—Quiero irme—me quejé dejando la bandeja con los platos sucios en el fregadero y miré el reloj que marcaba las doce de la madrugada. —Al fin—sonreí quitándome el delantal antes de salir de la cocina. Había tenido un día de mierda; había doblado turno y había tenido que aguantar las estupideces de los clientes.
—Vero— me giré al escuchar la voz de Luigi; mi jefe. — Se que es hora de salida, pero ¿Podrías atender la mesa siete? Estamos llenos y son amigos míos— dijo y suspiré. No podía decirle que no; era buen jefe y pagaba bien las horas extras.
—Bien, pero solo la siete— advertí y este rio asintiendo. Estaba muy cansada y mañana tenía universidad. Volví a ponerme el delantal y cogí mi libreta de ordenes. Si eran amigos del jefe, entonces tenia que darle buen servicio.
—Vero, ¿Atenderás la mesa siete? —preguntó Fanny, compañera de trabajo y asentí. —Cambiemos, yo la atiendo— sonrío emocionada y fruncí el ceño.
—Pero Luigi dijo que estamos llenos—dije confundida y esta asintió.
—Si, pero cambiemos de mesa, quiero la siete—pidió y me encogí de hombros. me daba igual que mesa me tocaba, solo quería irme. Ya eran las una de la mañana y solo quería dormir. —Son amigos de Luigi, vienen todas las noches a esta hora y están tan buenos—sonrió.
—Vero la atenderá, tu atiende tus mesas—dijo Luigi pasando por nuestro lado y mire a Fanny con una sonrisa de disculpa. Cuando Luigi asignaba mesa, no podíamos hacer nada.
—Atiéndelos bien, vienen muy seguido—bufó Fanny antes de irse y me encogí de hombros. Me acerqué a la mesa siete y sonreí falsamente al ver que todos eran chicos; tres en total y dos chicas.
—Buenas noches, bienvenidos a Luigi's Pizza—saludé haciendo que todos alzaran la mirada. Tragué saliva al sentir la mirada de todos en mi cuerpo. —Soy Verónica y seré su mesera esta noche—sonreí falsamente. ¡Mierda! ¿Por qué no dejan de mirarme?
—¿Eres nueva? —preguntó el chico moreno con una sonrisa y negué.
—¿Dónde has estado metida preciosa? —preguntó el chico de ojos verdes que no me quitaba la mirada de encima; mas bien de mis pechos.
Imbécil
—Sin duda alguna vendré mas seguido aquí si eso me garantiza que me atenderás tu preciosa—dijo el rubio y apreté la mandíbula. Por eso odiaba ser mesera; los hombres creían que podían tirarme piropos y manosearme porque mi trabajo era atenderlos, pero no. Jamás había permitido que un chico se sobrepasara conmigo; estos idiotas no serian la excepción. Podían ser clientes especiales y amigos de Luigi, pero me daba igual.
—Oye preciosa, ¿Me das tu numero? —preguntó el chico de ojos verdes y sonreí falsamente.
—¿Van a ordenar o no? —pregunté bruscamente haciendo que todos me miraran serios. No estaba de humor para aguantar sus tonterías y menos cuando estaban con chicas. Eran unos descarados imbéciles.
—¿Por qué tan seria nena? ¿Alguien te trató mal? —preguntó el chico moreno y rodeé los ojos.
—¿Necesitas que alguien te de cariñito? —preguntó el rubio.
—Pediremos lo de siempre, pero te quiero como postre preciosa—sonrió el de ojos verdes.
—¿Qué es lo de siempre? —pregunté confundida y todos se miraron entre si antes de reír. Apreté la mandíbula al verlos y me quité el delantal. Ya había tenido suficiente. —Bien, váyanse a la mierda—bufe bajito tirando la libreta en la mesa causando gran ruido en la mesa llamando la atención de todos en el restaurante.
—¡Espera! —gritó alguien detrás de mi, pero lo ignoré yendo a la barra. Cogería mis cosas y me iría; ya luego le mandaría un mensaje a Luigi disculpándome. —Oye, oye, lo siento ¿vale? —me aguantó el brazo el chico de los ojos verdes. —Solo bromeábamos—dijo y rodeé los ojos.
—Mira chico, no estoy para sus estupideces—espeté molesta. —He pasado un día de mierda; he aguantado todo el día a idiotas como tu que se creen la gran ostia coqueteando, pero déjame decirte algo—me acerqué a su rostro. —No estoy para aguantar otro grano en el culo—bufe y para mi sorpresa, se rio.
—Ay nena, me encantaría ser otro grano en tu culo—sonrió pícaramente ligándome y lo mire mal. ¡Era un imbécil! —Así seria un culito feliz y tu no te verías tan fea enojada—dijo y reí. Este chico no tenia idea de lo idiota que era y de las estupideces que decía. Era el típico chico guapo, sexy que tiene muchas a su alrededor, pero nada de cerebro.
—Eres un idiota—dije y este se encogió de hombros.
—Y tu eres preciosa—sonrió inclinándose cerca de mi. —¿Qué tal si tu y yo nos conocemos después de que termine tu turno? —preguntó y alcé una ceja. —Prometo que valdrá la pena preciosa, soy buen chico—sonrió recorriéndome con la mirada y sonreí.
—Lo siento, pero no estoy interesada en idiotas como tu—sonreí encogiéndome de hombros y este apretó la mandíbula. —Adiós—dije dándome la vuelta con mi bolso en manos, pero paré en seco al sentir como cacheteaba mi trasero.
No puede ser
—Será para la próxima preciosa, espero no ser un grano molestoso en ese rico trasero—sonrió antes de volver a la mesa. Alcé la vista incrédula y tragué saliva al ver la mirada de todos en el restaurante. ¡Mierda! Él no acababa de hacer eso.
—Vero, ¿Estas bien? —preguntó Luigi y apreté la mandíbula siguiendo al chico con la mirada. ¡Iba a matarlo! —Lamento lo que te hizo Chris, es un idiota—dijo y asentí. Podía ser un idiota, pero esto no iba a quedarse así. iba a vengarme.
—No importa, fui grosera—dije con una sonrisa falsa. —¿Podrías decirme que beben? Es que no se—dije y este sonrió asintiendo. Preparó la bandeja con las bebidas y la cogí. —Ahora vuelvo—dije antes de caminar a la mesa. —Lamento mi comportamiento anteriormente, he tenido un mal día y descargué mi ira con ustedes, espero que puedan perdonarme—sonreí poniendo la bandeja en la mesa inclinándome mas de lo debido para que vieran mis pechos.
—Estas perdonada preciosa—sonrió el rubio y sonreí dándole sus cervezas, me giré a ver al chico de los ojos verdes el cual su nombre es Chris como dijo Luigi y sonreí pícaramente ofreciéndosela.
—Toma—sonreí y este sonrió estirando la mano a coger, pero fui mas rápida tirándosela encima.
¡Ja! Tomate esa imbécil
Sonreí al ver su cara de incredulidad seguía de todos los del restaurantes y reí al verlo seguido de los demás. Hasta Luigi se reía; algo bueno porque no quería meterme en problemas, pero este idiota se lo buscó.
—Que la disfrutes bombón—sonreí dejando la cerveza vacía en la mesa y me di la vuelta, pero antes lo mire. Parecía un perrito mojado y debía admitir que daba gracia, pero a la vez lucia adorable. —Por cierto, existen mejores granos en el culo que tu—dije y este apretó la mandíbula mirándome mal. —Buenas noches—sonreí tirando mi delantal antes de salir del restaurante. Mi turno había acabado. Sin duda alguna el mejor turno que había tenido.
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Madness Love {Christian & Veronica}
Novela JuvenilChristian Beadless quería tener a la sexy mesera en su cama, pero Verónica no se lo pondría tan fácil. Antes, Christian tenía que admitir que ella era su perdición. +++++++ ¿Les gustó?