El despertador sonó, un molestoso ruido de pronto perturbo todo mi ambiente, con mucho esfuerzo apague el aparato y procedí a cerrar los ojos de nuevo, dándole la vuelta a la almohada para sentir de nuevo frío.
Pasaron minutos que se sintieron segundo y de nuevo sonó el despertador, esta vez si me levante de la cama y me dirigí al baño, estaba en un motel, algo lejos de la ciudad, por primera vez en mucho tiempo me sentía libre así que sin cepillar mis dientes me dirigí a una pequeña tienda a buscar algo de desayuno, tome una papas y soda, mientras hacia la fila para pagar pude divisar la luz del sol que asomaba tras los vidrios del lugar, comenzaba a hacer calor luego de una noche tan fría
eso me recordó a cuando a cuando tenia 18 años, era más joven, más estúpida, y mas feliz también, digamos que era una niña mimada con muchos amigos pocos obstáculos y un gran camino por delante, a mi mayoría de edad sentía que el mundo me pertenencia y yo, no le debía nada a nadie, el sol siempre deslumbraba mis ojos en la mañana, en mi habitación.
-Señorita ¿Va a pagar por eso? -Me distrajo de pronto la cajera, me miraba reprochante, quise reír ante la pena de saberme sumergida en mis ideas, me acerque y pague lo que era
De vuelta en mi habitación y sobre la cama, me deje liberar recuerdos de lo que antes fue.
Sí, tenia dieciocho años y eso era genial, vivía con mis padres, la universidad era interesante y todo el mundo conocía mi nombre, repito, sentía que el mundo me pertenecía y yo no le debía nada a nadie, pensaba eso hasta que llegó él...
Su nombre era Richard, era el hijo del director de la facultad, era alto, guapo y muy educado, el problema es que era mi profesor de calculo y era unos trece años mayor que yo. Además yo salía con alguien.
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¿Las moscas también son felices?
Short StoryDel odio al amor hay un solo paso y la felicidad es momentánea. Y no hablamos solo de amar a alguien o de ser feliz con una persona, pues ese es otro campo otro tipo de juego arrollador que no teme en convertirte en cenizas si no eres cuidadoso, sin...