«Toc Toc, el amor llegó»
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—Así que… ¿cuándo me ibas a decir que decidiste poner a prueba a un joven sin consultarme antes? —cuestionó Toshinori con una amplia sonrisa asomándose en sus labios mientras veía a su amigo y socio voltear a verlo con ese semblante cansino e indiferente que solía llevar casi siempre el pelinegro, quien al toparse con la alegre y curiosa mirada azulada del contrario no hizo más que suspirar y volver a su papeleo, provocando en el rubio un sentimiento de rechazo instantáneo— Oh vamos.
—¿Quién te lo dijo? No espera, de seguro fue tu protegido —declaró Aizawa mirando por sobre su hombro para confirmar sus sospechas al ver a Toshinori con una sonrisa nerviosa en el rostro—. De todas formas no iba a decírtelo, ya que de hacerlo seguramente no le habrías dado oportunidad.
—Me ofende que pienses así de mí, Shōta.
—No me llames por mi nombre, y además ambos sabemos que es cierto —determinó el pelinegro girando su silla para mirar directamente al ojiazul de brazos cruzados—. ¿O es que acaso olvidaste la primera regla que pusiste a la hora de contratar a alguien?
Le recriminó, haciendo que de pronto el fornido rubio abandonará su sonrisa para ahora mostrarse sumamente sorprendido y preocupado por lo que el contrario le acababa de revelar.
—Un momento eso quiere decir… que tú… —fue diciendo dudoso hasta que una alarma se encendió y llenó de luces rojas su mente— ¡¿pusiste como repartidor a un menor de edad?!
—¿Ves? Sabía que ibas a reaccionar así, por eso no te lo consulté antes —soltó con neutralidad para volver a voltear y ocuparse del papeleo, pero ni siquiera alcanzó a tomar la lapicera que yacía sobre su escritorio cuando fue repentinamente volteado, encontrándose de sopetón con la nuevamente preocupada mirada aguamarina a menos de diez centímetros de su rostro—. Aléjate, estás invadiendo mi espacio personal.
—¡Rompiste una de las pocas reglas que te pedí no romper y con la que parecías estar totalmente de acuerdo conmigo! —gritó el rubio con desespero mientras veía el tranquilo semblante del contrario, preguntándose entonces cómo fue que Aizawa le había hecho aquello. Y es que el pelinegro conocía perfectamente los riesgos legales y morales que conllevaba el contratar a un menor de edad al igual que sabía de las posibles complicaciones que podría generar la familia del implicado en su lugar de trabajo, en especial si éste debía pasar por una prueba de aceptación la primera semana, cosa que bien alguien podría interpretar como una acción malintencionada de sus contratantes— Esto es malo ¿en qué estabas pensando?
¿Pero qué podía hacer ahora más que sólo pedir explicaciones? Ya que seguramente, éstas debían de ser muy buenas y justificadas como para que su mejor amigo tomará esa decisión de poner a prueba al joven Bakugō, de quién su pupilo Midoriya algo poco le había hablado al respecto.
—¿Acabaste? Porque los padres de ese mocoso ya deben estar por llegar —dijo Aizawa finalmente desviando su mirada a un costado para ver el reloj que colgaba de la pared, el cual marcaba las nueve con cuarenta y cinco de la mañana, lo que quería decir, que sólo faltaban quince minutos para abrir las puertas a todo público y en especial, a los padres del ojirubí.
Por lo que volvió a suspirar y centrar la vista en su socio para explicar su actuar. Ya que era lo mínimo que podía hacer dado que no lo hizo partícipe de aquella egoísta decisión que se suponía debía de ser mutua. Claro que antes de comenzar a hablar, alejó al contrario sujetándolo por los hombros y echándolo para atrás hasta que Toshinori captó el mensaje y él mismo se alejó para luego tomar asiento a una distancia prudente frente al pelinegro.
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Pizza Delivery! [TodoBaku]
FanfictionSu aspiración de entrar a la mejor universidad del país a estudiar la carrera de sus sueños junto a la falta de dinero que necesitaba para ello definitivamente fue lo que terminó por orillarlo a aceptar aquel humilde trabajo como repartidor de pizza...