El comienzo

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Hoy llega alguien nuevo a la casa, Ana me dijo que somos de la misma edad y que se quedará aquí un tiempo. En donde vivo es un lugar bastante agradable, puedo hablar a diario con mis amigos, y me gusta escuchar el silbido de las aves en las mañanas.

Tomé mi bastón y caminé cuidadosamente hacia el pasillo, desde mi cuarto hasta las escaleras doy dieciocho pasos, y para bajar hay veinte escalones, a la derecha se encuentra una planta grande y a la izquierda la sala. Me senté en uno de los sillones que se encuentran ahí, y escuché a dos personas entrar por la puerta principal.

-Amy ¿Cómo has estado? - me preguntó el señor Robinson sentándose junto de mi

-Bastante bien, por fin dejé de chocar con las nuevas plantas que a Ana se le ocurrió traer- me reí

-Me alegro por ti- se pausó un segundo- Amy, yo te quería ver hoy porque quería presentarte a Sam, él se unirá a nuestra familia en unos días y me gustaría que le dieras un recorrido por la casa-

-No hay problema señor Robinson- le sonreí nuevamente

-Bueno, te lo agradezco mucho- me dijo poniendo su mano sobre la mía- los dejaré solos para que se conozcan un poco- se levantó y sus pasos se escucharon llegar hasta la cocina

-Hola, soy Amy- estiré mi mano hacia en frente esperando que Sam correspondiera mi saludo. Después de unos segundos sentí su cálida mano apretando ligeramente la mía – ¿Por qué estás aquí? – le pregunté indiscretamente y sentí un poco de incomodidad de su parte por la pregunta que había hecho-

-Es algo complicado- suspiró

-Yo estoy aquí desde los tres años- comenté tratando de hacer más platica

-Eres bastante directa- escuché que decía con una pequeña risa- Yo estoy aquí porque pronto perderé por completo mi vista- sentí su mirada sobre de mí mientras el volumen de su voz caía de a poco

- ¿Entonces aún puedes ver? - le pregunte con un tono de curiosidad en mi voz, el mismo tono que suelen tener los niños

-Un poco borroso, pero sí, aun puedo ver- se rio. Me puse de pie y con mi mano busqué la suya

-Ven, te daré el recorrido- dejé mi bastón a un lado y caminé en línea recta, después de doce pasos giré a la izquierda para salir al patio trasero.

-¿Cómo es que no chocas con nada? - me preguntó Sam cuando nos detuvimos

-Ya te lo dije, he vivido aquí hace mucho tiempo, lo conozco todo- di un pequeño giro a mi derecha y me senté en una banca de madera del patio. Tomé la mano de Sam guiándolo para que hiciera lo mismo.

-Es muy lindo aquí, me gustan los colores- dijo en un pequeño suspiro

- ¿Qué es lindo? - le pregunté

-Emmm...- se pausó unos segundos- es algo complicado de explicar- tartamudeó un poco

-Muchas cosas son complicadas- suspiré- ¿Sabes?, hace ya un tiempo olvidé como lucen los colores, pero Ana siempre me dice no me estoy perdiendo de nada-

- ¿Quién es Ana? - preguntó

-Quien cuida de mi, todos aquí tenemos a una persona que nos ayuda con lo más complicado, como salir a la calle, y muchas cosas más, pero a veces es algo tedioso escuchar todo lo que no puedo hacer-

- Parece que estaremos en el mismo bote- me dijo poniendo su mano junto a la mía

-Sí, eso parece-

Los colores de tu alma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora