Había estado fuera de Olimpo alrededor de cinco horas, era de noche y me sentía cansada, no quería dormir, más bien no podía dormir, no tenía lugar a donde ir, no conocía nada ni nadie, y no podía confiarme, y descansar un momento.
No estaba segura de qué hora era, estaba demasiado oscuro y empezaba a hacer frío. Ya no había nadie en las calles, parecía que todos habían desaparecido y por un momento perdí la noción del tiempo mientras vagaba por ese pequeño pueblo.
Me encontré un parque y me senté en una de las bancas que estaban al rededor de una fuente, y cerré los ojos por un momento.
De pronto estábamos todos, los doce Hijos de las estrellas. Estaban justo ahí y sabía que eran los doce pero solo pude ver con claridad los rostros de Arlett y Caliope. Solo quería abrazarlas y decirles cuanto las había extrañado pero no pude acercarme a ellas, no controlaba mi cuerpo, no podía moverme. Di un pequeño brinco cuando vi claramente a mi lado a Alaia, ella fue la primera de los doce en morir, murió en la primera Elección. Sentí un ligero temor cuando me miro fijamente y se acercó a mi oído
—Ten cuidado. No confíes en nadie. —Dijo inexpresiva, y señaló hacia la derecha.
Lleve mi mirada en esa dirección y vi a un humano bien vestido con traje y corbata, sonreía. Intenté levantar una comisura de mi boca pero no pude. Un segundo después el hombre ya no tenía su traje puesto, tenía una cogulla negra, que no dejaba ver nada más que su cara, pero esta empezó a desvanecerse y no quedo nada, más que piel blanca y pálida.
Desperté con dolor de cabeza y miedo, sobre la misma banca en aquel parque, pero había amanecido. Salté rápidamente de la banca y me dispuse a correr. Mi primer día en el mundo de los humanos y había demostrado debilidad. Sabía que ese ser sin rostro de mis sueños era como debía verse un Misionero. Me había quedado dormida lo que restaba la noche de ayer en un parque, me había olvidado de mí entrenamiento de toda la vida y ni siquiera habían pasado 24 horas. Sentí que iba a vomitar, y no estaba segura si por la comida del día anterior o por el temor que sentía de ser débil aquí, sin Abba.
Esta vez fui muy cuidadosa en no hacerme notar, era de día y era mucho más fácil encontrarme así. Así que decidí pasarme por los lugares más vacíos, mientras me adaptaba a las personas, no tenían aspecto de ser malas personas, es más, parecían amables, al entrar a un lugar saludaban y sonreían a todos los que estaban dentro. Pero no debía confiar, debía mantener las palabras que Alaia me dijo en mi sueño, eso fue por algo. Tenía que estar alerta.
Estuve en un lugar, luego en otro, y en otro y en otro. No parecía que el pequeño pueblo fuese tan pequeño, o yo estaba yendo al mismo lugar una y otra vez, el miedo hacia esto, empezaba a abrumarme.
Cuando pareció que me había alejado lo suficiente del centro del pueblo de Argo, me sentí aliviada, esta vez solo habían casas y unos cuantos locales con pequeñas ventas, no había muchas personas en las calles, y las que estaban parecía que no se fijaban en mi. El sentimiento de alivio no duró mucho pues sentí un escalofrío, cuando las hojas de los pocos arboles que habían, empezaron a moverse, y me quede de piedra cuando sentí que algo no andaba bien, mire en dirección a los árboles con la esperanza que hubiese sido el viento quien las movió, pero no. Así que apresuré mis pasos, buscando donde esconderme porque a pesar de que mi vida entera practique para cuando llegara este día, no me sentía preparada, había olvidado que hacer.
Esta vez estaba ganando en mi el miedo, me eche a correr, mis latidos se aceleraron y mi temperatura bajó, sentía una pequeña capa de sudor frío en mi frente, y estaba a punto de rendirme, parar y luchar, pero en frente mío había un bar, corrí hasta el con el último aliento que me quedaba y entré.
Mire hacia atrás, y casi rompo en llanto cuando de pronto vi a Zach, justo en una de las mesas del frente, charlando con una chica. No era la misma con la que estaba en el cine. La sensación de alivio volvió, no lo conocía, sabía que no me salvaría de los líos en los que estaba pero ver a alguien con el que al menos crucé unas palabras era reconfortante. El lugar no era tan malo, al leer un gran Chris's Bar, antes de entrar me imaginé que podría ser como uno de los bares de casa, desagradables, llenos de gente desagradable, pero este era todo lo contrario. Tenía adornos muy elegantes en las paredes, algunos cuadros de pinturas cerca de las esquinas, mesas y sillones como si la gente fuese a tomar té.
Me dirigí hacia la barra y pedí agua, el chico que estaba preparando una bebida batida con especialidad de mucho alcohol me miró confuso y dijo
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Hija del Sol y la Luna
General FictionSelene es Hija de las Estrellas, perteneciente a la Isla de Olimpo. En la tercera Elección, ella es enviada junto a otros cinco Hijos de las Estrellas a sobrevivir fuera de la Isla, con los humanos. Desde pequeña ha tenido curiosidad sobre los lugar...