Único

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Mirando el amanecer bajo un frondoso árbol, su espalda contra el pecho del más alto. El resplandor de colores vibrantes dando la bienvenida al día les atrapó, mi piel reluciendo ligeramente ante la presencia del sol y su barbilla descansando en mi hombro.

Es bien sabido que años atrás ésto sería casi ilegal, un crimen contra la especie a la que perteneces y a tu lealtad con ella. Había sido razón de castigo, torturas y miles de muertes, el pensar en estar con una criatura del "bando contrario" era imperdonable.
Cruda realidad por la que muchos tuvieron que pasar, hasta el día de hoy, dónde aún podía ser mal visto, pero ya no era de una forma tan dolorosa como antes.

Pero así como habían historias trágicas que te hacían pedacitos el corazón, también habían algunas dulces, como la nuestra, justamente.
Como el encuentro casual de una vampiro leyendo sobre un árbol y un lobo gigante con pelaje grueso que se fijó en mí. Como una charla tranquila sobre el libro en cuestión y un vínculo instantáneo.
Dulce, porque la próxima vez que se vieron no había altura de por medio y él sintió que yo lo estaba esperando, cosa que sí hacía.

Me acurruco más, él acaricia mi mano tranquilamente y yo volteo de forma lenta para que mis labios se encuentren con su mejilla. Sonríe y reconozco su corazón yendo más deprisa, así que repito la acción dejando muchos besos más, sintiendo su esponjosa y suave piel por el tacto.
Su risa resuena por el lugar, calmada melodía que me hace feliz.

El amor no se escoge, pero elegir estar junto a esa persona y ir en contra de la naturaleza de tu raza es una decisión. Él eligió presentarme a su manada, seguir a mi lado hablando sobre libros o experiencias con otros vampiros, dejarme jugar con su versión animal.
Me eligió, por sobre todo y las personas que lo aman aceptaron, porque entendieron que después de todo el amor aún existe, sigue allí. Sobrepasando diferencias, épocas y experiencias, está presente, en recomendaciones de más libros, tardes escuchando viejas historias y paseos por el bosque hasta que llega la hora de volver a casa.

Era una vampira solitaria, abandonada y alejada, pero él llegó con el lomo brillante y una nariz negra húmeda, como un lindo cachorro que tiene curiosidad por algo cuando en realidad era un adulto con su vida realizada, con una manada ejemplar y una gran tranquilidad. Se volvió un cachorro por ese día, se llenó de impresión por mi singular y extraña aparición.
Y le gustó volver a ser un pequeño lobo, así que volvió día tras día hasta que era demasiado tarde para alejarse, hasta que hubo tanta cercanía y comodidad que no queríamos alejarnos.

–¿Qué hubiera sido de nosotros, Yoyo?– Suena como un bufido, pero aún con la sorpresa de sus palabras me doy cuenta de que suena dolido, casi asustado por lo que habríamos pasado y no puedo evitar sentir ternura al ser consciente de que él me hubiera elegido muchas veces más.

–¿Quieres saber lo que hubiera pasado o una respuesta eficiente?– Acaricio su cabello castaño hasta que se endereza y toma de mi cintura para voltearme, quedando de espaldas al sol y sobre sus piernas. Sonrió, por unos segundos le robo un rápido beso y vuelvo a acariciar su cuello con mis pulgares, su piel cálida me recibe y hundo mi nariz en su pecho.

–Hmm, quiero la respuesta de lo que hubieras hecho.– Asiento, recordando lo que muchos vampiros piensan sobre los lobos y el "olor" a perro, que en realidad no existe. Pero es muy similar al pensamiento común de que los vampiros no sentimos y menos podemos llegar a amar, claramente falso.

–Sabes que para nosotros las emociones son muy difíciles, es complicado el llegar a sentir algo por alguien.– Pronuncia una pequeña afirmación aún con los labios cerrados y yo vuelvo a dejar un corto beso en su mejilla. –Pero me enamoré de ti, lobito. Y ahora o antes, habría luchado por ésto. Por mantenerte a salvo y cuidarte de todo aquel que no esté de acuerdo, no te perdería, no quiero hacerlo.

Hablé con voz segura, decidida y lo notó, sus ojos brillaron de aquella forma que luce perfecta en él y me mostró desde un inicio, así que me acerqué dispuesta ésta vez a robar un beso como se debe. Nuestros labios juntos, mis manos cruzadas en su espalda y las suyas en mi espalda, sintiendo bajo las rodillas el césped corto y verde, algo húmedo gracias a la escarcha de la mañana, pero eso solo hace que sea aún más agradable el ambiente.
Hay altos y bajos que hemos tenido, como el aún salir por allí y recibir comentarios despectivos, pero nada que nos haya separado por mucho tiempo. Usualmente cuando no queremos pelear y solo necesitamos nuestro espacio él se transforma por su lado animal, dejo el enojo del momento de lado y aproximo mis manos su rebelde pelaje, nos quedamos allí un tiempo hasta que estamos dispuestos a hablar.

Desde que llegó a mi vida y lo conocí progresando cada día, desde allí que jamás nos hemos separado por mucho tiempo, él me aceptó en su vida y yo me sentí en un hogar, así que no me fui ni lo haría. No sé si sería capaz de amar a alguien de la misma forma que lo aprendí a hacer con él, pero pasando todo éste tiempo, todos los momentos memorables como cuando me regaló rosas y se enteró de que los vampiros nos podemos sonrojar o cuando hicimos muchas carreras para probar quién era más veloz, no quiero averiguar si puedo amar a alguien más.
No quiero amar a alguien más, no quiero que deje de admirar mi piel perlada en el sol o se le sea imposible negarme el actuar como un cachorro obediente, no quiero cambiar todo ésto por otra persona. Quiero que sea él y no cambie nada, que mejoremos juntos y aprendamos, que sobrepasemos los límites y seamos una pareja envidiable.
Quiero quedarme a su lado.

–Koga...– Pronuncio, sonriendo contra sus labios y lo hace también, apoyando la palma de su mano en mi mejilla y dejando mimos allí. Cosa que me parece adorable, así que obtiene una sonrisa de mi parte y le encanta.

–Dime, vampirita.– Arrugo la nariz y aprovecha el momento para robar otro beso, finalizo cediendo así que suelta una pequeña risa aún con sus labios en los míos. Una de sus manos acaricia mi cintura por sobre la sudadera, que es suya y la otra me acerca más.

Nos separamos y comienza a dejar algunos besos en mi rostro, lo dejo hacer su trabajo mientras masajeo sus hombros levemente. Nos recuerdo rodando por éste prado, arrancando algo de pasto y unas pequeñas flores en el proceso, pareciendo niños pero siendo sumamente felices y agradecidos por tener la oportunidad de momentos así.

–Te amo.– Asiente sonriendo y pronunciando un "Yo también", mientras me inclino cerca de su oído y susurro. –Lobito, quisiera adoptar.

Un jadeo de sorpresa escapa de sus labios, mientras me aleja levemente para mirarme con sus ojos abiertos y la boca formando un pequeño círculo, veo la seriedad y entusiasmo de su mirada, su ritmo cardíaco yendo mucho más rápido y los sentimientos casi flotando desde sus poros.

–¿Una familia, Chiyo?– Los vampiros tenemos la capacidad de llorar pero es algo muy difícil gracias a la falta de hidratación, bueno, de agua. Aún así siento las fuertes ganas de llorar frente a su tono de voz, al sentimiento lindo que me recorre y se mantiene en el lugar revoloteando.

Las prohibiciones de tantos años, tantos lugares y posibles miles de escenarios tristes se desvanecen ante nosotros, ante la diferente realidad de la que somos testigos y parte. Todo vale lo mismo que nada ahora, no importan las cosas que desde siempre nos separaron, no importa nada que no seamos nosotros.
Las prohibiciones desaparecen y nos dejan libres al fin.

–Una familia, K.– 

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2021 ⏰

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«Prohibiciones» K Iland/&Audition boysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora