Parte I

704 70 5
                                    


Era un anochecer tranquilo después de un arduo día de trabajo para el joven peligris que ahora se encontraba de camino a su humilde departamento.

Por su cabeza rondaba la idea de que mañana sería otro día cansado, ya que así estaban siendo los últimos días, debido a que al acercarse el fin de año, la agencia tenia que estar libre de trabajo para así recibir un nuevo año sin trabajo atrasado, por lo cual se debían terminar todos los reportes pendientes. Todos se encargaban de ello en las oficinas, excluyendo a una persona, claro, su mentor.

Aparte de todo ese estrés con el que cargaba, también se sumaba la idea de que debía cuidarse las espaldas,¿la razón? No se trataba de su nemesis, con el que siempre resultaba herido después de una difícil pelea, incitada mayormente por el orgullo de ambos, esta vez todo se debía a otra persona. 

En ocasiones, creía preferir mil veces que la persona que le tratara de emboscar fuera el azabache, pues así podría usar su habilidad del tigre y defenderse de sus ataques aunque después terminara con algunas heridas que afortunadamente serían regeneradas por su capacidad. Pero como no era el caso sabía que con esta persona debía de tener más cuidado, pues contra la habilidad de éste hombre la suya era nula, por ello, hacía lo más posible por no tener un encuentro con el. Así eran sus tardes al salir del trabajo desde que comenzó a sentirse acechado.

No sabía si debía hablar de ese asunto con su superior, pensaba que seguramente éste le podría dar un consejo de que hacer contra esa persona, y así fue. Dazai le dijo que lo más probable era que ese hombre escondiera una doble intención bajo su mentira de ser alguien inofensivo, cuando seguramente no era así, o eso era lo que creía el castaño, que solamente él había mirado la oportunidad de acercarse a Atsushi para un plan que pudiera tener entre manos.

El muchacho tomaba diferentes rumbos cada día para llegar a su hogar, a veces caminos más largos o más cortos, atajos,  o hasta saltos entre las azoteas más cercanas para no correr el riesgo de caer y llamar la atención de las personas paseantes. Fue una idea dada por Dazai mientras veían la manera de solucionar eso o resolver hacer público el asunto en la oficina.

Caminaba a pasos rápidos mientras de vez en cuando lanzaba miradas alrededor para asegurarse de que nadie lo estuviese siguiendo. Ya solo faltaba doblar a una esquina para llegar a su destino.

Llegó, subió las escaleras a toda velocidad, casi saltando algunos escalones. Ni siquiera se dio cuenta de que alguien se encontraba observándole sigilosamente a cierta distancia.

Sacó las llaves de su bolsillo, con las manos todas temblorosas por lo apresurado que estaba de entrar, por fin colocó correctamente la llave en la cerradura y abrió para entrar rápidamente. Se apresuró a lanzar su mochila al suelo y cerrar la puerta, pero al intentarlo era como si se hubiera atascado, ya que empujaba la puerta pero no cedía. Alguien se encontraba detrás de ella reteniendola. 

—Nakajima, tenemos que hablar— subió su tono de voz más de lo normal para tratar de que el muchacho le escuchara.

—Ya te dije que no!—exclamó desde a dentro aún haciendo fuerza sobre la puerta para cerrarla—No me interesa nada de lo que tengas que decirme, será mejor que te vayas o me vere obligado a llamar a alguien!—no le importaba si tenía que aplastar la mano del mayor en la puerta, éste ya le había causado peores heridas antes.

—Solo quiero hablar contigo, necesito solamente eso—le explicó aun estando del otro lado.

—No te creo... —miles de recuerdos vinieron a él sobre la última vez que le había visto. Había salido de la agencia como normalmente lo hacía, todo parecía ir normal a excepción de que cuando pasó en frente de un callejón del cual no se había percatado, sintió como unas manos frías lo atraparon, cubriéndole la boca mientras otra mano le abrazaba por la cintura.

Naturalmente se había sobresaltado, intentado actuar al respecto con la ayuda del tigre, pero no funcionaba,  por un momento creyó que era porque aún no sabía controlarlo del todo. Aquella voz al hablarle le hizo reaccionar. Una voz familiar le había susurrado al oído con sigilo. Creyendo que se trataba de una emboscada enemiga para hacerle daño, no quiso escuchar, si no luchar, aún si no tenía armas. Cuando se hubo safado de aquel agarre observo el rostro de su atacante, un escalofrío se hizo presente en su cuerpo.

A pesar que aquel hombre le había aclarado que su intención no había sido asustarlo si no hablar con él, Atsushi se negó a escuchar cualquier tipo de explicación, estaba seguro de que nada que viniera de ese hombre sería bueno, ya que en el pasado se había encargado de sembrar nada más que malos recuerdos que deseaba haber podido olvidar por completo, hasta que llegó el momento de su reencuentro. 

Bajó la guardia por unos instantes, suficientes para que el mayor hubiera aprovechado ejerciendo más peso sobre la puerta y abrirla por completo, provocando la caída de rodillas del peligris al suelo.

—¡Te dije que no me interesaba nada que ver contigo!—exclamó con recelo mientras se ponía de pie—no tienes ningún derecho a venir a mi casa

—Escuchame, por favor—realmente se le veía arrepentido—Sé perfectamente que las cosas que hice son imperdonables, que tal vez nada de lo que haga podrá hacer que cambie tu perspectiva sobre mi, que fui un monstruo—¿hacia donde estaba mirando? No se atrevía a mirar al peligris a los ojos, sabía que no era digno de hacerlo—Pero solo quiero demostrarte que estoy arrepentido...

—Shibusawa... vete—exigió mirando hacia otro lado—y vuelve a desaparecer de mi vida como lo hiciste antes...—dio media vuelta dispuesto a encerrarse en su habitación, pues si realmente se demostraba sin interés en el albino tal vez éste terminaría llendose y darse por vencido en ese tema.

—No me iré—en serio que era persistente—no hasta que me escuches

—¡Ya te dije que no!—se regresó a tratar de sacarlo, por más que tratara de dejar todo eso en el pasado simplemente no podía,  quería echarlo de su departamento, quería echarlo de su vida otra vez.

Lo empujaba y golpeaba contra el pecho con sus puños, acción que no hizo  inmutarse al albino. Su fuerza sin su habilidad era menor a la de él. Shibusawa tomó sus muñecas tratando de calmarlo.

—¿Por qué, Shibusawa?... ¿por qué tuviste que volver?...—había dejado de luchar comenzando a sollozar aún sujetado por las manos del albino.

¿Por qué él no pudo solo quedarse enterrado entre los escombros del orfanato?.

My little ray of light [Two-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora