Serás mío, cariño. [Editando]

[8]

— Park Jimin, tú... Maldita zorra. — El rubio se encontraba acorralado por un chico que no conocía, al parecer era el novio de la chica que lo había insultado el día anterior.

Eran las 8:30 de la mañana, el día empezaba mal para ChimChim, apenas había llegado, un desconocido lo jaló del brazo, llevándolo hasta un lugar donde no los pudiera ver nadie. Las clases siempre empezaban tarde, el anónimo tenía la suerte de su lado.
Este chico había peleado con su novia por la noche, por un rumor que involucraba a ambos.
Estaba decidido, dejaría inconsciente a ese enano, lo haría pagar. En cuanto tuvo la oportunidad, no dudó un segundo en acorralarlo.

— ¡Eres un desgraciado!, ¿Tanto te gusto?, ¡Dímelo!, ¿¡Tanto te gusto!? ¿Por qué inventar que somos novios?, ¡¿Por qué?! — Un puñetazo llegó sin previo aviso a la delicada piel del menor, dejándolo debilitado. Antes de recibir los siguientes golpes, alguien frenó el brazo de aquel castaño. Era el ángel de la guarda de Jimin. Yoongi había aparecido de milagro.
Sintió un gran alivio, sin decir nada, salió corriendo de ese lugar.

— ¿¡Quién mierda te crees!? No vuelvas a poner un solo dedo sobre él,  o no podrás contarlo la próxima vez. — Un impacto en seco retumbó, los ruidos eran incesantes, las personas que estaban por la zona, quedaban en silencio y extrañados, no entendían ño que sucedía.

Se escuchaban gritos y golpes, pero no se animaba a mirar, decidió apresurarse e ir a la enfermería, le dolía la cara horrores, nunca había estado en peleas, mucho menos había recibido un golpe. Estaba asustado, no sabía qué hacer, volver a casa no sería bueno pero continuar allí podría ser peligroso. Mientras pensaba aquello, dejó que lo atiendan, evitando contestar preguntas, aunque todo el mundo parecía ya saber lo que pasaba.

— Deberías ser actor mi querido Hansol, lo has hecho espectacular,  hasta yo me la creí. — El pálido estaba riendo con su amigo, Choi Hansol, había planeado todo una semana antes, había platicado sobre el tema con el ya antes mencionado y con la novia de este, Jeongyeon. Se pusieron de acuerdo, todos los amigos cercanos al pelinegro sabían lo que quería. Amarrar a Jiminnie.

— Lo mismo digo para ti, hyung. ¡Esos golpes fueron brutales! Unos efectos de sonido impresionantes. — Reían amigablemente en aquel rincón, para terminar la escena, salieron de allí con el semblante serio, casi enojado, maldiciéndose el uno al otro.
El pálido no podía ser más feliz en ese momento, iba directo a la enfermería, debía asegurar cada detalle, todo debía ser perfecto.

Al llegar, vio a la enfermera pasando una gasa por la cara de su amado, sintió ligeros celos pero fue capaz de controlarse. El pequeño tenía los ojos cerrados e hinchados, se notaba que había llorado, con una tierna sonrisa, carraspeó levemente su garganta antes de hablar, pidió permiso y pasó.
El rubio reconoció al instante la voz de su mejor amigo, sintió alegría en ese momento, debía agradecerle por lo que había hecho pero la señora que lo estaba curando no lo dejó hablar hasta 5 minutos después.

— Hyung... No sabe lo agradecido que estoy con usted, de verdad, gracias. — Colocó su cabeza en el hombro del mayor, tratando de no lastimarse mientras lo abrazaba. — No sé qué habría hecho sin usted... Tenía mucho miedo. — Las lágrimas amenazaban con salir pero trató de ser fuerte. El contrario se limitó a abrazarlo, brindándole su apoyo incondicional.

— Mochi, vamos a otro sitio, debes desocupar el lugar y tranquilizarte. — Bajó de la camilla y fueron hasta la puerta. — Muchas gracias. — Hizo una reverencia y se retiraron del lugar.
Fueron al baño juntos pero entraron por separado, Yoongi no quería que su bebé recibiera más burlas.
Ya ahí, el rubio se largó a llorar a moco tendido. Estaba demasiado triste y enojado, le parecía injusto todo lo que estaba viviendo, no merecía todo aquello y lo sabía, eso era lo que peor le hacía sentir.
Una vez se calmó, abrió la puerta, encontrándose con su amigo. Lo abrazo suavemente, susurrándole "Vamos a casa, por favor." Este obedeció sin reprochar, pasaron por la dirección, la directora, un poco indecisa dejó que ambos se retirasen. Yoongi puso como excusa que su hermana no estaba en la casa, que Jimin se sentía muy mareado y podría desmayarse en cualquier momento.

Salieron del lugar pero estaban algo alejados el uno del otro, para evitar malas miradas nada más, porque si era por aquel chico de piel clara, estaría pegado al rubio todo el tiempo, anhelaba poder sentir su piel contra la suya, sentir sus suaves y carnosos labios de nuevo. Una vez en el camino, se pegaron más el uno al otro, era involuntario pero se sentían bien estando juntos, el rubio sentía un poco de paz a su lado.
Llegaron a la casa, para la sorpresa de ambos, estaba la hermana del menor. Saludaron y se fueron de allí rápidamente, el rubio no tenía ganas de explicar nada en ese momento, quería dormir por unas largas horas o simplemente charlar de un tema que no fuera él, se sentía agotado, un poco afiebrado y por sobre todo, triste.

— ¿Te sientes bien?, tienes la nariz algo roja, parece que vas a resfriarte. ¿Quieres que te prepare un té de manzanilla? — El pequeño simplemente abrazó a su hyung y se quedó callado, invitándolo a dormir juntos, no quería tés, no quería remedios, solo quería descansar y qué mejor que hacerlo con la persona que mejor lo hacía sentir en ese momento.
Suavemente, el pelinegro empujó a su pequeño a un costado para él poder acostarse. Iba a abrazarlo por detrás, pero sin previo aviso, Jimin volteó y le sonrió divertidamente, cerró sus ojos, decidido a dormir.
Yoongi no podía estar más encantado, tenía de frente al amor de su vida, en primer plano; podía ver cada detalle de él, cada pestaña, cejas, cada mínima imperfección, cosa que lo hacía lucir aún más perfecto ante sus ojos, luego de varios largos minutos, al parecer, el menor había quedado rendido al sueño, no pensaba perder esa oportunidad.
Se acercó muy, muy lentamente a su cara y plantó un ligero beso en esos rosados labios que tanto anhelaba, se separó rápida pero sigilosamente para no despertarlo, sentía que había tocado el cielo por tan solo un segundo.

Sueño con hacerte mío, cariño.