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Los Días pasaban, la hambruna, la sed, el calor y la ansiedad se volvían buenos amigos en este desolado continente.

Árboles, Lodo, Lluvia, Maleza, Mosquitos e insectos del tamaño de mi cabeza eran mis compañeros nocturnos de vez en cuando.

Gritos, Sangre y uno que otro muerto viviente persiguiéndome en mi día a día...

Fotografías Con ojos Amarillos... Fotografías negativas... No recordaba la última vez que saqué una estilo Retro.

No todo era un infierno en este lado del mundo alejado de la mano de Dios... Conocí a alguien, se podría decir que era mi Novio... La única persona que pudo acogerme cuando el frío acechaba.

Sí... Había llegado al poblado que aquel ruso misterioso me mencionó, sin embargo no fuí del todo bienvenida... Nadie podía verme, y las miradas que se cruzaban conmigo daban la sensación de que iba a morir sola en este lugar sin embargo, no me daba esa sensación, hasta que llegó Alika.

Era un cazador de la Tribu amurallada, el cual tan pronto me vió, no sé si notó la debilidad que había en mi alma, y me acogió por lástima o interés... A día de hoy no lo sé.

Los días pasaban y la gente empezó a aceptarme, aunque no me querían muy cerca... Así que, traté de ganarme la vida para aquella tribu acompañando a mi Amante a cazar las pocas cosas vivas que quedaban por ahí caminando... Fué... Bonito.

Alika me representaba lo más bonito que podía haber en este final de los tiempos, a pesar de no saber hablar mucho el Inglés o Alemán, hacía su mejor esfuerzo, y yo por entenderle. Me enseñó cosas básicas, a como usar un arco, como pescar y limpiar Peces, me sentía feliz a pesar de lo que ocurría.

Pronto dejé de pensar en Luther, y me centré más en lo que parecía ser mi nueva vida lejos de Alemania en el infierno que teníamos como Mundo ahora... Me preguntaba si esta enfermedad habría llegado al resto del mundo... ¿Cómo estarían todos lidiando con ello?

Sin embargo, a pesar de durar varios meses con estas personas, la forma asfixiante en la que me miraban, y sus engaños... Me daban a entender que no era mi Hogar... Sin embargo, no veo ningún otro mejor lugar al cual ir...

Cada vez que vi el sol salir por el Horizonte desde que llegué a este Sitio, conté los días, y para no perderme, los fuí tallando en la madera de la cosa de Alika. Era el día 114.

Casi era mitad de año... Bueno, unos pocos meses más y ya lo iba a ser... Y pues, sentía como que algo iba a venir en ese momento, algún presentimiento, pero no dejaba que mi cabeza me engañara con falsas esperanzas... 

Una tarde como cualquier otra, el cántico de una mujer similar a mi voz empezó a resonar entre las hojas de los árboles cercanos a mi casa.

Mi atención fué atraída rápidamente, y la curiosidad también.

Era un cántico... Tan bello y celestial... No decía nada, solo tarareaba... Y me acerqué para saber quien era quien cantaba tan bello.

Pasé las alambradas que nos protegían de los muertos para encontrar a esa persona y de camino me llevé mi cámara... Sí... Cámara que aún vivía y tenía carga, llevé suficientes baterías por si tenía que durar un año acá... Así que apunté a los bellos árboles.

La foto salió hermosa... Es decir, el ambiente atenuado de naranja debido a la puesta de sol, y los rayos del mismo cruzando los espacios entre hojas... Simplemente un hermoso panorama.

Hasta que la vi justo cuando el tarareo se detuvo... 

Una mujer, colgada de la rama gorda de un gran árbol, la cual se balanceaba de lado a lado gracias al viento... Con mucha... Mucha sangre en el suelo... ¿Se habría ahorcado? No tendría sentido... ¿Por qué la sangre?

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