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taehyung diseñaba el cielo.

ese era su trabajo, pero nunca se sintió como tal.

porque cuando su imaginación salía a flote y veía todo el espacio que debía pintar, lo hacía con emoción, con pasión.

las pinceladas que daba no tenían límites. él era el dueño del cielo, de los amaneceres, anocheceres; de los días con sol, de las tardes nubladas, de la oscuridad de la noche y la furia de las tormentas. no debía seguir reglas o protocolos cuando de crear se trataba. él hacía arte y se encargaba de mostrárselo a los demás. porque sus obras no eran para nadie más que para ellos, los seres humanos.

jamás, aun en los peores días, hubiese dicho que no amaba su vocación. porque incluso con los horribles truenos había ya una conexión íntima jamás expresada. taehyung conocía a las nubes, enumeraba las estrellas, se sabía de memoria las constelaciones y se enamoraba de los reyes del día y la noche. cada vez que terminaba una obra se permitía el contemplarla unos segundos.

y no habría siquiera pensado que existiría un placer más grande que el de observar su trabajo ya terminado, donde quedaba plasmado mucho más que mezclas de colores. taehyung ponía su alma en cada pedacito del cielo, aunque lo único que se podía ver era este último.

y sintió por primera vez que no era el cielo,

sino él la pieza de arte.

jeongguk acarició y amó su alma, y taehyung no pudo comparar lo que sentía.

no hubo punto de comparación.

porque había una pequeña pero importante diferencia.

y es que el cielo era, al final, eso. el cielo. el cielo no tenía alma, el cielo solo cobraba vida cuando era alguien quien lo pintaba. taehyung era el alma del cielo.

el cielo no amaba a taehyung, pero jeongguk sí.

y se sentía tan bonito ser amado con la misma intensidad con la que tú amas.

si bien su decisión era clara, no significaba que no dolía.

por eso pidió que se le permitiese pintar una vez más.

y si bien la tristeza y nostalgia predominaban en ese momento en su ser, taehyung dejó toda su alma para que su última creación fuese la mejor de todas.

y, sin duda, cerró con broche de oro.

ese día, en una parte del mundo, las personas salieron de sus casas, todas sus miradas enfocadas en el cielo. un hermoso arcoíris fue lo primero que llamó su atención, y luego los hermosos y leves colores entre rosa, violeta y azul se encargaron de mantener la vista de los demás. las nubes que, en los últimos días, se mostraban grises y opacaban el cielo, ahora adornaban y llenaban de manera precisa el firmamento, mezclándose con los colores del fondo. llamó la atención incluso de los que no solían interesarse por cómo se veía el cielo; porque jamás habían visto tal espectáculo ante sus ojos. parecía, más que el cielo, una pintura. como si un artista lo hubiese pintado ahí mismo.

y en otra parte del mundo el sol se presentaba e imponía como el rey del cielo, deleitando a las personas que quedaron atrapadas por el más hermoso atardecer que se les otorgó ese día. esos tonos naranjas y amarillos se hacían cada vez más intensos a medida que el redondo astro bajaba, y no había nube alguna que tapase tal espectáculo. podían contemplar en su totalidad a tal dios bajar y ocultarse, llevándose consigo la luz, viéndose al último, como despedida, un fuerte rojo y, algunos juraron, un destello verde por unos segundos.

y la noche no se quedaba atrás, no. porque luego de la extraña desaparición de la luna por varias noches, había vuelto como la silenciosa reina de la noche. regresó más grande que antes, enamorando a los ojos que se le quedaban viendo por la majestuosidad con la que estaba ahí, en medio del manto oscuro. la negrura del cielo y lo despejado que estaba permitió que las estrellas se vieran perfectamente; no solo eso, sino que, por algún motivo, parecía que brillaban más que antes. salpicaban el cielo y acompañaban a la hermosa diosa. habían tantas, demasiadas, que uno podía perderse, hipnotizado por lo hermoso que se veía tal espectáculo de la noche.

sí, la gente se sorprendió, porque parecía que el cielo, en cada rincón del mundo, estaba mostrando a todos que era más que el cielo. era una obra de arte.

esa noche, los más observadores notaron algo.

incluso podían estar volviéndose locos, porque estaban seguros que el mirarlas les transmitía algo. no sabían muy bien qué era, pero algo los hacía estremecer. como si estuviesen presenciando algo increíble.

pero los ojos de los humanos nunca podían ver más allá.

y es que, así como solo presenciaban el cielo y no todo el esfuerzo que conllevaba pintarlo,

nunca podrán ver lo que hubo detrás de esas dos estrellas que brillaban más que las otras.

Cielo. | kth & jjk, three-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora