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La noche había sido una de las mejores. Taehyung se había comportado tan caballeroso con él, que hasta usó preservativos por si acaso. Aún sentía sus labios contra su cuello, sorbiendo, chupando y besando toda esa zona. No podía evitar sonreír por más que quisiera. El perfume de su amante había quedado impregnado en su chaqueta. Ese aroma tan masculino pero con un toque dulce que no llegaba a ser empalagoso lo volvía loco. No quería parar de recordarlo, cerrar los ojos y sumirse en sus pensamientos.

Miró la hora, las cuatro de la mañana. Mierda. Estaba frito, tenía que llegar a media noche. Pero después de todo daba igual, nada importaba. Toda su vida fue un segundón. No importaba que él fuera el menor.

Estaba harto de escuchar anécdotas de sus compañeros de clase, yendo de vacaciones con su familia, pasándola bien, divirtiéndose. Su vida no era así, pues los Park se limitaban a quedarse en casa, —si es que el trabajo les dejaba tiempo—, y a estar pendientes de Jimin. Cansado de oír "el hijo más pequeño es el más consentido". No, él no lo era. Su hermano tenía toda la atención.

Todavía recordaba aquella navidad en la que sus padres no habían podido llegar a su casa, los hermanos Park pasaron esa fecha festiva solos. Para colmo de Jungkook—quién en ese entonces no tenía más de diez años— esperaba los regalos de Santa con muchas ansias. Esa noche "Santa Claus no tuvo tiempo de llegar a todas las casas". Fue entonces cuando abandonó por completo su esperanza y espíritu navideño, perdió la inocencia de un niño, se cansó de naufragar en un mar de creencias inútiles.

Santa Claus no llegó porque el trabajo se lo impidió. Tal vez por el hijo de puta del jefe, quién por lo visto no tenía una vida, y se encargaba de cagar la de los demás. Esa noche no durmió, se quedó mirando hacia la puerta principal esperando que sus padres pasaran por ella con los regalos en la mano, que cuando lo vieran ahí de alguna manera tratasen darle explicaciones sobre la tardanza de "Santa". Jungkook los ignoró y se encerró en su habitación, de esa manera les dio una cucharada de su propia medicina.

El problema de Jungkook sin dudas siempre fue su familia. Si viviera por su cuenta sería más feliz. No le importaba el dinero de sus padres, encontraría la manera de subsistir solo. Que lindo sonaba eso. Ya se imaginaba despertando al lado de su novio Taehyung todas las mañanas, desayunando juntos, yendo trabajar, llegando de nuevo a casa cansado, y en las noches tener un momento a solas para los dos... Lejos de sus padres, y lejos de su molesto hermano.

Novio Taehyung...

—Mierda.—Bufó molesto recordando la discusión que hace un rato habían tenido.—¿No puede sólo cortarle a esa zorra y ya?—La demora lo estaba matando, tenía ganas de llorar. No soportaba que no fueran una pareja oficial, odiaba ser únicamente un amante. Taehyung lo amaba, sí, pero tenía que aparentar ser hétero, al menos frente a sus padres. Bueno, Jungkook también, pero le importaba poco lo que los demás pensaran de él. Si no les agradaba que fuera homosexual, no era su asunto. No tenía nada que perder si "salía del closet".

Se adentró en casa lenta y sigilosamente, pues no quería despertar a sus padres y que lo regañaran por la tardanza. Atravesó el living hasta llegar al pasillo cuando un ladrido lo hizo sobresaltarse.

—¡Silencio!—Susurró audiblemente para el canino.—¡Ya basta! ¡Cállate! ¡Despertarás a todo el vecindario!Obviamente el animal no paró de emitir sonido.

—Makki, ¿qué sucede?—Una cabellera pelinegra bastante despeinada fue lo único que divisó gracias a la poca iluminación de la habitación.—¿Jungkook?

—Tú no...—Yoongi había agarrado al perrito, haciendo que este pareciese más pequeño de lo normal debido al tamaño de sus manos. El can había callado.

El Placer Es Ciego [YOONMIN +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora