-Adara, Adara, tranquila. -La mano de Harry cogió la mía.
Miré a mi derecha y una sensación de tranquilidad me recorrió todo el cuerpo. Harry estaba sentado en una silla al lado de la cama. Tenía el pelo revuelto y algunos de los primeros botones de la camisa desabrochados
-Estas a salvo-dijo apretándome la mano con fuerza y acercándome a su pecho para abrazarme. Yo me dejé abrazar por sus musculosos brazos y disfrutó del aroma que su cuerpo desprendía. En cuanto me di cuenta de la forma en que nos estábamos abrazando y de la manera en la que estaba pensando en él, me sorprendía separándome con fuerza y pegándome contra el respaldo de la cama. Harry, que se había quedado inclinado hacia mi como cuando me había estado abrazando se reclinó contra la silla algo incómodo. Le miré disimuladamente, el pelo revuelto y la camisa desabrochada me daban a entender que debía de haber pasado más tiempo dormida de lo que pensaba, puede que incluso él hubiera tenido que salir para hacer algo porque antes de desmallarme recordaba que llevaba otra ropa puesta.
Quería decir algo, pero no sabía como empezar. Quería hablar sobre lo ocurrido, sobre mi sueño, sobre la posibilidad de que me estuviera volviendo a convertir de piedra de nuevo y sobre el miedo que eso me daba con él, pues era la única persona que me quedaba.
-Harry-le llame y él me miró al instante. La luz de luna que entraba por la ventana de la habitación le daba un ambiente melancólico a la habitación-. ¿Me estoy transformando en piedra de nuevo? -le pregunté sin rodeos. Harry miró al suelo desviando su mirada de la mía y apretó la mandíbula, estaba claro que no sabía que contestar y eso me dio a entender que era muy posible que eso fuera lo que estaba pasando. Suspiré.
-No, no lo sé Adara-dijo mirándome finalmente destrozado-. He estado investigando en todos los libros de mitología que tengo y en otros, pero no encuentro ninguna respuesta, ni siquiera algo que se le parezca a lo que te está pasando.
Se levantó de un golpe y con tanta fuerza que tiró la silla en la que estaba sentado al suelo. Me sobresalté por el brusco movimiento, le miré y él comenzó a andar de un lado de la habitación al otro.
-No sé que hacer-parecía estar apunto de estallar-.He estado años investigando como traerte de nuevo, y ahora que..., te tengo-dudó un par de segundos en decidir si debía decir eso o no-. No puedo permitir que te vuelvas a ir.
Como había predicho, Harry explotó. Le dio un puñetazo a la pared con semejante fuerza que hizo un agujero en el tabique de madera. Al momento me levanté de la cama y corrí hacia él para intentar calmarlo.
-Harry para por favor- le supliqué tras este darle otro golpe a la pared igual de fuerte-. ¡Para! -acabé gritando. Dejó de darle golpes a la pared dejando la mano derecha apoyada sobre esta, cuando la apartó dejó una marca de sangre que ya no podría irse. Harry se apartó de mí, todavía molesto, pero yo le cogí las manos y no pude retener un sollozo que se escapó de mis labios cuando vi los nudillos llenos de sangre.
-¿Dónde está el botiquín?-le pregunté sin poder apartar la mirada de sus manos.
-Adara, esto no es...
-¿Dónde, está, el botiquín?-repetí esta vez más pausadamente y mirándole a los ojos para dejarle claro que daba igual lo que me dijera, pensaba curarle las heridas. Él volvió a suspirar.
-En la cómoda del baño-contestó apartando la mirada de mí. Salí con decisión de la habitación y atravesé el pasillo. No estaba muy segura de donde estaba el baño así que tuve que deambular hasta dar con una puerta, la abrí, pero no fue con el baño con lo que di, sino con otra habitación. Esta habitación, al contrario que la otra, estaba repleta de libros por todas partes además de una cama más o menos del mismo tamaño que la mía y un escritorio repleto de hojas. Era la habitación de Harry.
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Hija de medusa 2
RomanceAdara ha despertado misteriosamente. Al principio todo era difícil, andar, hablar, respirar..., pero poco a poco se va acostumbrando hasta volver a la normalidad, excepto por los estallidos de dolor que recorren su cuerpo de vez en cuando sin previo...