Capítulo 1

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Te mantendré con vida

La primera vez que JungKook se topó con su pequeño humano fue a la tierna edad de tres años del infante. El chico disfrutaba con su padre de un día libre, caminando por el parque, con sus enormes e inocentes orbes color chocolate observando todas las cosas a su alrededor. Sus ojitos se habían topado en el vendedor de globos y al instante se habían iluminando como foquitos de navidad, su sonrisa tiro de los labios regordetes y sus deditos pellizcaron el pantalón de su padre para llamar la atención.

-¡Globos!-grito, un pequeño digito señalando con insistencia-. Minnie quiere-se quejo, un puchero haciendo aparición.

Su padre había puesto una sonrisa dolida y meneo la cabeza, dijo un “tal vez más tarde” y el bebé había asentido sin más palabras, sus ojos bajos y las lágrimas aferrándose a sus pestañas.

En lo que a él respecta, no debió haber estado caminando a esa hora por él lugar pero, cúlpenlo, era curioso. Para ser un casi dios tenía demasiada fascinación por los humanos, criaturas a las cuales era el encargado de quitarles la vida mas que sin embargo, no dejaban de llamarle la atención sus actividades diarias, su modo de llevar el día a día.

Sus orbes chocolate oscuro se posaron en el niño con interés y algo lo había obligado a detener sus pasos y regresar hacia el hombre vendiendo el objeto de fascinación del pequeño. No lo había pensado dos veces, su caminar sin interés hasta el joven, sonriendo con levedad ante el suave agradecimiento a medias por la timidez y una mirada indiferente al padre.

No supo que fue ese extraño malestar en su pecho, se dijo que era una tontería, pero lo cierto fue, una pequeña risa salió al ver sus dedos cubiertos de saliva.

…………..

La segunda vez que JungKook vio a JiMin fue la primera en que derramo sangre por primera él.

Había terminado de recoger el alma de dos personas que habían muerto por un accidente automovilístico, sus pasos eran calmados mientras caminaba por la acera de un vecindario poco habitado, lúgubre incluso se podría decir. Sus orbes estaban perdidos en la luz del atardecer, cuando capto un lloriqueo y vislumbro a un pequeño de dedos gorditos demasiado familiar siendo arrastrado por un hombre de traje negro.

No procesó sus acciones, estaba en frente del tipo en casi un parpadeo y con el bebé en sus brazos observándolo con enormes ojos mojados, le dio una sonrisa y el chiquillo pareció calmarse.

-¿Quién eres?-preguntó el sujeto, sus manos temblando al ser despojado de JiMin sin ningún esfuerzo.

Acomodo al infante mejor entre su brazo y sus orbes recorrieron con aburrimiento al hombre, cabellos desordenados y de color marrón, tez pálida, ojos cafés-. No eres su padre-. Hablo con pausa, sus ojos tornándose helados-. Lo estabas asustando.

El castaño rio, recuperando la compostura y perdiendo el miedo de antes, encogió sus hombros-. El idiota drogadicto nos debe una buena suma de dinero, mi jefe dijo que el niño puede ser una buena paga-. Sonrió-. Ya sabes, el tráfico de órganos es muy-

El horror floreció en las facciones del humano, la sangre burbujeando por su boca como espuma carmín, el terror oscureció los orbes cafés, enfoco con esfuerzo el rostro del otro y la suplica murió en sus labios al sentir el dolor irradiar por todo el cuerpo.

Su mano ahora manchada de carmín salió del tipo quien cayó al suelo en un ruido sordo. Suspiro, había hecho un lio y todo por un niño.  

Miro al nombrado y volvió a suspirar al ver que estaba dormido, al menos su poder había funcionado y el chico no había presenciado nada. JungKook sonrió, los rechonchos dedos de JiMin, apretaban su saco como un salvavidas.

Rodo lo ojos, estaba atrapado.

……………

Su vida había seguido normal, su trabajo por supuesto no se detenía sin embargo, algo había cambiado, se encontró vigilando al lindo humano mas a menudo, velando por su seguridad y aprendiendo un poco mas de su vida cada día.

El padre de JiMin no poseía trabajo, contantemente era despedido debido a sus adicciones y vivían en una casa que dejaba mucho que desear, las paredes eran demasiado delgadas y el techo parecía que en cualquier momento daría de si, sin duda alguna, no era el ambiente para un niño de tres años, lamentablemente, no podía hacer nada mas que asegurarse que al chico no le pasara nada.

Se convirtió en el guardián del niño, velando por él desde las sombras, dejándolo sólo cuando sus obligaciones lo requerían de otra forma, se la pasaría cuidando del débil humano. No volvió a mostrar su rostro, permaneció en el anonimato, como una sombra siguiéndolo a lo largo de los años, no importa a donde fuera JiMin, JungKook estaría al lado de él protegiéndolo de cualquier amenaza.

Era ridículo, su sonrisa cada vez que veía al chico lo confirmaba.

……………..

JungKook nunca ha experimentado el miedo, es la muerte el no posee ni siquiera sentimientos pero esta mas que seguro que la pesada roca que se hunde en su estomago se acerca a esa estupidez que los humanos llaman terror y desesperación.

Había dejado a su pequeño niño debido a un trabajo cuando recibió la ubicación de otro y todo había dejado de existir, la próxima alma que debía recoger era en la casa de JiMin.

El lugar era un desastre, la mesa y las dos viejas sillas estaban volteadas, los pocos juguetes con los que el padre de JiMin solía entretenerlo estaban esparcidos por la sala y dicho hombre al pie da las escaleras, la sangre escurriendo de una herida de bala en la frente.

Hace su trabajo en un pulcro silencio y se concentra en todo menos el pequeño humano, no hay tiempo, no hay nada que hacer.

………….

Todo parece un deja vu, regresa de cumplir con el trabajo cuando escucha un lloriqueo y un dolor se extiende por su pecho, sus orbes marrones escanean las calles oscuras y desoladas cuando capta la fuente del ruido anterior, un joven es arrastrado por un hombre mas grande hacia uno de los callejones. No es su deber, el no debe interferir pero sus pies se mueven solos y cuando menos lo espera se encuentra con los dedos alrededor del tipo, aprieta y observa sin remordimiento la vida abandonar el cuerpo.

Los brazos se aflojan, ya no hay pelea, el pecho ya no sube ni baja así que afloja su mano y el sujeto se estrella en el suelo. Se da la vuelta, dispuesto a marcharse cuando hace contacto con el otro humano y queda paralizado.

Húmedos y enormes ojos marrones, pequeño cuerpo, manos pequeñas y deditos regordetes, veinte años, han pasado veinte años y JungKook aun puede recordar. Tal vez paso el tiempo, pero lo cierto es que sabe que es el mismo bebé tierno.

-JiMin…

……………

Nunca he escrito para este fandom así que espero no hacerlo tan mal.

Disfruta del primer capítulo, espero les guste.

Te mantendré con vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora