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taehyung imaginaba, creaba, mezclaba, formaba, diseñaba el cielo.

siempre se dio la libertad de plasmar sus sentimientos en el proceso; se veía reflejado en cosas como las nubes, los colores, el sol.

siempre solían decir los humanos que cuando llovía era porque alguien ahí arriba estaba llorando. pero la realidad era que ese ser no veía la lluvia como algo deprimente sino algo hermoso, porque le fascinaban las gotas de agua, tan transparentes, tan calmadas. por eso las tardes lluviosas no reflejaban tristeza en absoluto.

pero sí había algo que a taehyung le fastidiaba y eran los truenos, las tormentas. siempre tan escandalosas, siempre perturbando el silencio y haciendo que los demás no puedan salir de sus casas a ver el cielo.

y si bien cuando jeongguk dedicaba parte de su tiempo todos los días a contemplar el cielo, taehyung ponía un esfuerzo mayor al habitual para que sea un espectáculo digno de admirar, no fue hasta que el azabache, de repente, dejó de posar sus ojos en sus obras, para que el mismo ser tuviese una grave falta de motivación que impidió que pudiese realizar un buen trabajo.

y no eran más que una cantidad exagerada de nubes censurando al sol, a la luna. los amaneceres casi no se veían porque no había gran cambio en el cielo. el majestuoso astro no podía despedirse en el atardecer por las grandes nubes que lo tapaban e impedían que los demás pudiesen verlo. la luna, por más que le correspondiese mostrarse completa, no se encontraba en ninguna parte.

y había tormentas, los truenos resonando en medio de la noche como exigiendo algo, alguien. taehyung realmente quería hacer un buen trabajo como siempre, pero el lienzo se pintaba solo y cuando volvía a centrarse en su trabajo luego de perderse en un mar de pensamientos y sentimientos relacionados a él, no había más que tonos grises ante sus ojos. taehyung quería continuar sin las miradas de jeongguk, pero ya se había acostumbrado a ellas y realmente se estaba esforzando por recordar cuál era el motivo de seguir antes de que él apareciera, antes de que su alma se viera envuelta en tantas caricias, en tanto amor.

pero no lo encontraba. no podía pintar porque ya no había un porqué. ni motivos, ni sentido.

entonces pensó que quizá su destino no era su trabajo, sino el azabache.

y así como los hermosos sentimientos fueron vividos tan intensamente, el dolor también se sintió de la misma manera. las hermosas miradas que antes lo deleitaban eran ahora golpes por su ausencia. el dolor lo estaba sintiendo su alma y estaba desesperado por llenar ese vacío, esa presión que no parecía querer dejarlo y que modificaba hasta su visión de la paleta de colores y las herramientas. lo que antes veía como instrumentos para crear un sinfín de paisajes ahora no eran más que una carga, porque el sentimiento de culpa era inevitable. estaba dejando su trabajo por algo tan superficial como la ausencia de las miradas de un humano...

pero –no, no era solo un humano, no eran solo miradas, nunca se trató de algo superficial. lo que sintió había sido distinto, único. jamás en todo el periodo de su existencia, que corto no era, experimentó algo igual. sí, había personas que llegaban a amar sus obras con locura, llegando a pintarlas y contemplarlas con adoración. pero nadie tocaba el fondo, nadie veía más allá.

y eso era lo que lo diferenciaba del resto. él iba directo a su alma, siempre llegando tan profundo. taehyung no entendía –otros seres jamás habían mencionado semejante cosa como un humano siendo capaz de sentir a uno de ellos, menos aún la posibilidad de una unión entre alguien de carne y hueso y alguien como él.

no entendía, pero tampoco le importaba no hacerlo. lo único que quería era volver a sentirlo, aunque sea una última vez. poder disfrutar de sus espíritus estremeciéndose al volver a conectarse.

Cielo. | kth & jjk, three-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora