Profecía

37 1 0
                                    

THOR

Corrí en cuanto sentí el suelo del bifrost a mis pies incluso antes de que Heimdall lo parara y me encontré con que no estaba solo. Odín estaba allí junto con la joven Idunn quién le ofreció una de sus manzanas doradas a su rey justo cuando mis rodillas cedieron con el cuerpo de Sigyn aún en mis brazos y no pude evitar que las lágrimas se escaparan al no encontrar diferencia entre lo frío de los suelos dorados y su cuerpo.

-Padre, yo... -Comencé a decir pero él me ignoró por completo cuando se arrodilló frente a mí y con ambas manos aplastó la manzana dejando caer el jugo sobre la herida en el estómago de Sigyn. También tomó algunos trozos pequeños y los puso dentro de su boca empujándolo suavemente contra sus labios mientras todos observábamos en silencio.

Puedes hacerlo, no te rindas. Tú siempre tienes la victoria, Sigyn.

Y jadeó por aire como si hubiera escuchado mis plegarias.

Fue aterrador verlo. Sus ojos inyectados de sangre se abrieron de golpe y comenzó a gritar retorciéndose de dolor, aferrándose al brazo del rey con tanta fuerza que rasgó la tela a su alcance.

-Llévala con Eir. -Me ordenó y me moví tan rápido como pude.

Tomé a Sigyn con un brazo y salí disparado del bifrost sin que ella dejara de gritar solo siendo silenciada por el viento llevándose su voz. La paz del recinto de las sanadoras se quebró en cuanto aterricé a sus puertas pues varias gritaron de horror al ver a la joven en mis brazos pero actuaron de inmediato colocándola sobre una camilla mientras gritaban varias instrucciones y repitiendo la misma pregunta una y otra vez.

-¿Dónde está Eir?

No tuve otra opción más que seguirlas para responder sus preguntas sobre lo ocurrido lo mejor posible pero entonces, frente a todos los presentes, Sigyn me aferró del brazo y tiró de mí con una fuerza sorprendente para su condición y las palabras brotaron de su boca como un torrente sin fin mientras sus ojos parecían arder con fuego dorado.

-Cuando el fuego de la inocencia se extinga, los niños del caos traerán el final de los dioses. El lobo negro aullará dejando caer la furia de mil ejércitos. Como una sombra la serpiente de plata se arrastrará por el arcoíris corroyendo el reino dorado y la-

La aguja penetró su brazo y al instante, Sigyn cayó inconsciente en la camilla mientras yo encontraba a Eir sosteniendo la jeringa en su mano cuando levanté mi rostro y quería saber por qué había hecho eso pero no podía salir del miedo, del profundo terror que las palabras de Sigyn causaron en mi pecho.

-¿Qué fue eso? -Pregunté en su lugar mirando mi brazo y cómo Sigyn lo había marcado con su sangre.

No, no solo su sangre sino también la mía cuando me aferró con sus uñas.

-Probablemente fueron delirios causados por el dolor. -Respondió fríamente dándole la jeringa a una de sus aprendices y señalándole a las otras que siguieran su camino con solo un asentimiento.- Le di un sedante muy poderoso así que ya no sentirá nada. Yo me haré cargo personalmente, su majestad. Puede esperar afuera por favor.

Fue todo lo que dijo antes de marcharse en busca de Sigyn. Sabía lo que me había pedido pero no me podía mover. No con las palabras de la dadora de victoria haciendo eco en mi cabeza. Estaba como en un trance que solo fue roto cuando una joven sanadora tocó mi hombro haciéndome respingar con la vista borrosa ante lo ocurrido pero obedecí su petición aún desorientado y respondiendo las preguntas que la joven me hizo sobre lo ocurrido.

Fue cuando mi madre apareció en las puertas y corrió a abrazarme. Estaba tan acostumbrado a ello que me incliné justo antes de que sus brazos se extendieran hacia mi cuello.

-¡Hijo! -Jadeó contra mi oído.- ¿Cómo está ella? ¿Qué fue exactamente lo que pasó?

¿Cómo le explicaba a mi madre que había tenido en mis manos el arma para poder matar a Loki y que mi padre y su esposo fue quien me la otorgó? ¿Cómo le decía que realmente lo había intentado?

Sus grandes ojos azules, toda la piedad que había en ellos me doblegó y la verdad fue saliendo de mis labios poco a poco.

-Padre... Padre me ordenó que yo... que me... que acabara con Loki. -Y se enderezó aún sujetándome de los brazos pero yo continué.- Estábamos luchando y Sigyn... ella estaba en medio. Ella se interpuso en el rayo y no pude hacer nada, madre. Ella estaba muerta.

-Pero ¿Qué fue lo que pasó exactamente?

-Padre la trajo de vuelta pero no sé si lo logrará. Toda su piel...

-Ella estará bien. Es más fuerte de lo que aparenta. -Dijo la reina sin ninguna duda en la joven Sigyn.

-Madre, creo el dolor la estaba haciendo perder la razón.

-¿Por qué?

Y por el mero recuerdo tallé justo donde sus dedos me habían aferrado aun sin que alguna marca apareciera en mi piel.

-Estaba hablando del fin, de que Asgard ardería y...

-¡¿Donde está?! -Gritó Freya a la primer sanadadora que sus manos alcanzaron una desesperación semejante a la de su hija y mi madre me dejó para ayudar a la mujer que lloraba desesperadamente y lo que pasó entre Sigyn y yo se perdió en la sala.

Las sanadoras entraban y salían mientras mi madre calmaba a Freya en una esquina, junto a ellas, una amable sanadora se había acercado ofreciéndole una bebida a la desconsolada mujer cuando el rey finalmente apareció y fue recibido por las sanadoras para guiarlo dentro. Traté de seguirlo pero el solo me miró con un asentimiento para que me quedara donde estaba y justo ahora solo me quedaba obedecer.

Largos minutos pasaron antes de que mi padre volviera a aparecer junto con Eir quien fue la persona que se dirigió a la madre de Sigyn

-Logramos estabilizarla pero su condición era grave. Todo su cuerpo fue dañado así que el proceso será largo. Posiblemente varios meses o incluso años.

Años. Para la medicina en Asgard era demasiado tiempo.

La madre de Sigyn se dobló ligeramente pero el brazo de mi madre estaba allí para sostenerla y pudiera escuchar el resto de la explicación.

-Fue fuertemente sedada y no siente dolor alguno de sus heridas. Seguiremos al pendiente de ella pero justo ahora lo único que podemos hacer es esperar. Puede estar con ella pero debo advertirle, puede ser difícil de procesar.

-No importa. -Respondió Freya secando sus lágrimas y enderezándose dejando ver la guerrera que se había retirado con la última guerra contra los Jotuns y siguió a Eir dentro de las instalaciones pero tenía que detenerla, tenía que decírselo.

-Freya, yo...

-Lo sé. -Respondió rápidamente.- Sé que jamás has tenido intención de lastimar a mi hija y sé que fue su decisión.

Y la mujer se marchó dejándonos esperar.

Victory BringerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora