One Shots.

Sinceridad.

Y ahi estaba, sentado justo enfrente mio. Con el seño fruncido. Con esos hermosos ojos marrones. Bajo de ellos unos labios, no tan gruesos. Su cuello, su piel, sus brazos. Su pelo rizado. Él.

Él era perfecto.

-Dimelo, se sincera.

-Lo he sido, muchas veces. Nunca te he mentido apesar de todo, tu si.

Entrecerró los ojos. Unas pequeñas arrugas debajo de sus ojos, hacian ver los 10 años que me llevaba.

-¿Yo?

-Si tu, ¿Cuantas veces tengo que disimular? Esconder la realidad, de esta falsa alegria y reir por no llorar.

-¿Que dices? Si siempre que quisiste venias llorando y contandome todo sobre tu y tu madre.

-Y te valía, como siempre. ¿Sabes? Debemos terminar esto.

-Solo lo dices porque eres una inmadura. —Hace unos segundos ya habia quitado su mirada de mi, apartandola hacia el suelo.

Ahora que no podia ver mi rostro. Algunas lagrimas ya rodaban por mi mejilla.

-Debo irme, se me hace tarde hablamos luego.

-No habrá un después. —respondí— No quiero volverte a ver. Lo se todo. Y lo último que quiero es verte.

Claro que no, quedate. Solo para mí siempre.

Se paró, no era de gran tamaño, solo unos centímetros mas que yo. No aparentaba la edad que decía tener.

-Nunca quise ocultartelo, pero, no quería lastimarte.

Me puse en pie, lo abracé por ultima vez, absorbiendo su olor masculino, que llenaba a cada lado que iba. Lo reconocería en cualquier lugar.

Me rodeó con la misma fuerza que yo lo hice. Bajé mis brazos para salir.

-No espera, solo.... Un momento más.

No se si pasaron, minutos o días. Parecía una eternidad. Su respiración se entrecortaba cada vez mas.

-Se te hace tarde. Debes irte.

-Perdoname.

-Si me lo hubieras dicho desde el principio y hubieras sido sincero, tal vez. Te diria que si.

Tomó el abrigo que estaba en el brazo del sillon.

Me dio beso en la frente. Y otro en la mejilla, limpiando la última lagrima.

Bajó hasta mis labios y ahí fue donde me tocó a mi saborear sus lagrimas. Saladas y frías como este adiós.