IV.

25 2 1
                                    

Apretó el abrazo me acercó más a él.

No... Por favor...— Su voz se quebraba. —No te vayas, por favor...— Negué y lo abracé más fuerte.

Era muy difícil una despedida, pero no sabía qué hacer, ya había tomado una decisión.

Tengo que hacerlo, todo se salió de mis manos. Ya no puedo estar aquí...— Se escuchaba tan dramático. —Mamá se dio cuenta de todo, y ella no quiero que me vaya. Pero lo deseo tanto.— Lo miré. —Soy muy egoísta como para dejar ir esto.— Me aparté.

Estaba molesto, demasiado, se notaba en su forma de mirarme. Muy dentro había comprensión y cariño. Era mi mejor amigo, sabría entenderlo, ¿no?.

Necesito un lugar donde estar esta noche...— Lo miré sin segundas intenciones.

¿Tú mamá sabe de mí...?— Preguntó de la nada. Negué. —¿Cuánto tiempo tienes que quedarte? Mi padres regresan en una semana como máximo.— Traté de sonreír. Asentí. —No pasará de hoy.— Lastimosamente, era cierto.

Caminamos a su casa y al llegar conecté mi teléfono. Mil y un mensajes de mi madre aparecieron en la bandeja de entrada.
Algunos con amenazas, otros negociando. Era como un pasivo-agresivo; ambos casos eran malos.

Miré a Barry y lo abracé por la cintura, quedando recargada en su espalda. Se tensó, pero no me apartó. Quería olvidarme de todo. Y antes de cualquier cosa, no, no era una escena romántica, ni voy a terminar besándome con él.

Se volteó y quedamos de frente.

—¿Por qué no les dijiste antes?— Su tono era dolido, pero a la vez molesto, y con una pizca de tristeza. —Lynna, mírate, estás abrazándome, estamos teniendo contacto físico. ¿Estás bien?, podría soportar cualquier comentario, o algo, ¿esta eres tú, realmente?— Me aparté un poco, tenía razón. Hace unas semanas no me acercaba a él porque no soportaba su contacto físico, pero, me ayudaba, tenía que agradecerle, aún cuando por dentro sienta muy perturbante.

Tú ya sabías, ¿por qué te fuiste?. Fue como si... Cómo si lo hubieras olvidado— Lo miré fijamente. —, cómo sí esto no te importara como a mí.— Me paré frente a él miré a la nada.

No era reclamo, de hecho, visto desde un punto de vista neutral, él no tendría porque lidiar con esto. La que se metió en el embrollo fui yo, no él, y si me está ayudando es porque realmente es mi amigo. ¿Por qué no se haría el dolido? Quizá lo olvidó, así es él.

Lo siento— Pronuncié algo seco. —, es decir, esto no te toca a ti, sino a mí. No es tu culpa que yo esté aquí. Siento arrastrarte en todo esto.— Negó él y se levantó envolviéndome en un abrazo.

Suspiró y habló, pero ahora su tono era más relajado.

Nadie te hubiera detenido, nadie te hubiese dicho nada, ¿sabes? Todos tienen fé en tí. Hasta Molly.— Sonreí. —No te dejaría de querer así pasen miles de cosas, eso porque lo que tanto trabajaste está aquí. Siento que puedo ayudarte con ello, y lo haré.— Me aferré a él y aspiré su olor.

Que sino era difícil.

Ahora, lo que seguía era huir, huir y no volver. Bueno, no tan dramáticamente, pero si en lo que las cosas así de calman, ahora más que nunca necesitaba hacerlo. Quizá huir no era la mejor opción, pero si la salida más prudente.

Rompí el abrazo y caminé a mi teléfono tomándolo, acto seguido revisé los contactos.

—¿Tienes teléfono?— Barry arqueó la ceja. —Fijo. No seas tonto.— Asintió y se estiró tomándolo y dándomelo.

Lost AwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora