Caminé lo más rápido que pude, si no me hubiera puesto estos estúpidos tacones seguro que hubiera ido más rápido. Subí al auto y lancé aquel folder lejos de mi vista. Lo encendí y arranqué, mi cabeza daba vueltas; enojo, tristeza, felicidad ¡Que se yo! Intenté concentrarme en los autos alrededor, en eso y en no chocar contra algún poste. Los nervios ganaron la batalla y terminé por rendirme. Me estacioné en un pequeño super mercado y compré una cajetilla de cigarros. Uno tras otro, fueron cinco o tal vez más, a esas alturas el contarlos sería una completa locura. Aunque una locura más no sería nada para mi historial de estupidez.
La primera de muchas fue aquella mañana en la cafetería, nos miramos por accidente, esos ojos cafés, con ese pequeño brillo que me haría recordarlo las noches siguientes. Un "hola" comenzó el juego y unos minutos después ya hablábamos como buenos amigos. Fue impulsivo, fue tonto y sí ¡Fue increíble!
Los mensajes, las llamadas, las visitas a los hoteles y esa adrenalina que recorría mi cuerpo al llegar a casa. Rodrigo insistía en que lo que hacíamos no era nada malo, era fácil decirlo después de nuestros encuentros casuales. Llevaba meses saliendo con él, sería un juego sin riesgo alguno, pero la siguiente locura en mi lista fue invitarlo aquella tarde a la casa cuando se encontraba sola.
Tras abrir la puerta un abrazo llevó a una copa, una o media botella, la verdad perdí la cuenta. El sofá y después la cama. Nunca pensé que algo saldría mal, aunque era más que obvio que todo saldría mal. Y entre el desconcierto no hubo palabras coherentes, intenté justificarme, pero no había manera. Todo estaba dicho.
Después de calmarme me sentí aliviada y es que desde mucho tiempo atrás ya no me sentía cómoda con ese matrimonio. Luego de pedir el divorcio hablé por teléfono con Rodrigo, sería una buena idea comenzar una relación formal con él ahora que ya no había ataduras, quizá vivir juntos para empezar, pero tan solo se burló.
Quizá sean por eso los nervios. Las horas pasan y yo sigo aquí, con la cajetilla vacía mientras los recuerdos parecen irse con el viento. Ellos y los últimos cincuenta pesos de mi bolsa. Ahora que soy libre ¿A dónde voy? ¿Qué es lo que voy a hacer?
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Contigo
Short StoryEl sonido de las manecillas del reloj se escuchaba con eco en aquella habitación blanca inundada de nervios. Varias hojas eran puestas en la mesa. Él tomó la pluma, con la mirada perdida en un intento de que pareciera que leía aquel documento que se...