Al despertar, tu cuerpo se sentía pesado como el plomo. Agarraste el despertador y gemiste de frustración al oirlo.
—¿Zen? ¿Estás aquí? —acariciaste el lado izquierdo de la cama, y al sentir como el calor de esta se desvanecía rápidamente, hiciste un puchero. Eran las cinco de la mañana, ¿dónde podría estar tu novio en este momento?
Mientras esa pregunta vagaba por tu mente, escuchaste el timbre de mensaje de tu celular. Extendiste tu mano hasta el teléfono y lo encendiste, cegandote momentáneamente.
Cerraste los ojos con fuerza, enfocandote en hacer desaparecer el dolor palpitante de tu cabeza. Habías tenido dolores de cabeza antes, pero ésta vez se sintió como sí te hubiesen golpeado en la cabeza con una bola de bolos... Una vez que el dolor disminuyó, revisaste el mensaje.
—Lo siento bebé, tuve que salir un rato, pero volveré antes de que te des cuenta ;) ¡Mantén la cama caliente para mí! —leíste el mensaje de Zen.
Te frotaste las sienes al terminar de leer con la esperanza de aliviar el dolor. Decidiste sentarte, pero lo único que lograste con eso, fue una cortante punzada a través de tu cerebro, causandote un pequeño grito.
Frunciste el ceño, una parte de ti estaba contenta de que fuera fin de semana para así no tener que trabajar con el dolor, pero la otra parte estaba molesta. Estabas ansiosa por tener una encantadora cena con Zen, y una noche divertida en la cama.
Volviste a mirar tu teléfono, y tus dedos se deslizaron por la pantalla.
—¡Vuelve pronto! Te extraño <3 Necesito tu calor, no me siento muy bien —escribiste.
Después de responder, caiste agotada en la cama, pero no pasó mucho tiempo antes de que escucharas de nuevo el timbre de tu celular. Con la mayor rapidez que tu condición permitía, encendiste el teléfono para leer la respuesta de tu mensaje anterior.
—¡Oh no! Esperame, ya casi estoy en casa.
Tu ceño se convirtió en una sonrisa. Zen era muy atento, y siempre estaba dispuesto a ayudarte sin importar el problema que tengas. Ya tenías tiempo viviendo con él, y en todos esos meses, él no fue nada más que un amorcito.
Escuchaste el sonido de la puerta al abrir, seguido de un —¡Estoy en casa!
—Zen... —Te quejaste. Él abrió la puerta de la habitación, y te sorprendiste de ver, lo arreglado que estaba para solo haber salido por un rato. —¡Vuelve a la cama Zen! —dijiste mientras palmeabas su lugar de la cama, pidiendo que se sentara.
Una risa profunda brotó de los labios de el peliblanco, logrando que un escalofrío recorriera tu cuerpo.
—Sí, princesa. ¿Cómo te sientes? Dijiste que no estabas muy bien, ¿qué pasa? —Mientras se acercaba a ti, aprovechó para quitarse su camisa, y no perdiste tiempo al ver su esculpido cuerpo. Sabías que jamas te podrías acostumbrar a esas vistas, pero odiabas cuando Zen notaba eso, ya que se burlaba. —¿Te gusta lo qué ves?
Te diste la vuelta avergonzada por ser atrapada viendolo de esa manera. —Oh, claro que no —Murmuraste con la cara enterrada en tu almohada.
Zen saltó a la cama, con una sonrisa tonta creciendo en su rostro mientras se acercaba a ti. Él envolvió sus fuertes brazos alrededor de tu cintura. —Lo siento —murmuró en tu oido, con el fin de hacer que te voltearas, para quedar cara a cara.
Sus manos comenzaron a deambular por tu cuerpo, empezando por masajear tus brazos, para luego deslizarlas hasta tus piernas. —¿Te sientes lo suficientemente bien ahora bebé? —dijo de nuevo en susurros, ésta vez causando que tu piel se crispara, añadiéndole el sentir como su caliente respiración rozaba tu nuca.
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La medicina de Zen [Hyun Ryu/Zen x Lectora]
FanfictionGracias a un dolor de cabeza, dejas que Zen te cuide, él peliblanco opta por darte un buen masaje de cabeza. Disfrutándolo, cierras los ojos, hasta que accidentalmente dejas escapar un gemido cuando él presiona el punto correcto en tu cabeza. Este d...