Introducción: El presente imperfecto.

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Ahora era todo tan distinto, aquella experiencia en ese edificio de tal departamento se quedó ahí y en mi memoria, también en la memoria de los desertores (así nos llamaba el conserje) pese al dolor que hoy me abruma siquiera pensar en cada centímetro de cemento de aquella bestia de casi 33 metros edificada, como un macho de una ballena azul, me hace retorcer las tripas.

Los cálidos rayos de sol me hicieron alertar que el amanecer ya estaba en su máximo esplendor, entre cortinas amarillas y pastillas al lado de un mueble de noche, la escena era estrictamente atrayente, bajo mi visión solo era una mierda monótona, avisándome que otro día se avecina. El desayuno estaba frío, ahorraba las sobras de la noche anterior como buena samaritana y el dinero no era suficiente para abastecer toda plenitud de las necesidades que yo tuviera, más aún, debía cambiar de departamento.

-¿Puedes creerlo? El departamento cuesta más caro que mi propia dignidad.- Sí es que eso para mí aún tenía algo de valor. Alcé mis manos entre un movimiento involuntario y posteriormente golpeé la mesa, la escena fue tan cliché que ya me veía reflejada en un televisor mientras una anciana desconsolada me observaba, pero era más que eso, era la vida real , debía enfrentarla con dientes y garras. Revisé en el periódico dejando caer por encima de lo que no leía mis cabelleras, debía darme un baño o el olor contundente de mis axilas mataría a cualquiera. Era sumamente increíble todos los departamentos o mejor dicho todos los dueños que buscaban estafar a personas idiotas como yo (deduje tal inquietud observando los precios) no obstante, entre tanto parloteo mental se cruzó un clasificado, muy apartado de todos los demás:

"Ven y solo paga con tu vida."

-¿Qué?- pregunté en voz alta, como si tuviera la ilusión de que la gorda come flan de al lado escuchara y me prestara dinero, o comida (eso le sobraba) el punto es que llamó detenidamente mi atención y de forma también muy lenta me puse a reflexionar de que si mencionaba a una trata de blancas, no podía permanecer con la intriga así que apresuré mi nuevo viaje hacia el edificio 314 de la calle Summier.

Número, calle , edificio, que marcarían un antes y un después. Algo que seguramente le contaría a mis nietos y ellos no me creerían.

Edificio 314Where stories live. Discover now