Estoy harta de los enamorados, ¿Qué digo enamorados? Estoy harta de los falsos amores, de las simples atracciones idealizadas, de las prisas adolescentes, del qué sé yo de los adultos.
Pero... ¿Quién en su sano juicio me elegiría a mí para escucharme? ¿Qué se yo de la vida al fin y al cabo? Cuando uno se encuentra en sus últimos días se dice que ya ha aprendido todo lo que la vida puede enseñarle, difícil resulta que algo pueda sorprenderle.
Pero, ¿ Y si mañana muero? ¿Me otorgarían el derecho de permitirme decir que algo sí aprendí? ¿Mis cortos años de vida habrían servido para algo?
¡Oh Dios! ¿Por qué todo lo medimos con el tiempo? ¿Es que un amor bueno dejaría de serlo por haber durado menos?
Pero... qué sé yo de amor, si nunca me he enamorado. ¿O tal vez sí? Seguro que no he vivido lo suficiente para saberlo.