Capitulo I : El límite entre el agua y la tierra

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El resplandor entre las aguas que cubrían un reino... El sol abrazador solo transmitía el la luz... Mas no la calidez de el mundo externo...

Un tritón de 15 años miraba con curiosidad acercándose, intentado tocar aquella brisa con sus manos pero, fue detenido por uno de los servidores del Rey.
El pequeño pelirrojo miraba con recelo aquel mundo que hasta su edad era desconocido... Quería huir... Estaba harto de su vida en las profundidades, donde solo era subestimado y forzado a ser algo que no es.
Sus padres habían desaparecido en medio de la reunión anual que llevaban a cabo en la superficie con los humanos, ahora obligado con cumplir su papel, sin poder negarse o dudar de las acciones que le correspondían. Le parecía una tarea que no era para él.
A pesar de había muchas personas en el castillo, estaba solo realmente...

La brisa acariciaba sus cabellos negros al cortar el aire con sus alas. Más rápido de lo normal, puesto que le habían mandado llamar; una nueva misión como las que siempre encomendaban en las fosas de las cuevas más lejanas, cerca de los volcanes y aquel hedor de azufre que recorría su piel ígnea.

Matar a un muchacho de 15 años era algo que realmente no afectaba a su moral puesto que nunca había probado la carne de los seres del agua. Cumplía con su deber si así le era dictado. Un cuchillo dado por su padre antes de morir, ese era la única arma que necesitaba para cumplir su trabajo.
Generalmente no era necesario transformarse en las grandes bestias de más de veinte metros, ya que esto fácilmente les dejaría a más ataques de los que acostumbraban recibir en medio de batallas contra los humanos y otras criaturas que los odiaban por sus cometidos.

Un último suspiro estirando sus alas, antes de desplegar el vuelo en busca de su víctima, pasando por las las montañas cubiertas de niebla y los extensos jardines donde las hadas habitaban. La mayoría de estos lugares estaban hechizados para que al tocarlos, los dragones se quemaran, así igualmente, el lago inmenso y profundo donde se encontraba el menor, así que lo único que le quedaba es que este se atreviera a salir del resguarde cobarde que habían impuesto sus enemigos.

Otro día donde Bart observaba todos los objetos que recolectaba del mundo de los humanos cuando estos caían al agua...Una y otra vez, siempre aparecían cosas que asemejaban a la palabra amor, pero nunca había entendido el significado de esa palabra con claridad. Lo único cercano a ello fueron sus padres, los únicos que le habían cuidado... Y los habían apartado de su lado, de verdad los extrañaba.

Hubo una irrupción en su habitación, donde lo sacaron a la fuerza. De nuevo regalos y reproches sobre lo que debía y no debía hacer. Palabras como "Nunca podrás ser un rey digno" , "Débil" "Tus padres no te enseñaron nada para ser un líder"
Estaba harto de cada una de ellas; nadó de ahí escapando hasta los límites que le protegían del mundo exterior. Demasiado valiente se podría decir, por qué los demás se negaban a hacerlo a menos que fueran de la realeza y tuvieran que ir al mundo de la tierra.

Sus cabellos salpicaron al salir, dando un gran suspiro, sintiendo como la brisa acariciaba su piel tan suave. Y en otro suspiro, se decidió a acercarse a la orilla, usando sus fuerzas para sentarse en una roca. Extendió sus manos, para cubrir su rostro y comenzar a sollozar, pero al mismo tiempo, la lluvia fue descendiendo en aquella parte del bosque oculta.

Jaime llegó unos segundos después de ese acontecimiento. No podría ser tan fácil ¿Cierto...? Se preguntó a sí mismo apretando la empuñadura del cuchillo y con lentitud, fue acercándose deslizándose entre la maleza del bosque y los arbustos. Y justo cuando cuando iba a salir para abalanzarse y atacarle... Escuchó un sollozo... Un sollozo que le estremecía las entrañas... Y aquel príncipe... Mostró su semblante mirando a un lado, así, Jaime pudo observar con mayor atención el perfil del menor, llenándose de curiosidad absoluta... ¿Sería capaz de asesinarle en medio del dolor de aquel ser...? Tal vez lo hubiera hecho, si no hubiera sido Bart quien debía ser su víctima.
Se escuchó el cuchillo caer hacia la arena y tierra mojada, pero el tritón no le tomó importancia, prefiriendo seguir llorando entre aquellas rocas. Las gotas de lluvia eran sutiles, se sentía algo extraño aquella forma del agua que caía desde el cielo, pero al menos humectaban su piel.
De repente, sintió como si la lluvia parara... Alzó la mirada viendo enfrente... Pero seguía lloviendo, y cuando alzó la mirada, pudo observar
Una ala formidable, con algunas heridas en esta, la cual le privaba de que le cayeran gotas en su bello rostro. Bart la siguió hasta toparse con la mirada de Jaime.

Un ser que jamás había visto antes... Su rostro tenía algunas cicatrices... Al igual que su cuerpo. Esto era debido a los ataques de los humanos cuando estaban transformados en dragones que daban pelea para acabar con reinos enteros.
Sus cuernos resaltaban en su rostro, sus ojos eran amarillos... Como aquellas bestias que vivían en lo más profundo de las aguas y no tenían estar en la oscuridad en busca de comida.

El mayor observó sus escamas y pecas que adornaban el rostro del menor. Tenía unos ojos muy grandes pero lindos... Podía ver cómo arrugaba su nariz y movía sus orejas cuando veía cada cicatriz, parecía como si las contara.
El joven tritón no estaba en el mejor momento... aunque parecía el chico más feliz del mundo... solía ser herido tan descaradamente por algunos de sus iguales... Eso lo notó... Sus lágrimas parecían más brillantes...

Uhm... Hola... —Susurró aquel dragón intentando sonreírle de la mejor manera— Me pregunto.... ¿Quién se pudo atrever a lastimar a alguien tan lindo como tú...? — El muchacho desvió la mirada. Pero Bart se quedó callado, inconscientemente mostrando un sonrojo al encogerse de hombros... No sabía qué decir— Me llamó Jaime... ¿Cual es tu nombre..? —Preguntó amablemente mientras le secaba las lágrimas
Bart, dejándose llevar cerró sus ojos, pero... Recordó algo... Siempre que podían, le advertían al muchacho que había bestias, bestias con garras y cuernos que cazaban a los suyos... No creía que Jaime fuera uno de esos, o más bien, no quería creerlo, pero era cierto, dentro suyo lo sabía... Estaba teniendo sentimientos encontrados, no entendía la razón de dejarle.. Parecía... Dócil...
Sintió otro llamado... Aquel que le decía que no lo hiciera... Que él era malo y no tenía que estar cerca de él... era incorrecto... Se dijo así mismo en su mente, pero lo había dicho sin credibilidad... e ... ignoró su corazón , para alejarse de Jaime en un segundo impulsándose para meterse al agua nuevamente, donde el contrario no puedes buscarse ni exponerse al agua que le quemaría.

–¡Espera! ¡No quise.... Asustarte....!— Exclamó Jaime con miedo de perderlo y no volverlo a ver mientras observó como Bart desaparecía en las profundidades de las aguas de aquel lago.—Vuelve... Porfavor... —Pidió con voz apagada... sus brazos y piernas se volvieron débiles y temblaron, obligándolo a ponerse de rodillas... miraba la arena húmeda... Se sentía tan incapaz... tan inútil... Golpeó la arena para calmar su dolor... pero... no podía olvidarlo... — ¿Por qué soy un monstruo....? —

Bart, desde la fina capa de agua le observaba, queriendo volver a acercarse... Pero optó por sumergirse más dejando a aquel dragón solo.

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