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Para la bella monethmun

Min YoonGi, seis años.

El pequeño cachorro de la manada de lobos negros, estaba esperando impaciente en la entrada del gran palacio. Su madre lo reprendería por el hecho de estarse ensuciando el costoso traje que poseía en aquel momento, pero por su pequeña cabecita solo estaba el pensamiento de que quería ver a su mejor amigo para ir a jugar.

Apoyo sus pequeños bracitos encima de sus rodillas, mientras reposaba su cabeza en sus manos, le haría tragar tierra, pensó. No le gustaba esperar, si alguien lo hacia el pequeño infante caía rápidamente en un semblante de irritación el cual no se lo aguantaba ni su progenitora y ahora más debido a las ganas que tenía de perseguir a su despistado amigo. Bufo por enésima vez al ver que las puertas seguían cerradas. Iba a levantarse y darse por vencido, cuando las imponentes puertas de madera robusta empezaron a abrirse en un lento movimiento.

Una vez abiertas lo suficiente, entro corriendo un pequeño niño de cinco años, detrás de él estaba su padre tratando de detenerlo; pero el pequeño castaño no le interesaba lo que quisiese su padre en aquellos momentos, solo quería llegar hasta el azabache que ya se encontraba sobre sus dos pies con su ceño fruncido y sus dos bracitos enlazados en una postura que adoptaba su madre cuando lo iba a reprender.

— Min~— grito con euforia mientras corría a su lado.

— Ruidoso. —bufó el azabache en un murmuro personal.

Una vez el castaño estaba frente al pequeño cruzado de brazos, le dio un fuerte abrazo, hacía mucho que no veía a su pequeño amigo. Sonrió, dejando ver el pequeño huequito que poseía en su dentadura al hace poco habérsele caído uno de sus dientes. YoonGi lo recibió con un pequeño golpe en su frente, que proporciono con su dedo índice y pulgar, de inmediato el menor cubrió su frente con sus dos manos. Para poco después empezar a frotar con una fuerza innecesaria, que luego de aquello dejo una visible marca roja.

— Así no lecives a tus amigos, Min, te he extañado. Vamos a jugal. —reprocho el cachorro mientras no paraba de frotar su frente, intentando menguar el ya inexistente dolor.

— NamJoon, has llegado tarde— pronuncio indulgente el pálido.

— Joven Min, discúlpeme usted— el padre de su amigo se apoyó en una de sus rodillas una vez llego al lugar donde se encontraban los menores, su puño reposaba en la parte de su corazón, bajo la cabeza viendo de reojo a su hijo el cual lo tomo de la mano y le hizo hacer lo mismo que él estaba haciendo, siendo este un poco torpe, no sabiendo donde debía poner su puñito.

— Puede levantarse general Kim e hijo— susurro avergonzado YoonGi, no estaba acostumbrado a que hiciesen eso frente a él, ya que usualmente a su padre era al único que le hacían ese tipo de acciones.

El joven Min y sus acompañantes se adentraron al palacio, el general Kim se desplazó hacia un lugar mientras los menores iban directo al gran jardín. Ese era el mejor lugar para jugar, según los dos pequeños. Corriendo y riendo alrededor los niños se divertían, con la debida atención de las damas de la corte de YoonGi que cuidaban de lejos a ambos niños. La ardua tarea de esconderse y revolcarse cada que se encontraban hacia que la jefa de las damas reprendiera al azabache por estar ensuciando su traje; pero por supuesto, esto al menor le importaba menos que nada, ahora mismo su atención solo estaba enfocada en que con sus pequeños dientecitos morder la robusta mejilla izquierda de su pequeño amigo, debido a que por alguna extraña razón él debía volver a contar. Si su madre lo viese ahora mismo seguramente ella misma le daría las clases de comportamiento y etiqueta. Después de un chillido de dolor y rendición por parte del joven Kim, YoonGi por fin soltó su babeada mejilla.

Cansados el joven cachorro pidió algo de beber, para él y su amigo. Algo así también como una ofrenda de disculpa por el vergonzoso show que había realizado, cuando llegaron sus bebidas rogó a sus damas que no esparcieran la voz con su madre acerca de su indecoroso comportamiento, las cinco damas se miraron entre sí, casi pareciendo que hablaran con la mirada, después de un tiempo la de mayor cargo asintió hacia el pequeño infante.

Después de ello jugaron un poco más hasta que sus pies dolieron de tanto correr y sus estómagos de tanto reír, al pequeño Min le agradaba en demasía la presencia de su amigo NamJoon, él siempre decía cosas inteligentes o graciosas, dependiendo de su estado de ánimo, y a pesar de que no poseía aun el talento de pronunciar la "r" NamJoon era muy inteligente. Eso le molestaba a YoonGi en algunas ocasiones, porque perdía constantemente en juegos de mesa; por ello prefería correr o jugar con sus juguetes. Aunque en ocasiones –más de las que desearía- daba su brazo a torcer y aceptaba cualquier juego que quisiese el cachorro moreno con pequeños huequitos en sus mejillas.

Luego de horas, en cierto punto del día el general y el líder fueron a buscar a sus hijos, ambas crías hicieron pequeños pucheros que no derribaron las fortalezas del padre del castaño ni del líder de la manada. NamJoon fue arrastrado por su pequeña mano a causa de su padre, mientras lloraba silenciosamente, a la vez que sorbía un poco de mocos. YoonGi lo despidió con su manito aunque su amigo ya no lo estuviese viendo, despedirse siempre era doloroso, pensó.

— Ve a lavarte y cambiarte el atuendo, YoonGi. Estas sucio. —ordeno su padre, mirándole con su siempre mirada filosa para luego dejar el jardín, para dirigirse a alguna parte que obviamente el azabache desconocía.

Suspirando el menor ordeno a sus damas el preparar su baño y un atuendo limpio. Mientras quitaba la tierra de su cara y enjuagaba su cuerpo en la espaciosa –si se podría llamar de aquella forma- bañera, YoonGi añoraba volver a ver NamJoon aunque no habían pasado nada más que algunas horas desde su partida, ese cachorro era un pequeño escape a su restringida vida y era al único al que podría considerar un compañero de juegos y travesuras, si algo así como un amigo; algo pequeñito y aún un lobezno sin capacidades más que llorar y jugar, hablando también de su aun poca capacidad verbal, pero aun así era como un gran trago de fresca agua en medio de un caluroso día ya que el pequeño YoonGi no salía mucho del palacio, más contextualmente, no salía nunca de esos cuatro grandes muros que lo separaban sinuosamente del clan, el pequeño lobito constantemente recibía clases aburridas todos los días e incluso en variadas ocasiones tenía que jugar solo la mayoría de las veces.

Sus damas lo vistieron lentamente una vez había acabado su baño, con una reverencia se retiraron una a una; en una elegante fila ordenada, dejando al pequeño de ojos azules solo en su habitación, YoonGi se quedó mirando la puerta unos cuantos minutos, por donde él también quería salir, sin embargo, por el tiempo tendría que quedarse en su habitación, hasta el próximo día. Luego de estar enfrascado en los típicos pensamientos de una cría de lobo, fue hasta un pequeño cesto cuadrado de fina madera de pino de donde saco una cantidad de pequeños pergaminos descoloridos y amarillentos junto con sus implementos para hacer la tinta. Una vez hizo la suficiente empezó a hacer pequeños dibujos. Tarareaba mientras sostenía con su mano izquierda su muñeca derecha, para tener mayor estabilidad; se pintaba a él y su único amigo correr por el gran jardín, eso pensaba, pero en el papel solo parecían pequeños manchones negros.

Una vez acabada y secada su obra de arte, la dejo guardada en uno de sus pequeños cofres, especial para dejar sus dibujos y escritos. Con pasitos cortos se dirigió hasta su ventana alzando su blanquecino rostro mirando con sus azulados ojos arriba la luna que poderosa ya se alzaba en el cielo, bajo su mirada y cerrando suavemente sus parpados, junto sus manitos en forma de súplica y pensó.

"Deja que NamJoon venga a jugar mañana también, por favor diosa Luna."

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2019 ⏰

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