Capítulo 2

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- Pues, Trevor, es una cosa realmente increíble lo que ha pasado aquí... Dime, ¿viniste aquí con tus padres?

El chico asintió lentamente, tomando la mano del agente y saliendo del servicio, mirando los cadáveres de todas las personas que allí estaban junto a él en el museo. Miró los rostros de todos y cada uno, suspirando de alegría al ver que ninguno de ellos era un familiar suyo, pero las lagrimas volvieron a aparecer, sufriendo a pesar de que no conocía a algunas personas de allí.

- ¿Qué te ocurre? -Preguntó el agente, preocupado por ver al chico llorar.-

- N...Nada... -Empezó a decir-; S...Sólo me dan pena las familias de estas personas... -El agente pareció comprender su situación y se agachó para estar a su misma altura, más o menos-.

- Es comprensible, Trevor... -Musitó mirando al suelo-; Por cierto, yo me llamo Paul, encantado.

El de menor edad sonrió un poco, todavía con lágrimas incrustadas en sus ojos, antes de ver cómo el agente se levantaba y agarraba su mano para salir de allí. No se dijo palabra mientras salían del local, ahora desierto, pero entonces el mayor pareció recordar algo.

- ¡Mierd...oles! -Gritó, evitando soltar una mala palabra delante del chico-; Enseguida vuelvo.

El pequeño se quedó junto a otros de los compañeros de su salvador, mientras que veía cómo volvía a entrar al edificio, esta vez corriendo. Pasaron unos cuantos segundos antes de que se escuchara un poco una risa y después un disparo, que la cortó. Trevor se quedó esperando, deseando que no le pasara nada a aquel agente. De repente, cuando casi había perdido toda esperanza, alguien salió de allí, herido en el torso.

Comenzó a llorar, de alegría por verle otra vez, y de tristeza porque estaba gravemente herido. El chico de apenas ocho o nueve años le intentaba ayudar lo mejor que podía para que llegase sano y salvo a su casa. Los otros compañeros se acercaron para prestar sus servicios, llevándole a la furgoneta de donde habían salido.

El mayor herido insistió en llevar al chico con ellos durante varios minutos, hasta que dejaron de ignorar sus peticiones y subieron al pequeño con ellos. Se acercó al que le salvó la vida y tomó su mano con delicadeza, mientras que alguien conducía para sacarlos de allí.

Después de una larga espera, salieron del vehículo y entraron todos en el cuartel, llevando al chico junto al herido. Él se quedó esperando a que terminaran de sacarle la bala y así poder verle de una vez, pero tendría que esperar una media hora para lograr hacerlo. Y así hizo el pequeño; esperó, esperó y esperó, hasta que al fin le permitieron ver al hombre.

Estaba sobre una camilla con vendas rodeando la zona donde fue disparado y entonces levantó la vista. Al encontrarse con el pequeño ahí de pie, estuvo a punto de correr hacia él, pero el dolor le detuvo. En su lugar, el chico corrió hacia el contrario, abrazando como pudiese al agente herido. Sonrió mientras le miraba.

- Sé que yo no puedo ofrecer esto por la simple razón de que no soy un superior, pero... ¿Querrías unirte al FBI? Hay una misión que nadie se atreve a hacer y creo que tú serias perfecto para ella...

El chico asintió frenéticamente, evitando chillar de la alegría.

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