigo de hace unos años, Hideki Haru. Vinimos desde Japón preparados para cumplir nuestros sueños.
Él quería ser astronauta y yo, desde hace años que me dedico a pintar cuadros para venderlos. No es que gane un gran beneficio, pero me da para vivir.
Nada más mudarnos, adoptamos a un pequeño shiba inu al que llamamos Box. Los primeros días en el piso fueron puras mudanzas e instalaciones y bla bla, de tanto ajetreo decidí salir por ahí de fiesta a relajarme un poco yo sola.
Encontré a un camarero latino, bastante sexy y joven y me lo ligué en un par de horas pero, lo que yo quería, era sexo y él estaba trabajando y no podía ofrecérmelo. Al darme cuenta de ésto, le rompí el corazón y volví a casa con una borrachera de la hostia y dolor de cabeza.
Por desgracia, mis ansias sexuales no cesaron y los próximos días empecé a ligarme a mi compañero de piso, Hideki, para follármelo.
No tardé mucho en conseguirlo realmente y tampoco estaba tan pillada por él pero, se podría decir que empezamos una extraña relación no oficial.
Lamentablemente fui tan tonta de darle mi número a aquél camarero y me mandaba mensajes para quedar con él todos los días. Siempre le rechazaba y pasaba de su cara pero un día, por alguna razón, acepté.
Fui a un concierto de pop indie con él. El concierto fue una mierda pero le metí un polvazo en los baños increíble. Volví a casa borracha como una cuba y Hideki nunca descubrió los cuernos.
Total, sin darme cuenta empecé a ganar fama vendiendo mis cuadros y eso de la fama me moló mucho. Empecé a obsesionarme por las redes sociales en conocer a gente y más gente para ser cada vez más famosa. Era una especie de youtuber y algunas marcas contactaban conmigo para promocionarles. De eso, los cuadros que vendía y el trabajo de aspirante a astronauta de Hideki se pagaban las facturas y la comida.
De mientras, mi relación con Hideki mejoraba y mi fama aumentaba exponencialmente. Antes de darme cuenta firmaba autógrafos y me sacaba fotos con gente.
Lo cierto es que ignoraba bastante a mi pobre shiba por no tener tiempo para cuidarle.
Me convertí en un juguete de los paparazzis y yo seguía sin parar de hacer vídeos, actualizar mis redes sociales y vender cuadros. Ah y, empecé a practicar bastante eso de tocar el piano.
Lo cierto es que siempre tenía a Hideki algo en segundo plano. Apenas hablábamos, él se pasaba el día estudiando para ascender en su trabajo y nos dedicábamos a follar por la noche sin más.