un estudio en sherlock holmes

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El mundo de Sherlock Holmes no cayó a pedazos cuando el bueno de Watson tomó a Mary Morstan como su esposa. Había sido, en realidad, uno de los pocos actos egoístas que podía recordar de él a lo largo de sus años juntos; antes de aquella vez en la que le había arrastrado a un paseo por el cual casi perdieron un caso importante y después de aquella otra en la que, con imperdonable crueldad, le había obligado a tirar su señuelo de cera. Pero su matrimonio jamás significó una catástrofe para su firma, y tampoco lo hizo para su amistad. Aunque con menos frecuencia, aún podía contar con la fiel ayuda de su Boswell. De tiempo en tiempo se permitía visitar a su viejo amigo y éste siempre encontraba oportunidad para pasar por Baker Street a pesar de su ajetreado horario de trabajo.

John hablaba con notable profesionalismo de sus deberes en el consultorio al visitarle. Describía a los pacientes con esa cálida poesía suya y recordaba a la perfección las indicaciones que había escrito en las recetas hacía horas atrás, así como los síntomas que lo llevaron a redactarlas. Sherlock le concedía ese mérito y, sin embargo, sabía bien que ni siquiera su vocación de vida se comparaba con la pasión con la que relataba las crónicas que habían hecho de ambos figuras más bien míticas.

Para la desgracia del detective, fue la señora Hudson quien se lo había hecho notar. Ella era una sabia mujer debajo de la humilde y casi ingenua impresión que pudo darle en un inicio, esa mañana en la que subió a servirle el té como cada día y sus pasos nunca volvieron a retirarse de la habitación. Holmes yacía en sus aposentos, vestido todavía con el traje de la noche anterior y tendido sobre las mantas con las que no se había molestado en arroparse. Nada nublaba su mente en aquel nuevo amanecer: los casos habían llegado a su fin y los futuros clientes no harían acto de presencia hasta unas horas después, según acordaron en sus apresuradas cartas. Fue difícil, entonces, que la merodeadora pasase por alto para él. Los pasos primero fueron cautelosos, luego se detuvieron y volvieron a andar. Buscaba algo, dedujo después de tres pausas en su marcha y el sonido de unas hojas siendo revueltas.

—¡Señora Hudson! —gritó al aire con viva voz, tratando de detener su infame asalto a sus habitaciones sin tener que abrir los ojos.

Un bramido ahogado fue lo que obtuvo como respuesta. No obstante, ella no partió escaleras abajo. No en ese momento, ni en un largo minuto más tarde. Fue así como Sherlock Holmes decidió que debía lidiar con su intruso cara a cara y se puso de pie para hacerlo.

—Señora Hudson —llamó a mitad del corredor—, no sé qué es lo que trama esta vez, pero si vuelve a amenazar con ordenar este apartamento sin mi permiso...

—Usted echa de menos al señor Watson más de lo que admite —dijo la mujer en una insospechada interrupción. El detective permaneció atónito y estático en su lugar, mirándole con desdén al descubrir un par de hojas entre sus manos—. Y vaya que necesita de él, señor Holmes.

Al aludido le sorprendió escucharlo de la boca de alguien más. La señora Hudson, por otra parte, tan sólo dejó el relato que antes leía en el sitio del cual lo había tomado y finalmente se retiró con una sonrisa triunfal. Era ésa la narración que Sherlock había comenzado sobre uno de los casos más recientes, mas sus metódicas maneras no se comparaban al talentoso estilo de su viejo amigo que tanto había criticado en el pasado.

Era posible, pensó. Era posible que necesitase de él, de la compañía de un buen hombre y de los dones que había subestimado irremediablemente. Era posible, también, que gustase de las charlas que compartían y los conciertos de violín que tocaba para él más de lo que algún día diría. De los halagos, del sabor insaciable del orgullo al tratar de impresionarlo cada vez, de lo digno que era ser presuntuoso sólo por su querido Watson.

Pero necesitar era una palabra que aturdiría los oídos de cualquier amante y él una máquina que no sabría cumplir ese papel.




THE PROOFS WERE THREE [JOHNLOCK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora