Reconociéndonos

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Yuri jamás conocería a su alma gemela.

Al nacer cada persona tiene una marca distintiva tatuada en el interior de su muñeca, esa pequeña marca es idéntica a la que presentará su alma gemela. Cada par es único e irremplazable. Sin embargo, Yuri no poseía ninguna marca en su muñeca ni en ninguna otra parte de su cuerpo.

En primera instancia había preocupado a su madre y a su abuelito, ambos pensaron que al crecer probablemente se mostraría, pues habían reportados casos insólitos de ese tipo aunque no eran tan comunes, sin embargo eso no ocurrió.

Cuando Yuri cumplió 15 años, su madre y abuelo tenían los nervios a flor de piel, nunca antes se había presentado el caso de llegar a la edad adulta y no tener alma gemela, si bien a Yuri a un le faltaban 3 años mas, seguía siendo una cuestión preocupante. ¿Estaría condenado a pasar su vida en soledad?.

Yuri estaba preparándose para su debut en la categoría sénior y si bien se encontraba rodeado todo el tiempo de comentarios y preguntas acerca de las almas gemelas, el tenia muy presentes que su prioridad era el patinaje y no podía dejarse distraer por cosas como esas.

Cuando era pequeño siempre escucho relatos sobre las almas gemelas y como estas eran atraídas las unas a las otras por la pequeña marca de nacimiento, de pequeño solo le preocupaba que el no tenia un hermoso dibujito en su mano, sin pensar realmente en el significado de la misma. Conforme fue pasando el tiempo y su pasión por el patinaje crecía, sus pensamientos se fueron alejando mas de la "preocupación" de encontrar a su alma gemela.

A Yuri todo este tema, no podría importarle menos y muy al contrario de lo que la gente deseaba, él no quería un alma gemela.

Tener una pareja con ese grado de intimidad le resultaba chocante, no quería pasar el resto de su vida con un estúpido o una persona que no llenara sus expectativas. Y justo antes de su debut, tuvo que charlar muy seriamente con su madre y abuelo para que dejaran de estar preocupados.

Jean deseaba tener un alma gemela.

Desde pequeño, su madre y su padre le habían relatado aquellas hermosas historias sobre almas que se buscaban mutuamente duran cientos de vidas hasta por fin encontrarse, le relataban como ambas reconocían que su alma gemela estaba cerca. Todas esas historias hacían que el pequeño Jean se ilusionara con la idea de encontrar a su alma gemela. Sin embargo Jean no poseía ninguna marca de nacimiento que le indicara que la encontraría.

Alain y Nathaly Leroy no mostraban mayor preocupación porque Jean no portara una marca del destino (como solían llamarle) pues eso lo haría en cierta medida libre de elegir a quien amar. Si bien ellos eran almas gemelas, recientemente se escuchaban casos en lo que las "almas destinadas" terminaban tomando rumbos diferentes debido a su incompatibilidad. Para ellos ser destinados no aseguraba la felicidad

Sin embargo para el pequeño Jean ese tema era demasiado importante y en ciertas ocasiones se encontraba así mismo revisando su cuerpo con la esperanza de encontrar una pequeña marca y cuando no la encontraba se tranquilizaba a si mismo pensando que cuando creciera la encontraría. Pero la marca nunca apreció

Cuando Jean subió a la categoría sénior encontró un pequeño alivio a su ansiedad cuando conoció a Viktor Nikiforov un patinador talentoso, muy dedicado y de elite que, al igual que el, no contaba con un alma gemela, ya fuese por decisión propia o por destino. Para Jean Viktor era un objetivo a vencer y al conocer un poco sobre su situación, entendió que quizá, eso era cuestión de tiempo y decidió dejar el asunto y dedicarse mejor a su patinaje, para vencer a ese elite ruso.

A sus 19 años, Jean-jaques Leroy, había aprendido a sobrellevar la realidad de no tener un alma gemela. Había enfocado su energía en su patinaje, crenado su propio estilo y como muchos jóvenes de su país, decidió el encontrar a la persona adecuada para amar, aunque no fuera su alma gemela.

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