II.

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— ¿Cuando se supone que les vas a decir? — Me encogí de hombros. — ¿No se supone que no hay secretos entre ustedes? — Me encogí de hombros, de nuevo. — Sí se enteran por terceros se sentirían mal, ¿no piensas así? — Por tercera vez, me encogí de hombros. — ¡¿NO SABES OTRO GESTO?! — Iba a repetir mi acción pero la miré y reí.

 No fue un buen día, para nada, no quiero inquietarles de nuevo, no hoy. — Negó en desaprobación, sí, sabía que estaba mal. O no, pero igual, no lo haría hoy, ni pronto.

Arlene, con quien hablaba, una de mis mejores amigas, probablemente la única. Sabía de la audición, ella me ayudó a hacer papeleo, ella había sido la que me avisó de dichas audiciones. Pero se negaba a cubrir algo que no sería un secreto, pero algo delicado... O tal vez no. Nos encontrábamos acostadas mirando el techo, me había ayudado con algunos ejercicios de matemáticas, no era mala, pero no había entrado a la clase.

Tal vez mis acciones estaban siendo muy lentas a la situación, es decir, en menos de un mes me voy, el mismo tiempo en el que el semestre acaba, necesitaba decirles, era un hecho, pero no podía, no quería despedirme de mis amigos, de mi familia, simplemente no puedo.

Dejamos el tema, mejor dicho, ella dejó de hacerme preguntas al respecto. No me molestaba que me preguntara, no me molestaba que me hiciera entrar en razón, en concreto no me molestaba nada en lo absoluto, pero ella más que nadie sabia que no le iba a contestar, que solamente estaba haciendo platica y contestaba de manera random. Pasaron las horas, dos para ser exactos y sentenció su salida de mi morada, es decir, tenia que irse a su casa, y bueno, mi madre la adoraba y yo también, la amistad era larga así que traté de convencerla la última media hora de su estancia.

— Entonces, ¿si te quedas a cenar? — Sonreí suplicante, ella negó. — Lena, anda. Hace mucho que no comes aquí. — Ella río sonoramente. Me gusta como reía esa chica, me contagiaba su felicidad.

Negó efusivamente y daba excusas como que quería dormir temprano, qué tenía examen o simplemente que su madre no estaba en casa y quería hacer algo para ella.
La dejé ir sin antes sentenciar que cenaría en mi casa la siguiente vez que viniera. 

Mi madre no cruza palabra conmigo desde esta mañana en la que afirmé que me iría.

Desde que comenzaron las audiciones y que supe de ellas, le daba pequeñas señales de que quería irme, un día lo solté. Ni siquiera me miró para negarse complementamente, decía que si me iba sería incierto mi futuro, que no tendría nada más que eso. Decía que era una mocosa soñadora que no sabe nada de la realidad. No me importaba a decir verdad, no quería dejar ir esa oportunidad. No ahora. Aún cuando he dicho que no puedo despedirme, nada es imposible, lo acabo de demostrar.

Iré a dormir, hasta mañana. — Mi madre me llamó e hizo una seña para sentarme a su lado. Hice caso. — ¿Acaso ya te dije que sí? — Dejé salir un pesado suspiro, sí bien no me era suficiente con lo de hoy, venía el sermón de que todo lo hacía por mí bien.

No, no me oponía a eso. Me daba cuenta de eso, me ha cuidado mucho, sí. Yo sé que soy una joven todavía, que no sé de la vida, pero me quiero ir a seguir los sueños que no todos podrán hacer, que probablemente, ella tampoco pudo hacer en su momento.

Sólo la dejé hablar, la miraba y en ocasiones miraba el suelo. No quería verme grosera con ella.

Entiendo que es tu sueño, pero yo no quiero que te pase nada, así que hable con tu padre y aunque él quiera. No irás. — La sangre me comenzó a hervir. Sabía que lo haría, mentalmente no me sorprendía, pero mi reacción iba a ser la misma así me lo hubieran avisado dos minutos antes.

Me levanté y caminé camino a las escaleras. Sí mi madre no quería dejarme ir con permisos, daba igual. No pensaba decirle nada sobre mi ida, y aún así no estaba a discusión. Me iría.
Entré un poco más molesta que otras veces, cerré la puerta, puse el seguro y llamé a la persona que estaba del otro lado del mundo, bueno no.

Uno, dos, tres timbres... Cuatro, y...

¿Evelynna? — Callé unos segundos. — ¿Evelynna, eres tú? — Suspiré. 

Hola, papá. — Relajé mi voz, necesitaba escucharme serena. — ¿Vendrás por mí? O... Iré yo. — Pude sentir su mueca, aún cuando no lo veía. Tomé aire. — No me importa que tanto haya dicho mamá, yo me iré. — Bajé un poco la voz. — Tu mejor que nadie sabes que quiero ir allá, quiero ser grande allá. De dio la oportunidad, no la voy a desperdiciar. Será mi madre, pero no quiero estar acá. — Un silencio de unos minutos bastó para obtener respuesta de su lado.

Mandaré dinero, trata de recibirlo tú. Te veré acá en las vacaciones de Navidad.

Sonreí, algo más como una mueca. Era mi sueño, ¿no?

Gracias, papá. — Despedí la llamada y colgué.

Sí, me iría. Lo más difícil estaría por venir. 

Mentalmente no me sentía lista para decirles a todos qué pasaría. Pero tendría que afrontarlo en algún momento, había de hacerlo.

(...)

Nadie quería ir las ultimas cuatro semanas a clases, el hedor a estrés y depresión era impregnante, aún sin ser de ese tipo de personas salías desanimado. Ese día en particular solamente teníamos dos clases, una de una hora y la otra de dos, lo más curioso es que era el mismo maestro, así es, tres horas del mismo hombre mayor con problemas auditivos. Ayúdenos.

Aylín nos dijo de una manera sutil, y por sutil me refiero a amenazante que después de clases iríamos a una plaza cerca de el instituto para ver algo relacionado a nuestra reunión previa a navidad, mejor dicho, una fiesta donde hacemos un intercambio de regalos. Todo iba bien hasta que tocaron el tema del lugar, nadie quería ir a casa de Aylín, estaba lejos.

- Podríamos buscar otro lugar, propongo mi casa - Dijo Tom mirando a todos - , además, mi casa es enorme, podrían dormir ahí si quisieran. Y con Aylín no. - La ya mencionada lo miró con desafío y arqueó una ceja. Esto se ponía interesante.

- Bueno, tiene ellos que decidir, no sólo tu y yo. - Y tal cómo dijo, había que elegir. 

- Yo apoyo a Tom. - Jullen fue el primero en hablar, todos lo miramos con sorpresa, no sabía lo que había lo que había desatado. 

- ¿Qué? - Aylín lo miró y arqueó ambas cejas en "sorpresa".

Era oficial y general, todo queríamos huir en ese preciso instante.

Lost AwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora